࿐ ࿔*:・𝐋𝐀𝐂𝐔𝐍𝐀 | JACAERYS VELARYON no esperaba encontrar en un matrimonio arreglado lo que faltaba para llenar el espacio en su alma.
• JACAERYS VELARYON X MALE OC!
[PERSONAJE MASCULINO] •
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JACAERYS
JACAERYS NO VISITABA LA CALLE DE LA SEDA, REPUDIABA ESE LUGAR, EL aroma distintivo que emanaba de las prostitutas y los borrachos inconscientes a las puertas de los burdeles. Parecía una case de tradición, un chiste familiar, que todos debían visitar la Calle de la Seda al menos una vez antes de contraer matrimonio. Jacaerys evitó ese lugar a toda costa, cuando necesitaba satisfacerse, enviaba a uno de sus guardias a buscar a cualquiera. Mujer, hombre, doncel, doncella, Jacaerys no se preocupó nunca por preguntar quiénes eran, cuál era su estatus o qué esperaban obtener de él.
Los utilizaba como todos los demás, eso eran, ¿no? Un bolso de carne con agujeros lo suficientemente apretados como para él calmar su furia, enterrando la verga hasta el cansancio. Pasaba la noche junto a ellos, les pagaba por la mañana y, en el caso de las doncellas y los donceles, los obligaba a beber dos tazas del té de la Luna para prevenir cualquier posible dolor de cabeza.
Él no engendraría bastardos, tampoco engendraría hijos propios bajo el matrimonio «perfecto».
Esa mañana no fue distinta a las demás mañanas que sucedían después de una noche donde él no podía controlar su rabia. Había un doncel a su lado, uno de cabello oscuro como la noche, ojos afilados y sonrisa pícara que, por las caricias que dejó sobre su pecho desnudo, aún tenía intenciones de pasarla bien. Jacaerys apartó su mano de un golpe y se sentó.
—El té espera por ti en la mesa —dijo.
—¿Otra vez? —se quejó el doncel—. Vamos, Alteza, no será el primero en poner un bastardo en el vientre de algún doncel común.
Su risa jugó con los nervios de Jacaerys, pero no tanto como el movimiento de su mano.
Tenía la intención de botar el té al suelo.
No era la primera vez que intentaban hacerlo. Jacaerys se movió veloz, terminó de atarse los pantalones de tela y corrió hasta estar a su lado. Sujetó el mentón del doncel, enterró sus dedos allí sin importarle las posibles heridas que dejaría. Lo obligó a mantener la boca abierta para él, así pudo vaciar las dos tazas de té en su garganta, a pesar de las quejas y los empujones fallidos.
Allí no terminó todo.
Jacaerys esperó a que el doncel dejara de toser para rodear su cuello con una mano.
—Esta será la última vez que pisarás esta habitación —sentenció.
El doncel se echó a reír.
—Es cierto lo que dicen por allí, ¿no? —dijo con dificultad, la mano de Jacaerys en su cuello le impedía hablar bien—. Te casarás. Es un doncel de la realeza, dicen que está en camino. Dígame, Alteza, ¿ese doncel sabe que su futuro esposo no es tan puro como él? ¿Se lo imagina? —Su risa fue simplemente cruel—. El pobre bastardo sangrará la noche de bodas y usted contaminará ese pulcro cuerpo con una verga usada.