CAPÍTULO 11

779 127 13
                                    

JACAERYS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JACAERYS

EL DONCEL DE ALTOJARDÍN LOGRÓ IMPACTAR A LOS PRESENTES EN AQUELLA tarde de juegos. Desgraciadamente para él, el impacto que dejó no fue únicamente bueno. Daemon mostró su apoyo a las palabras del doncel, contar con el punto a favor del rey consorte llevó a que los demás miembros del consejo pensaran en ese consejo, menos Lord Gormon Massey, quien no tuvo pelos en la lengua para mostrar su desagrado días después, en medio de una sesión del concejo.

—¡No puede estar considerando esas palabras en serio, Majestad! —bramó con rabia. Rhaenyra observó al hombre con los brazos cruzados sobre su pecho—. ¡Es un doncel, no un guerrero! ¡Ni siquiera debería estar hablando en público sin permiso de su prometido!

—Es un doncel —asintió Daemon— y demostró más sabiduría con sus palabras que cualquier Capa Blanca de nuestra guardia. Vaya usted mismo, Lord Massey, pregúntele a esos hombres con experiencia qué opinan de la guerra, estoy seguro de que sus respuesta no serán la mitad de sensatas.

—¿Apoya al doncel por tratarse del prometido del príncipe Jacaerys —preguntó Lord Massey— o porque tiene las mismas ideas que usted tenía hace algunos años? Me parece algo natural que se sienta inclinado a prestar su apoyo a las ideas del doncel, después de todo, el rey Viserys las rechazó en su momento. Aunque no debería sorprenderme —musitó entonces, su voz tornándose un susurro casi imperceptible—. Todos conocen su debilidad por los donceles.

La pregunta y las palabras que siguieron sembraron un silencio tenso.

—Cuide su lengua, Lord Massey —gruñó Daemon—. Recuerde lo mucho que disfruto cortándolas.

—No lo olvido —musitó Lord Massey—. Y le ruego que no piense que este es un ataque hacia usted.

—Oh, lo comprendo perfectamente —escupió Daemon—. Es un ataque hacia un príncipe, un miembro de la nobleza, el futuro consorte del príncipe heredero. Déjeme preguntarle algo, Lord Massey, ¿cuántos libros calcula que han sido escritos en los últimos veinte años? Y hablo de los libros que muestran las últimas batallas, no aquellas en las que ustedes participaron.

Lord Massey lo pensó.

—Ocho —respondió.

Daemon asintió.

—¿Y cuántos de esos ocho libros ha leído usted?

El rostro de Lord Massey enrojeció.

—Ninguno.

—¿Cómo se cree con el derecho de rechazar las ideas de alguien, doncel o no, cuando ni siquiera se ha tomado el tiempo de estudiar el punto de vista de la otra persona? Puedo ver sus rostros, caballeros. —Con una sonrisa traviesa, Daemon se dirigió al resto del concejo—. No tengan miedo, la reina es una mujer justa y sabia. Ella no se deshará de ustedes para poner a líderes más jóvenes en sus sillas, a menos que lo encuentre estrictamente necesario.

LACUNA, Jacaerys Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora