CAPÍTULO 29

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JACAERYS

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JACAERYS

TENÍA DIEZ Y TRES AÑOS LA PRIMERA VEZ QUE SE ACOSTÓ CON ALGUIEN. De acuerdo con Aegon, esa era la edad en la que la mayoría perdía su pureza. Para ese momento, Jacaerys ya había comenzado a experimentar sueños extraños. Veía a las doncellas y donceles que se paseaban frente a los guardias, soñaba con pieles suaves, con labios llenos y cabellos brillantes. Buscar a Aegon para aconsejarle en ese momento fue tan útil como utilizar combustible para apagar un incendio.

«—Ya ha llegado tu hora, sobrino —le había dicho Aegon—. Ven, te llevaremos a la Calle de la Seda.»

Aegon creyó conveniente que Jacaerys le cediera su primera noche a una mujer mayor, Jacaerys huyó de la idea tan rápido como pudo. Se ocultó de Aegon en una de las habitaciones, la cual resultó ser la habitación de Samdren.

Samdren era tan solo dos años mayor que él, pero se veía igual de asustado que Jacaerys. Le confesó a Jacaerys que, a pesar de no ser un doncel puro, esa sería su primera noche trabajando en ese lugar. Jacaerys ni siquiera comprendió cómo o por qué demonios decidió acostarse con Samdren. Quería llevarle la contraria a Aegon y ese doncel —al menos esa noche— se mostró dulce y comprensivo.

Samdren no le permitió acostarse con él.

«—No dejaré que tu primera noche sea conmigo, no sé cómo tratar a los nobles puros —confesó el doncel esa noche—. Te llevaré con una de mis maestras».

Para haber tenido el título de «maestra», la chica en cuestión tenía la misma edad que Samdren, era joven, de rostro hermoso y redondo, con curvas que dejaron a un Jacaerys de diez y tres años con saliva en su mentón. Noelle, ese era su nombre. Jacaerys perdió su pureza con ella, también la buscó días después, la buscó por lunas enteras.

Hasta que Noelle, en una noche de ebriedad, hizo enojar al hombre equivocado.

Jacaerys se encontró con su cuerpo, días después de buscarla. No la amaba, pero le gustaba cómo lo hacía sentir. Pronto encontró esa sensación en otros donceles y doncellas. Allí, diez años después, Jacaerys recordó todos sus encuentros con creciente asco y molestia. Esos recuerdos fueron los mismos que le impidieron seguir tocando a Ameryan cuando se presentó desnudo frente a él.

Esa sería una imagen que lo perseguiría por toda la vida.

Una gema, la Rosa más codiciada del Dominio, su prometido, poseía la apariencia más deslumbrante incluso al descubierto. Jacaerys memorizó la imagen, la guardó en lo más profundo de su corazón y su mente, donde nadie podría acceder a ella, donde sería sólo de él. Las caderas anchas, la fina cintura, los músculos en sus piernas, los brazos firmes, decorados con brazaletes de oro. La perforación en su ombligo, algo muy común en Altojardín, pero que a él le robó el aliento.

Pudo haberse perdido en ese momento y no lamentarlo, pudo haberse dejado llevar y tomar a Ameryan como el doncel lo quería. La mera imaginación le sacó un gemido que ahogó contra su almohada.

LACUNA, Jacaerys Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora