La primera noche

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En un mes cumplía diecisiete.

Llevaba contados los días y realmente estaba emocionada.

De niña solía tener un pensamiento recurrente, pero algo bizarro si se le permitía ser sincera, siempre creyó que su vida acabaría cuando dejara de tener dieciséis, no sabía porque, pero la verdad es que no le asustaba, simplemente era algo curioso, que ese tipo de teorías pasaran por su cabeza a tan temprana edad, puesto que no tenía deseos de morir pronto y támpoco razones para ello.

Vivía en una casa grande, su familia tenía recursos, era amada por la misma, tenía una amiga maravillosa llamada Irene y un novio...uno genial, guapo, atlético, un artista y atleta en pleno desarrollo. Lo mejor de todo es que era su mejor amigo también, no solo un desconocido que se cruzó por ahí.

Y hablando de él, Gabriel le haría una visita especial esa noche.

Sus padres se habían ido hace ya un rato, a una de sus citas mensuales, siempre que eso pasaba, no regresaban en toda la noche y ella y sus hermanos se quedaban juntos, tratando de mantenerse despiertos mientras veían películas de terror en la habitación de Samuel, claro que casi siempre era Helena quien terminaba durmiendose primero, pero al despertar siempre veía a los gemelos recostados a cada lado de ella, con la reparación calmada y las pijamas a juego puestas.
Aunque eso dejó de pasar cuando ella entró a la pubertad, en vez de despertarse en la cama de Sam, a la mañana siguiente se encontraba en su propia habitación.

Claro que...esa tradición fue olvidada con la partida de Samuel, en la actualidad, Lalo estaba demasiado cansado como para quedarse despierto toda la noche con ella y prefería no compartir su lecho, Helena lo entendía.

Pero le hubiera gustado pasar tiempo con él, especialmente en esas noches frías. Aunque quizás, esa madrugada, no tendría que tolerar la soledad de su gran habitación o lo heladas que se podían sentir las sábanas.
Puesto que Gabriel iría a verla...él también pasaba demasiadas noches demasiado solo en su casa, puesto que su madre había vuelto a salir con su novio, nadie se daría cuenta que el pequeño Gabriel no estaría en su habitación.

Mientras pensaba en ello, mantenía a Daemon en su regazo, el amimalito se veía cansado y buscaba un poco de mimos en su dueña, jugaron toda la tarde y a Helena se le había ocurrido un juego para pasar el rato juntos, no era muy ingenioso la verdad, se trataba únicamente de evitar los mordiscos de su mascota en la zona de los pies, mientras intentaba correr sin pisarlo por todo el gimnasio de su casa. Pero por lo menos logró quitarle toda la energía, al menos por ese día.
Se estaba preparando para dejarlo en su jaula, acomodaba una pequeña cobija que Brenda e Irene confeccionaron para el animalito, trataba de hacerla caber en la hamaca en donde su hurón dormía casi siempre, cuando Lalo interrumpió en la habitación.

La observó por un momento, ya tenía la pijama puesta y estaba descalzo, luego, le quito al hurón Daemon y se lo llevo entre sus brazos, pretendiendo escapar con él.

-¿A dónde lo llevas?-intento preguntar, sin embargo por la mirada cansada de Lalo, supo que no obtendría muchas respuestas.
-Hoy él se duerme conmigo, le gusta más que esa incomoda jaula-quizás tenía razón, estos últimos días a veces despertaba y no escuchaba el sonido característico de Daemon en el cuarto, encontraba la jaula vacía y abierta, cuando lo buscaba por la casa, se encontraba a Lalo recostado en su alcoba, con Daemon acomodado en su garganta, era una imágen algo extraña de ver, pero muy tierna.
Helena sospechaba que por fin la ausencia de Samuel comenzaba a afectarlo, puesto que desde la llegaba de ese misterioso mensaje, no habían sabido nada de él ni de su situación actual, ella temía que algo le hubiera sucedido dentro de la academia, pero a lo mejor...solo estaba exagerando las cosas.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora