Navidad

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La temporada navideña nunca le gustó realmente.
Demasiada comida, demasiados postres, demasiado ruido, demasiada familia reunida en un lugar ridículamente pequeño.

Demasiado de todo.

O al menos así eran las navidades cuando vivía en casa de sus padres, ahora completamente solo en su apartamento, la soledad en vez de resultarle cómoda, le traía recuerdos nostálgicos y ahora que lo pensaba, su hermanito jamás tuvo la oportunidad de disfrutar de una navidad en familia, falleció antes de que el invierno azotara la ciudad, con su frío y vientos helados, sin embargo, algo bueno de pasar las fiestas el solo era que no debía estar cuidando a nadie de caer en algún tipo de intoxicación por el alcohol de dudosa procedencia y támpoco debía soportar convivir con su númerosa familia o tener un montón de niños desconocidos durmiendo en su cama y en el suelo de su habitación. Ya que cuando acontecian ese tipo de festividades, a su familia le gustaba festejar en grande, de pronto llegaban tías, tíos y primos del pueblo natal de su madre y padre, no sabía de donde salían tantas personas y como es que todas cabían en la vecindad donde vivía. Y aunque sus padres se quejaran todo el tiempo sobre el dinero y la carencia del mismo, de alguna forma cooperaban entre todos para armar una enorme fiesta.

Ahora todo le parecía ridículo.
Y ahora todo era distinto...muy muy distinto.

Podría pasar la noche de navidad y año nuevo durmiendo todo el día, sin ser molestado.

Mientras analizaba su deprimente forma de pasar las festividades en completa soledad, estacionó su motocicleta en la entrada de la preparatoria del Instituto Wilde.
Ese era el último día de clases en la institución y a su novia (no podía terminar de creer que ya podía llamarla así), le pareció buena idea que él fuera a recogerla al final de la jornada escolar. No es que le molestara, realmente le gustaba la idea, pero al mirar los autos caros de algunos padres esperando a sus hijos se sintió intimidado y hasta algo juzgado, pues su moto ya era algo vieja, pasada de moda y a veces tenía algunas fallas en el motor. Tal vez esa era la razón por la que no paraba de mirar algunos mensajes entre él y Helena, enviados esa misma mañana.

"Estás segura de que quieres que yo vaya por ti?"

"Claro que si, estoy muy emocionada.
¿Por qué no querría?"

"Helena...yo no tengo un carro bonito..."

"Y eso qué tiene?"

"No te va a dar vergüenza que tus amigos te vean conmigo? 😟"

"???
Claro que no, eres mi novio y yo quiero que vengas por mi, así no tuvieras ni si quiera la moto, y tuviéramos que irnos caminando, yo estaría muy feliz, porque me importas tú, no el carro que tengas o el dinero que hagas"

"A lo mejor si tuviera más dinero..."

"El dinero no me importa, Adrián...a mi me gustas tú, y nada más tú ❤️"

Terminó de leer ese último mensaje y lo llenó de valor. Pues aunque no entendía las razones de esa chica para amarlo, debía decir que era afortunado, esperaba que siendo hija de quien era, se portara mucho más exigente y probablemente lo ocultara de todos por la vergüenza que significaba salir con alguien que no tenía recursos monetarios tan significativos como el resto de su círculo social.

Pero no era así, ella no era así.

La vio salir de la escuela, buscándolo con la mirada hasta que finalmente lo encontró estacionado un metro más allá de la puerta de entrada, ella sonrió y corrió a abrazarlo, emocionada, como si volviera a ser esa niña a la que le brillan los ojos y se le ponían las mejillas rojas con tn solo verlo. Prácticamente se aventó a sus brazos y el la atrapó, antes de darle un beso húmedo en los labios. Alcanzó a percibir las miradas curiosas por parte de algunos estudiantes de la preparatoria, se le antojaban tan presumidos, con sus uniformes costosos y sus zapatos de charol bien pulidos, los miraban como quien observa por primera vez a un animal raro en el zoológico, entendía muy bien que las diferencias eran bastante notables entre ellos, pero no soportaba que los observaraban así juzgandolos, aunque también podía ser que realmente no fuera esa la razón específica de su curiosidad, si no, que era evidente la diferencia de esas y no es que Adrián se viera notablemente viejo por decirlo de alguna forma, pero Helena si aparentaba mucha menos edad de la que tenía, pronta a cumplir los dieciocho años, seguía pareciendo de catorce si no fuera por su cuerpo entrenado, cualquiera podría jurar a que todavía estaba cursando la secundaria. Y al ser una escuela tan pequeña, de niños tan bien portados, probablemente era una novedad que Helena estuviera saliendo con alguien que ya estuviera en edad de cursar la universidad, quizás eso le daba algo de prestigio a su novia.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora