Siempre tendrás dieciséis...

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Cargaba con su mochila al hombro, demasiado pesada como para desistir ahora, solo deseaba entrar en la casa que alguna vez fue su hogar, recostarse en su antigua casa y tal vez dormir un rato, aunque había algo que lo mantenía despierto a pesar de todo.

Su hermanita.

Cuando la vio por última vez tendría unos catorce años de edad, todavía usaba el uniforme de la secundaria Wilde, llevaba un libro a todos lados y le gustaba tontear con quien era su mejor amigo por aquellos años, suponía que Helena estaría muy cambiada, ahora tenía diecisiete años a pocos meses de cumplir la mayoría de edad y no podía esperar a ver lo guapa de debía estar ahora, pues cuando por fin pudo recuperar su teléfono tras mucho tiempo castigado y encuartelado por no obedecer órdenes, se entero de muchas cosas sucedidas en su ausencia, gracias a Lalo, estaba al tanto de casi todo, incluido el tema de Gabriel y ahora el de Adrián.

Su gemelo fue quien lo recibió en la entrada de la casa, al verlo prácticamente se arrojó a sus brazos y los estrecho con fuerza. No se veían en años y ahora verse así mismo, en una versión completamente distinta, le producía cierta emoción y un sentimiento nostálgico, no lloró, por supuesto, acostumbrado a los tratos rudos de la academia y a los golpes de sus superiores, pronto aprendió que el demostrar tus emociones podría ser traducido a un signo de debilidad, algo que no ayudaba para nada en un ambiente tan hostil como lo era el suyo hasta hace unas cuantas horas atrás, pero ahora estaba en casa, con las personas que lo amaban y jamás le harían daño alguno, aún así no se permitió sentir mucho, a diferencia de Lalo quien al sentirlo tan cerca nuevamente, comenzó a sollozar, ocultando su rostro en el hombro de su hermano mayor mientras se aferraba a él como si su vida dependiera de ello.

Lalo ya no era más el muchacho tímido que dejó atrás a los dieciocho, había cambiado, como todo en la vida prácticamente, seguía siendo el más alto de ambos, tenía el cabello largo hasta los pómulos, adelgazo un poco más de lo que ya era habitual en él y alcanzó a percibir un par de manchas de pintura en sus manos, según él mismo le comentó, varias noches se desvelaba con tal de entregar los mejores proyectos para su carrera suponía que debía estar haciendo alguna tarea cuando arribó a la casa. En cuanto el abrazo termino Lalo lo hizo pasar.

Observó el lugar, casi parecía una casa nueva, las paredes ya no estaban pintadas en color melón, ahora todo era blanco, uno muy pulcro que parecía jamás ensuciarse, el suelo ahora estaba recubierto por frío mármol en color negro, buscó con la mirada los tres medalleros que tanto le gustaba observar cuando era tan solo un adolescente, deberían estar colgados al frente del gran salón, era uno por cada hermano y el suyo debía estar enmedio, sin embargo, en la pared donde antes estaban colgados ahora habían varios cuadros con fotos de la familia.
Ni rastro de dichos medalleros.

Incluso los muebles eran distintos, ahora parecían un poco más del estilo  victoriano que modernos.

Y por alguna razón sintió un extraño vacío carcomiendolo por dentro, sabía que estaba en casa...pero ya no se sentía así...

Su padre descendió por las escaleras junto con su madre.
Lo miraron un par de segundos antes de que el hombre de la casa lo estrechara entre sus brazos, su madre, fue la siguiente en recibirlo de vuelta en su hogar.

La misma mujer que lo echo de casa cuando tenía dieciocho años y lo dejó abandonado en el ejército, ahora lo apretaba fuertemente entre sus brazos, como si no quisiese volver a tenerlo lejos, miró a su hijo con los ojos acuosos y rojizos debido al llanto que buscaba esconder sin ningún tipo de éxito, antes de acariciarle el rostro, como si volviera a ser un niño travieso que daba más problemas que satisfacciones, aún así, su madre lo amaba, nunca dudo de ello, por muy molesto que estuviera con ella por haberlo abandonado en una escuela que pronto se transformó en un infierno, ahora siendo un poco más adulto, entendía un poco mejor lo que llevo a su madre junto a su padre para tomar esa desición.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora