CAPÍTULO 4

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¿Que qué somos? Y yo que sé. Pero si ya con no haberla cagado me parece un triunfo, como para ir más allá. Por Dios, qué soy un tío. Somos muy simples, no ponemos una etiqueta a todo. Nos hemos liado, vamos a seguir haciéndolo, según parece y ya, ¿no? ¿Qué más hay que considerar? Yo lo veo muy claro.

Haré lo que he visto hacer cientos de veces a mi padre con mi madre: que sea ella la que hable primero. Se ha visto que, cuando yo doy el primer paso, tiendo a cagarla ligeramente.

—¿En cuál piensas tú? —Mateo, esa sí que es una gran respuesta. ¡Qué elegante! Cómo has dado un giro para dejarle la pelota en su tejado.

—Hombre, pues, yo creo que hemos dado un paso más en lo de ser amigos.

—Correcto.

Así, mostrando seguridad.

—Yo no voy besando a mis amigos de esa manera por ahí.

—Yo tampoco lo hago.

—Bueno, sÍ que es cierto que cuando veo a mi primo soy cariñosa, pero es más como un hermano para mí.

¿Y eso qué quiere decir? Si le pregunto quedaré como un gilipollas. Supongo que será darle un abrazo. Aunque bueno, yo a Naira no la abrazo. A veces me dan ganas de darle una hostia, pero bueno, es mi hermana pequeña, va implícito en el título.

Nota mental: preguntarle a la enana por eso en otro momento. Ahora mismo no puedo, me he quedado un poco bloqueado, aunque...

—Mateo, ¿estás ahí? Cambiando de tema: ¿qué vas a hacer?

—¿Qué voy a hacer cuándo?

—Chico, de verdad. Mañana es tu cumpleaños. Sí que estás empanado.

Hostia, mi cumpleaños. Se me había olvidado. Es coger vacaciones y no sé en qué día vivo. A partir de mañana seré mayor de edad. Como dice Julián: «A partir de ahora podrás beber alcohol legalmente, votar, pero también ir a la cárcel». Siempre tan simpático y agradable.

—No lo sabes tú bien. —Menuda imagen tengo que estar dando y justo al día siguiente de la fiesta. Mateo, reconduce la conversación o va a pensar que eres un verdadero tolete, como dice tu abuela de Lanzarote—. Pues sí, mañana la mayoría de edad. Como me saqué el teórico hace unos días, junto con Patty, si me dejaran empezaría mañana mismo con las clases del práctico.

Lo digo y se me hacen los ojos chiribitas. Eso sí que estaría bien. Aprovechando que habíamos acabado los exámenes, mi mejor amiga y yo no sacamos el teórico, como puedes hacerlo antes de cumplir la mayoría de edad. Ya solo quedan unas clases y el carné es mío, libertad absoluta.

—Es verdad. Tienes una suerte. Bueno, a mí aún me queda un año, pero en cuanto me queden tres meses para cumplir la mayoría de edad me lo saco. Entonces, ¿nos vemos luego?

—Supongo que sí. Imagino que habrá que inagurar la temporada de piscinas.

Es mi época favorita del año. Mi familia, mis amigos y yo somos abonados de unas que hay no muy lejos de mi casa. Está de lujo poder pasar gran parte del verano tumbado en el césped, haciendo deporte, o en el agua.

—¡Qué ganas! —Joder. Me estaba imaginando allí con ella y no me acordaba que seguía al teléfono—. Además, ya me saqué el bono para ir en verano. Aún no me he hecho socia, pero supongo que para el año que viene, si este me gusta, lo haré.

Claro que te va a encantar. El ambiente es la hostia.

—Ah, guay —contesto escuetamente.

—Nada, pues supongo que luego hablamos por el grupo para ver cómo nos organizamos.

Nota mental: poner un icono nuevo, así en plan de verano, a nuestro grupo LA CUADRILLA SIEMPRE JUNTA.

—Sí, seguramente.

Mateo, despierta. Entre el tono que pones y la cara de bobo que tienes cada vez que dice ella algo, va a acabar pensando que tienes un problema y como empezó ayer, termina hoy.

—Hasta luego, Mat.

—Adiós, Marta.

Cuelgo el teléfono, lo tiro en la cama, me siento y empiezo a pensar en ella, como de costumbre.

Más allá del primer besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora