Hábitos destructivos

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Podía verse así mismo, de pie junto a su madre, ella sostenía una carpeta transparente, no conocía muy bien las letras aún, pero sabía que en esa carpeta se encontraba su acta de nacimiento, algo que comprobaba su existencia, la mujer hablaba con una señorita, quien lo miraba atentamente con tristeza, no alcanzaba a imaginarse porque. Él le devolvió el gesto y le sonrió, esperando mermar la tristeza de aquella jóven. Sin embargo cuando escuchó aquella pregunta, supo la razón de aquella mirada.
-¿Esta segura que quiere hacer esto, señora?, la adopción no es una decisión fácil-su madre dudo un momento, titubeó en su respuesta.
-...creo que no lo sé-entonces abrió los ojos y se encontró con la habitación a oscuras, fue cuando pudo dar la primera bocanada de aire y sentir que de alguna forma era devuelto a la vida, al mundo real, no el de los recuerdos. Fue ahí dónde se dió cuenta. Estaba temblando y el miedo aún lo perseguía como a un niño desde aquel día.

Se trago las lágrimas, puso un pie en el frío suelo de su habitación y encontró la fuerza suficiente para salir de la cama, aún sin la playera, se encaminó hasta la ventada, qué quedaba justo frente a su cama y corrió las cortinas. Se encontró con qué el Sol todavía brillaba alto en el cielo, o al menos lo suficiente para cegarlo momentáneamente debido al cambio drástico de iluminación, cerro los ojos un momento antes de darse la vuelta y comenzar a buscar alguna playera para terminar de vestirse, cuando lo hizo no encontró razón alguna para permanecer en la habitación, así que bajo a la planta baja, sin detenerse mucho a mirar en la habitación de su madre, la puerta estaba abierta y no existía rastro alguno de que la mujer se encontrara adentro, así como en el resto de la casa. Nuevamente encontró una sala vacía, y por un momento, un pensamiento alocado y que ya creía olvidado en lo más profundo de su mente, le pareció buena idea.
Esta solo, nadie notaría lo que estaba por ocurrir, así que sin ningún tipo de supervision, solo pudo dar rienda suelta a uno de los placeres culposos que muchos humanos compartían entre sí.
Dejó que su cuerpo cayera en el sofá por un momento.

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-Me divertí mucho hoy-la voz de Brenda sonaba mucho más animada a comparación de otros días, aún no traían de vuelta a la chica que conoció hace cuatro años, pero ese era un avance abismal entre una semana y otra-Lamento mucho que Adrián no pudiera quedarse-ahora sonaba conmovida, pero con ese tono amable qué la caracterizaba.
-No te preocupes, ya habrá otro día-le sonrió suavemente antes de que ella cerrara la puerta de la camioneta e ingresara a su casa. El vehículo no avanzó hasta que su amiga estuviera dentro de la casa.

Ya habían dejado a Irene, Camila y a Brenda en sus respectivos hogares, ahora era turno de ir al suyo, así que se relajo un poco y se atrevió a poner un poco de música, algo a lo que su hermano pareció reaccionar.

-No vayas a poner tus cosas de kpop, no me gustan-Helena soltó una risita si dejar de manipular la tableta frente a ella.
-Mmm, por ahora estoy en mi momento dark-finalmente seleccionó una canción; "The Ghost of You" comenzó a sonar en las bocinas de la camioneta modelo L200 mientras emprendían el camino a su hogar, la residencia de su familia.

Avanzaron unos cuantos metros cuando el teléfono de Helena comenzó a vibrar por encima de una de sus piernas, ella lo atendió, pensado que quizás alguna de sus amigas olvidó algo y le pediría guardarlo hasta el lunes, cuando pudieran verse de nuevo. Sin embargo no se trataba de ninguna de las chicas, más bien de Gabriel, aún continuaba enojada con él y no pensaba responder la llamada, aunque luego pensó que si la estaba buscando debería ser por algo urgente, ya que no acostumbraba llamarla mucho últimamente. Finalmente se decidió, deslizó uno de sus dedos por la superficie del teléfono para responder y se pego el artefacto a la oreja.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora