Best Friend - Marcelo Flores

Parte 8: señales

MARCELO FLORES

-Pues es güerita, flaquita, poquito más chaparra que yo, bastante alegre, aunque algo tímida...- a partir de aquí creo que comencé a pensar en voz alta. -Es muy bonita, me gusta su sonrisa... Su piel es muy suave y siempre huele rico... Es grandiosa.

Mis pensamientos se interrumpieron por una risita de Sebastián.

-Yo creo que sí te gusta, bro- dijo Sebastián, para después tomar de su bebida.

-¡Noo! Creo que sólo estoy confundido- respondí bajando la mirada.

-¿Por qué no lo quieres admitir?- preguntó intrigado.

-Es mi mejor amiga desde el kinder... A lo mejor estoy malinterpretando lo que siento, y, aunque no fuera así, no quiero arruinar nuestra amistad.

-¿Quién dice que se va a arruinar? ¿Y si ella siente lo mismo?

-Hace rato me pidió que le presentara a Diego, así que dudo que sienta lo mismo- le conté desanimado.

-¿La conozco?- preguntó Sebastián.

Negué con la cabeza.

-¿Es la chica con la que hablabas antes de venir?

-Sí, es ella- dije nervioso.

-Yo no estuve en la misma situación con mi novia, así que no sé qué decirte, pero, si sientes algo por ella, inténtalo.

-Gracias, Sebastián.

-Cuando quieras- me sonrió y continuamos con lo que hacíamos.

TN

Pasó el tiempo y por fin me iba a mudar a Nuevo León para estudiar. No le había contado a Marcelo, quería que fuera sorpresa. Así que me arreglé y fui al aeropuerto para subirme al avión.

-Te vamos a extrañar, cielo- dijo mi mamá abrazándome.

-Yo a ustedes- respondí con lágrimas en los ojos mientras abrazaba a mi madre.

-No llores, hija, vamos a ir a visitarte cada que podamos- me animó mi padre mientras ponía una mano sobre mi hombro.

Me despedí y subí a mi vuelo.

Una vez en Monterrey, fui a dejar mis cosas en el pequeño departamento que habían rentado mis padres. Tenía lo necesario, sin tanto lujo: una habitación, un baño, una cocina y una sala. Los vecinos parecían algo reservados, así que decidí no ir a presentarme, me intimidaban sus miradas.

Estaba por llamarle a Marcelo para contarle que ya había llegado cuando recordé que ese día tenía partido, así que tuve la idea de darle una sorpresa cuando saliera del estadio. Me pregunté si podría ver el juego en la televisión sin tanto esfuerzo, ya que Marcelo me contó que aquí en México televisaban casi todos los partidos, no necesitaba de trucos y aplicaciones extrañas.

Encendí el televisor y no tardé en encontrar el canal, estaba por comenzar. Estuve ahí un rato, hasta que llegó el medio tiempo y decidí ir yendo, por lo que tomé un taxi.

-¿A dónde la llevo, güera?- preguntó el taxista una vez que me subí.

-Al estadio de Tigres- respondí con entusiasmo.

-Creo que se le hizo tarde, el partido empezó hace rato- comentó el señor intentando hacer plática.

-No voy a verlo, voy a esperar a alguien.

MARCELO FLORES

Terminó el partido y me encontraba en los vestidores, tenía el celular en la mano, esperando a que Tn me enviara mensaje de que estaba desocupada o alguna señal de que había visto el partido, pero no aparecía conectada, lo que me pareció extraño.

Decidí llamarla yo, estuve a la expectativa durante unos segundos. Mi corazón se impacientaba más cada vez que escuchaba el timbre del celular y no la hermosa voz de Tn. No contestó, lo cual se me hizo extraño y me preocupó bastante.

-¿Por qué esa cara, Marcelo?-  me preguntó Sebastián, quien se encontraba sentado a mi lado, poniéndose unos tenis.

-No, no es nada- respondí intentando sonar normal mientras me levantaba.

Los del equipo eran burlescos, lo positivo de eso era que rara vez recordaban lo que decían, así que no repitieron el tema de con quién hablaba por teléfono tras los partidos.

Quedamos en ir al mismo bar al que solíamos ir algunas veces, así que nuevamente salimos todos juntos. Aunque llamó mi atención la silueta de alguien, de una chica, quien se encontraba parada junto a la puerta del estacionamiento, al parecer esperaba a alguien...