Parte 12: Un encargo de mi mamá

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TN

Me levanté con un horrible dolor de cabeza, y no me ayudó el susto que me di al no saber dónde estaba. Se me hacía conocido el lugar, pero no era mi departamento. Rápidamente me levanté y bajé hacía el lobby, donde la recepcionista me sonrió.

-Disculpe, ¿dónde estoy?- pregunté avergonzada.

Ella me respondió el nombre del hotel.

-Oh, claro -no tenía la menor idea de cómo había llegado, pero me daba vergüenza decirle a la muchacha- ¿Cuánto le debo?

-Nada, su novio me pagó ayer que vino a dejarla.

-¿Mi novio? -susurré para mí.

En ese momento comencé a recordar lo que había pasado. ¡Qué pena!

-Él me pidió que le dijera que lo espere aquí, va a venir.

Le agradecí, luego volví a mi habitación. Estaba pálida de la pena, no sabía qué hacer. Incluso olvidé por un momento que me dolía la cabeza. 

Decidí rendirme y meterme a bañar, para descansar un rato mientras esperaba a Marcelo. Así lo hice, estaba a punto de quedarme dormida en la sala cuando tocan la puerta. Me acerqué a abrir, encontrándome con mi amigo, quien llevaba una bolsa de plástico en una mano.

-Hola, güerita -me dijo sonriendo.

Se acercó, puso su mano libre en mi cuello y besó mi mejilla, después se separó. Algo en eso hizo que me pusiera nerviosa.

-¿Puedo pasar? Traje tacos- dijo mostrándome la bolsa.

Me hice a un lado y él se sentó en la sala, ya que no había comedor, después me dio un plato de unicel cubierto de aluminio, el cual contenía tacos de asada. Le agradecí, para proseguir a comer.

-¿Cómo estás? ¿No te duele la cabeza? -me preguntó Marcelo antes de morderle a su taco.

-Cuando desperté sí me dolía, pero tenía pastillas en mi bolsa.

Él sonrió y seguimos platicando. Hasta que mi celular comenzó a vibrar, mi mamá me envió mensaje, preguntando cómo estaba. Noté que tenía algunas llamadas perdidas suyas, lo cual me hizo sentir culpable... Acababa de llegar a Nuevo León y no le llamé a mi madre para avisarle que todo había salido bien; en vez de eso, me emborraché. Definitivamente soy una horrible hija.

-¿Por qué esa cara, linda? -me preguntó Marcelo, mirándome.

-Olvidé decirle a mis papás que ya había llegado y estaba bien, debieron estar muy preocupados.

-Fue mi culpa, lo siento... Ya no te van a dejar juntarte conmigo -me dijo algo arrepentido.

-No fue tu culpa, y mi mamá te ama, nunca me diría que me aleje de ti.

Decidí llamarla.

-Hola, mamá.

-Hola, cariño. ¿Estás bien?

-Siiii, lo siento mucho, me quedé dormida y olvidé llamarte -de cierto modo era verdad, ¿no? Simplemente omití el contexto.

-No te preocupes, me alegro de que llegaras bien. ¿Ya te instalaste?

-Sí, mami. 

Mientras tanto, Marcelo me hizo señas para decirme que se la saludara.

-Mami, Chelo te manda saludos.

-¿Está ahí?- me preguntó curiosa.

-Sí, me trajo tacos -respondí regresando un poco mi atención a mi comida.

-Pásamelo o pon altavoz, cariño.

Obedecí: puse el altavoz y dejé el celular sobre la mesa de centro.

-Hola, Marcelo -saludó con cariño mi mamá.

-Buenas tardes.

-Qué bueno que estás ahí con mi hija... No es como que tenga tantos amigos, y menos tan buenos niños como tú.

-¡Mamá! -exclamé.

-Es cierto, cariño.

Hice un puchero y Marcelo rio.

-Bueno, mejor los dejo. Cuidas a Tn, mijo, te la encargo.

-Sí, señora, yo la cuido.

-Y usted, señorita, márqueme cuando tenga tiempo; no porque viva en otro país deja de tener mamá.

-Lo siento, ya te voy a llamar.

Nos colgamos y terminé de comer.

-¿Cuándo es tu primer día de clases?- me preguntó Marcelo con curiosidad.

-De hecho es hoy, pero comenzaron hace rato... creo que iré hasta mañana.

-Si quieres ir hoy te puedo llevar, nada más le dices que no conoces la ciudad y por eso llegaste tarde.

La verdad no tenía ganas de  ir, pero no quería  hacerme la costumbre de ser tan irresponsable, así que le pedí pasar primero a mi departamento para cambiarme y después irnos. Así lo hicimos. Marcelo me esperó en la sala mientras me arreglaba, después me llevó a la universidad.

Me sentía bastante nerviosa, pero los compañeros eran amables, igual que los profesores; además, las materias no eran más complicadas que en mi primera universidad, así que me acoplé rápidamente.

A la hora de la salida, tomé mi celular para decirle a mi mamá que me había ido bien durante mi primer día, cuando noté que tenía un mensaje de Marcelo.

Vine por ti, güerita.

Rápido busqué su carro con la mirada, luego me acerqué y subí. Él se encontraba mirando su celular, pero, al verme, lo guardó para preguntarme cómo me había ido. 

-No era necesario que vinieras por mí- le dije algo apenada, no quería que malgastara su poco tiempo libre recogiéndome.

-Quería saber cómo te había ido, además, tu mamá me dijo que te cuidara, venir es parte de mi trabajo.

-Gracias, Chelo... Pero no es necesario que vengas -dije haciendo un puchero.

-Hasta me corres, mejor di que ya no me quieres -me miró fingiendo estar ofendido.

-Noooo, sabes que sí te quiero, güerito. Pero vas a estar gastando tiempo y gasolina, mejor yo me voy solita a mi depa.

-Pero vas a estar saliendo tarde, ¿y si te roban?

-Te pasas, ¿quién me va a querer robar? jaja

Ahora yo lo invité a cenar, él no quería, pero logré convencerlo, también de que no pasara por mí, aunque me dijo que al menos una vez a la semana lo haría. Por último, me dejó en mi departamento y se fue.


Best Friend - Marcelo FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora