CAPÍTULO 39

269 53 4
                                    

JACAERYS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JACAERYS

PUEDE QUE NINGUNA OTRA FAMILIA NOBLE REALICE BODAS COMO los Targaryen y los Velaryon, pero Jacaerys debía admitir que ninguna otra familia noble tampoco armaba banquetes y obsequios como los Tyrell. Esa fue una pequeña parte del obsequio de Lucius Tyrell para Rhaena; encargarse de llevar la fiesta a la Fortaleza Roja. Los jardines estaban llenos de decoraciones florales llevadas desde Altojardín, largas mesas con bandejas y montañas de frutas, decoraciones que los invitados podrían llevarse y botellas de licor con colores extravagantes.

Los jardineros reales se encargaron, dos días antes, de aplacar el césped por completo, colocando una base de tierra que luego aplanaron con una máquina especial. De esa forma, ya tenían una enorme pista de baile para disfrutar de la música y los poetas. Tres bardos viajaban de mesa en mesa, cantando para los invitados y anotando las solicitudes de canciones más conocidas.

Rhaena y Addam, como marcaba la tradición, fueron los primeros en abrir la pista.

Mientras los músicos dictaban el paso del baile y los poetas llenaban el recinto con las palabras más románticas, novio y novia se deslizaron en la pista, volando como lo hacían sus dragones en el aire.

—¡Esa es nuestra Rhaena! —celebró Lucerys—. ¡Todo esto ha quedado hermoso!

—Debo darle la razón a mi hijo —asintió Rhaenyra. En medio de la celebración, estiró su mano hacia un costado de la mesa redonda, tocando la de Lucius Tyrell—. ¿Cómo podemos agradecerle por haber colaborado con tanto, Regente?

—No deben agradecer. —El Regente le restó importancia con una sonrisa tranquila—. En Altojardín adoramos las bodas y las fiestas. Además, mis queridas sobrinas, primas de Ameryan y Evelya, quisieron enviar mucho de esto como una disculpa por no haber podido venir.

—Pues yo no se los perdonaré —refunfuñó Evelya, ganándose algunas risas—. La próxima vez que las vea, yo...—Su ceño se frunció repentinamente—. ¡Vaya! No se me ocurre ninguna travesura.

—Eso es porque el dolor de extrañarlas es más fuerte que el deseo de hacerles alguna maldad —señaló Ameryan.

—¿Cuándo podrían regresar a Altojardín?

Jacaerys esperó que el Regente hiciera esa pregunta, porque sólo así tendría sentido. Pero no fue él, sino Cregan Stark quien la hizo, manteniendo su mirada fija y penetrante sobre Ameryan. No fue su padre y, por todo lo sagrado, Jacaerys deseó que hubiese sido su padre. El metal del cubierto se dobló bajo su brutal agarre. ¿Qué hacía ese caballero, sabiendo los rumores que corrían sobre su pasado con Ameryan, preguntando eso?

¿Observándolo de esa forma?

—¿Por qué tan apresurado? —preguntó Ameryan, la naturalidad juguetona fue un golpe más a su estómago—. ¡Oh, déjame adivinar! Rhelys y Carissa te rogaron que hablaras con nosotros para convencernos de regresar antes.

LACUNA, Jacaerys Velaryon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora