Errores pasados

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Y ahí estaba otra vez, revisando mirando el perfil de aquella chica de ojos rasgados, de ojos brillantes y joviales, la chica de ojitos bonitos...

Aunque tuvo que ocultar el teléfono casi de inmediato al escuchar como un par de pasos lentos se acercaban hasta su habitación, pensó que se trataba de su madre y de inmediato agachó la cabeza, pretendiendo que hacía tarea, tomó un lápiz y lo mordió simulando encontrarse estresado por un problema matemático sin resolver, ocultó el teléfono debajo de su cuerpo, casi como un adolescente al que hubieran encontrado haciendo algo indebido o terriblemente vergonzoso. Sin embargo no fue su madre quien corrió la cortina que pretendía ser una puerta para entrar al cuarto, si no más bien su abuela, peinada con su larga trenza gris hasta la cintura, el mismo mandil desgastado que llevaba usando desde que él tenía memoria, los ojos cansados y las arrugas cada vez más presentes en aquel rostro que alguna vez fue jóven, como el suyo.

-¿Qué estabas haciendo niño?-preguntó, en un tono burlón. Era imposible que algo se le escapara a ella, lo conocía demasiado bien como para mentirle a la cara.
-Tarea-pero aún así, se esforzaba por hacerlo, esperando algún día, ganarle en su propio juego.
-Mirabas algo en tu teléfono, déjame ver a mi también-la anciana extendió su mano llena de cicatrices, Adrián levantó una ceja, buscando zafarse del interrogatorio que vendría después-Sé que lo ocultas, si no estaría aquí a la vista, pero no, lo escondiste y debe ser por algo-le regaló una sonrisa cómplice y Adrián se llevó la mano al pecho, o más bien, debajo, para extraer el teléfono, lo encendió y lo desbloqueó antes de dárselo a su abuela, quien ya se encontraba sentada el sobre la cama, mirando a su nieto con algo de diversión.

En la pantalla la imágen de aquella chica de ojos rasgados, relucía como el oro.

La mujer miro la fotografía un momento, en ella, se mostraba a Helena en su salón de clases, con el uniforme escolar puesto, recargaba su rostro en una de sus manos, sonreía mirando a la cámara, lucía inocente, bonita, casi como una princesa de cuento.

-¿Ella te gusta?-dijo, devolviéndole el teléfono a Adrián, el chico la miró antes de asentir con la cabeza.
-Intente hacerme creer que no, pero esa es la verdad, Helena me gusta mucho, abuela-ella le sonrió y acarició el rostro delgado de su nieto, algo de aquel chico, le recordaba a ella cuando tenía su edad.
-¿No es un poco jóven para ti?
-Este año cumple diecisiete-creía que no era algo para escandalizarse, después de todo, su propio abuelo le llevaba una diferencia de diez años a la mujer frente a él, se casaron cuando ella tendría quizás la edad que ahora tenía la chica de la foto-No pretendo hacer nada...no puedo, Helena tiene novio y...
-Tu mamá me dijo que ya tienes novia-lo interrumpió-¿Cuándo vas a presentarla a la familia?
-No quiero hacerlo-la mujer miro a su nieto y pareció entender la razón, no es que pudiera leer la mente, pero ya podía adivinar la razón de aquella desición, a veces Adrián se parecía tanto a su esposo...y eso le aterraba un poco-Mamá dice que es la mujer perfecta para mi pero...
-Tú quieres algo más.
-¿Esta mal, aspirar a algo mejor?
-No-la mujer negó con la cabeza antes de tomar la mano del muchacho y apretarla, en un gesto maternal-¿Pero que puedes ofrecerle a una muchachita como ella?-Adrián bajó la cabeza, en signo de quizás sentirse inferior, la mujer lo sabía de sobra, su propia hija se encargo de meter aquellas ideas en la cabeza del chico desde que era un niño, ella jamás se metió, pues su educación no era algo que le correspondiera, pero si ahora él tenía la suficiente confianza como para contarle y hablar abiertamente del tema, no pensaba simplemente darle alas a metas imposibles, tenía que aterrizar los pies en el suelo, pues, no quería que su descendencia, sufriera el mismo destino que ella, no quería que él tomara las mismas malas desiciones.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora