Una cita tranquila.

33 3 7
                                    

-Estaba empezando a preocuparme-dijo el hombre sentado frente a ellos, con una copa de vino a un lado, sobre el mantel blanco de la mesa.
-¿Por qué habría de preocuparse?-respondió la chica mientras se acomodaba el cabello negro con vanidad.
-Estaba empezando a pensar que mi hijo era gay-Gabriel casi escupe la piña colada que estaba bebiendo, Helena pareció reír ante tal afirmación, pero él no podía estar más ofendido.
-Pues ya viste que no lo soy-dijo, cuando pudo pasarse el trago con éxito.

Aunque era el único que no se estaba riendo en la mesa.

Ese día era la boda de su padre, al final de todo terminó asistiendo, pero la compañía de su novia, aligeraba bastante la carga de tener que soportar aquel jolgorio el solo. Junto con los comentarios pasivo agresivos de su padre, quien siempre le recalcaba sus sospechas acerca de su sexualidad por no haberle presentado ninguna conquista todavía.
Había salido con chicas antes, pero nada oficial, se trataban de novias que duraban un par de meses y ya, eso era todo.
A diferencia de Helena, quien no había tenido ningún novio hasta el momento, ¿la razón?, su compañera insistía en guardarse para aquel ser que de verdad supiera apreciarla y amarla como estaba acostumbrada desde que era solo una niña. Si se le permitía ser sincero, para él, ese tipo de pensamiento era algo tonto, iluso e inmaduro.

Pero viendo que por fin estaba con él, estaban juntos, algo en su pecho le decía que probablemente ella creía que de verdad él era el indicado y...lo llenaba de felicidad, porque todos a su alrededor lo pensaban de igual forma, él era perfecto para Helena, la conocía mejor que cualquier otro chico y los adultos a su alrededor parecían estar de acuerdo. Así que...si, él era el hombre correcto para ella.

La amaba, le gustaba mucho y de verdad se había convertido en una luz al final del túnel; cuando estaba triste, o desesperado era ella quien corría a salvarlo, se sentía seguro a su lado, era su salvavidas y no la dejaría irse jamás.

-¿Y ya ha pasado algo?-preguntó su padre, mientras ambos caminaban de regreso a la mesa después de haber ido a la barra de bebidas por más piñas coladas.
-No papá, apenas llevamos unos meses juntos-como hombre, sabía bien a que se refería y aunque así hubiera pasado, no era algo que se sintiera cómodo de compartir con su padre.

El resto de la tarde la pasaron sentados, mirando la fiesta a su alrededor, realmente aburridos por cierto. Así que no tuvieron más remedio que irse tan pronto como Gabriel pudo llamar a su madre.

Cuando entraron al auto, ambos notaron los ojos enrojecidos de la madre de Gabriel, y las lágrimas a punto de rodar lentamente por su rostro, sin embargo, nadie dijo nada, el trayecto fue tranquilo, sumido en un silencio imposible de romper, al menos hasta que llegaron a casa e ingresaron en ella.
La mujer fue directo al refrigerador, y se dedico a buscar algo para comer, no vieron con exactitud que llevaba entre las manos. Estaban demasiado ocupados poniéndose cómodos en el sillón de la sala.

-Voy a estar arriba, niños, Helena te quedas en tu casa-sonaba cansada, así que simplemente la dejaron ir.
-Muchas gracias-alcanzó a decir Helena, antes de escuchar como una puerta era azotada con fuerza.

Se miraron un par de segundos antes de reclinarse sobre el respaldo del sillón, al mismo tiempo.

-Bueno...creo que no fue tan malo-ella trataba de aligerar un poco el ambiente tenso, Gabriel agradecía completamente eso.
-Mmm, solo me hizo reflexionar sobre el tipo de hombre que jamás quiero ser-Helena sonrió y su novio se puso de pie, para estirar los brazos y las piernas, se sentía incómodo en esa ropa formal.
-¿Por qué lo dices?-creía que la respuesta era obvia, pero en todos esos años que llevaba conociendola, bien sabía que a veces solo preguntaba las cosas para confirmar algo, porque le gustaba escuchar aquellas afirmaciones.
-Porque mi papá es un hombre infiel que hace llorar a todas las mujeres con las que se involucra-se quitó el saco del traje y después llevó sus manos a la corbata, para tratar de deshacer el nudo, sin mucho éxito por cierto.
-Esos son los peores-Helena se puso de pie y se acercó a él, pensó que iba a ayudarlo, pero en cambio, le sostuvo las manos, como si estuviera pidiéndole que no se quitara la corbata-Perdón...-bajo la mirada por un momento, pues, así fuera el peor hombre del mundo, continuaba siendo su suegro por el momento y el padre de su novio.
-No te disculpes-alegó él, pues no es que estuviera ofendido como hace un momento cuando le señalaron el hecho de que sospechaban que era gay-Tienes razón, ese tipo de hombres son los peores, nunca seré como él-Helena le sonrió con coquetería y después le puso ambos brazos sobre los hombros y acarició el cabello detrás de su cabeza. Prácticamente se colgó de él, pegando su cuerpo, Gabriel inmediatamente colocó ambas manos en la cintura de la chica, apretandola en el proceso-¿Qué pasa?-dijo en voz baja, pegando su frente con la de ella, sin dejar de mirarla a los ojos.
-Esperaba que me dijeras algo sobre mi vestido...-se aferró más a él, en una señal, tal vez, de demandar un poco de atención.
-Es el vestido rojo, ya sabes que te vez bonita con el-Helena arrugó la nariz con molestia e intento alejarse de él, pero logro retenerla. No es que no le agradara como se veía con aquella vestimenta, era largo, de tirantes, ajustado al tronco y suelto en la parte de la falda, con una abertura en la pierna derecha. Se veía muy muy bien, pero suponía que eso, ella ya lo sabía, repetirselo podría llegar a ser algo molesto.
-Mmm-gruñó por lo bajo, desviando la mirada al tiempo que despegaba sus frentes-Bueno.
-¿Qué?-preguntó juguetón no pudo reprimir una sonrisilla traviesa.
-Esperaba algún cumplido-Gabriel le dio un pequeño beso en los labios antes de hablar.
-Te ves muy bonita, como una princesa-Helena pareció tensarse ante la última frase, quizás no había sido correcto, pero lo dejo pasar para agregar algo más atrevido-Y muy sexy también-atrapó el rostro de su novia con ayuda de su mano y la beso con fuerza, ella no lo rechazó, lo abrazo y acarició su cabello.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora