LACUNA, Jacaerys Velaryon.

CAPÍTULO 33

AMERYAN

LA VIDA SE BASA EN UN CONSTANTE INTERCAMBIO DE SACRIFICIOS. ES lo que su tío solía decir. Ameryan jamás habría utilizado uno de los consejos de su tío como guía. Él odiaba a su tío, lo detestaba, le causaban mareos las imágenes que llegaban a su cabeza cuando lo recordaba, pero incluso así podía admitir que esa frase tenía un gran peso de razón y verdad.

Jacaerys era la principal razón por la cual pensaba en su tío y en esas palabras.

Por mucho que quisiera buscar a un culpable, lo cierto era que nadie lo forzó a seguir allí. Nadie colocó el filo de una espada contra su cuello y lo obligó a sentir todo lo que sentía, cariño, curiosidad, emoción, dolor. Él tomó la decisión de quedarse, de seguir junto a Jacaerys, así que no escaparía de las consecuencias de esa misma decisión.

Tuvieron que pasar semanas para que Jacaerys aceptara lo que existe entre ambos, tal vez tendrían que pasar muchas semanas para que cambie de opinión o para que Ameryan logre tocar esa fibra sensible y así pueda obtener una respuesta. Solo tenía una cosa segura; él no se rendiría tan fácilmente.

Rezaría por lo mejor, sabiendo que podría obtener sólo lo peor.

—¡Buenos días! —Evelya abrió las puertas de sus aposentos con una enorme sonrisa en los labios—. ¿Cómo nos sentimos el día de hoy? ¿Estás mejor? —Ella ya estaba al tanto de todo, a eso se debía su actitud optimista y la cantidad exagerada de sonrisas—. Querido, espero que no tengas nada qué hacer el día de hoy, porque he planeado sólo lo mejor para nosotros. ¿Qué te parece? Podemos ir a comer en el pueblo y cabalgar por la tarde.

—Me parece un itinerario excelente —asintió— para mañana.

—¿Qué?

Ameryan la observó con pena.

—La caza se pospuso por la lluvia, pero planean llevarla a cabo hoy —le recordó—. Daeron cuenta con mi presencia el día de hoy.

Evelya se cruzó de brazos.

—¿Desde cuándo disfrutar asistir a las cazas?

—No disfruto asistir a las cazas —resopló—. En primer lugar, se lo debo a Daeron. En segundo lugar, es la única distracción que verdaderamente puede sacar a Jacaerys de mi cabeza.

—¿Cómo estás tan seguro de que lo sacarás de tu cabeza? —preguntó ella—. Lo vi alistando sus armas hace un momento.

¿Qué?

—Evelya, deja de jugar —le advirtió—. Daemon nos aseguró que Jacaerys acompañaría a Baela a Marcaderiva por dos días.

—No fue así. —Evelya señaló algo desde lo alto de su ventanal—. Ven y obsérvalo por ti mismo, está con Aegon y Helaena.

Por supuesto que fue a comprobarlo. Creía en su hermana más que en cualquier otra persona, pero sus nervios le jugaron en contra. Tal y como Evelya lo dijo, Jacaerys terminaba de pulir el filo de su lanza junto a un animado Aegon. Helaena los parecía estar regañando por algo, Jacaerys tomó a Jaehaera en sus brazos y la levantó, ignorando deliberadamente las quejas de Helaena.