JACAERYS
SE ESTABA COMPORTANDO COMO UN TONTO INFANTIL Y LO SABÍA A LA perfección. Días atrás, después de que Ameryan lo acompañase a sus prácticas para observarlo desde los asientos de piedra, Jacaerys tuvo la certeza de que no se metió en el juego que él creía. Ameryan no era un jugador normal, movía sus fichas sin miedo, movía todas sus jodidas fichas con una sonrisa en la cara y el brillo de aparente inocencia en sus ojos verdes.
Movía sus fichas y Jacaerys no siempre sabía cómo responder.
Entre ambos se estableció una rutina que, poco a poco, comenzó a afectar a los demás. Era un tira y jala que no parecía querer acabar, y es que ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder. Sus bromas comenzaron siendo casi inofensivas; colocaba un insecto en el traje de Ameryan, lo hacía tropezar a propósito frente a los demás o volvía a manchar su atuendo —ahora con intención deliberada— para escucharlo quejarse sobre sus preciadas telas de Altojardín.
Ameryan jamás dejó de responder a sus bromas.
Jacaerys despertó uno de esos días con una enorme araña en la cabeza. Otro día, alguien cambió sus aceites de baño por aceite para carretas, así que tuvo la piel manchada de negro por casi dos días. Los demás miembros de su familia creyeron que se trataban de accidentes, después comprendieron que era una muestra de la falta de comunicación entre ambos. Siempre se sentaban juntos, pero jamás compartían una palabra.
En ninguna comida.
Ameryan dejó de intentar hablar con él en los encuentros, aunque seguía yendo al jardín. Jacaerys no comprendía la razón, él no hablaba, se quedaba parado como una estatua mientras Ameryan cuidaba de las flores. ¿Acaso el doncel no necesitaba atención? ¿No quería conversar cómo tanto lo hacía con Aemond o Lucerys? ¿Por qué no le decía nada? ¿Por qué no se quejaba? ¿Por qué carajos seguía sonriendo?
Jacaerys resopló fastidiado y sumergió su rostro en el cuenco de agua que tenía junto a su baño. El único consuelo que tenía para soportar otro día más en ese espectáculo era ese que finalmente llegaría el resto de su equipo. Semanas atrás, Daemon insistió en enviar a un pequeño grupo a evaluar la famosa rebelión de la que tanto hablaban. No sería para atacarlos, simplemente para infiltrarse y obtener información.
Él no tenía permitido ir, debía atender a su prometido.
—Maldición —bramó.
Se alistó veloz y salió en dirección a la entrada de la fortaleza. La reina permanecía en el salón del consejo con los demás líderes, todos ellos esperando la llegada del grupo. Otto y Alicent debían estar con ella también, ya que Jacaerys no los encontró en la entrada, allí estaba únicamente Daemon, Aemond, Lucerys y Ameryan.
—Buenos días —saludó—. Lucerys, ¿qué haces aquí?
—Tengo que asegurarme de que Daeron haya traído lo que le pedí —gruñó—. Por la Fe de los Siete, juro que le patearé el culo si llegó a olvidarlo.
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LACUNA, Jacaerys Velaryon.
Fiksi Penggemar࿐ ࿔*:・𝐋𝐀𝐂𝐔𝐍𝐀 | JACAERYS VELARYON no esperaba encontrar en un matrimonio arreglado lo que faltaba para llenar el espacio en su alma. • JACAERYS VELARYON X MALE OC! [PERSONAJE MASCULINO] • ⚠️ TENER EN CUENTA: • por favor, lean las etiquetas y...