—Nai, hermanita. Lo veo y no lo creo —digo negando con la cabeza.
—¿El qué? Estoy segura de que yo te podré mostrar la luz. Ya verás cómo te lo puedo explicar en cuestión de segundos.
Lo que faltaba. Aquí está el tono autosuficiente y chulesco. Me repatea, la verdad. Parece que está en alza. Esto es muy típico de mi hermana. Cuando está así, no conoce límites. Puede soltar por su boca lo primero que piensa o lo que menos te esperas, que es peor. Es como si se sintiese empoderada. Como si estuviera por encima del Bien y del Mal.
—¿Cómo has hecho para dar la vuelta a la tortilla de ese modo? Lo que más me repatea, es que has quedado como una buena hermana que solo quería ayudar a su hermano.
—Mat, amigo mío —me dice poniéndome la mano en el hombro. ¿A qué juega esta?—. Esto espero que te sirva para no subestimar a tu hermana pequeña. —¡Ay lo que me ha dicho!—. Podré tener dos años menos, pero, querido, en algunos aspectos, cuando tú vas, yo ya he vuelto.
¡Y se queda tan tranquila! A veces cuando se expresa de este modo, por un lado, me da miedito de que me hable así; sin embargo, por otra parte, después de lo que sufrió hace un tiempo, siento mucho orgullo de que sea tan fuerte y no se deje amedrentar, de que se esté recuperando y de que esté sacando ese carácter que sus amigas le borraron de un plumazo cuando le hicieron bullying. Las muy cobardes. ¡Qué rabia guardo aún!
Lo que ocurre, es que ahora estamos hablando de mí, y a mí, no me gusta quedar por debajo, y menos si es en relación con ella.
Voy a seguir un poco más, sin hacer sangre.
—Yo, Nai, te juro que a veces no sé qué ha visto Julián en ti.
Mencionar a su novio es su otro punto débil cuando quiero que salte.
—A eso no te voy a contestar —dice tomando aire y moviendo el pelo cual indignada—. No voy a entrar en tu provocación. Me marcho saboreando mi victoria: Mateo 0, Naira 1.
Como siga moviendo su melena así, se va a hacer unos nudos... Yo voy a seguir. Esto lo empato yo en breve.
—Hay otra cosa que no entiendo, querida hermanita: si no te gusta que te llame de la forma que tú y yo sabemos, ¿por qué me has provocado e incitado para que lo hiciera?
—No puedo creer que no lo veas por ti mismo. La explicación es todavía más fácil que la otra: porque quería ver tu cara cuando explicaras a mamá la razón de tu baile. Pero, reconozco, pequeño saltamontes, que me ha sorprendido cómo has conseguido salir airoso y no explicarlo.
—A eso yo lo llamo Mateo 1, Naira 1. ¿No crees?
—Bueno, llámalo como tú quieras.
Me sonríe y me guiña un ojo.
—Anda, larga, enana.
—Yo también te quiero. Date prisa que toca preparar el desayuno. Que no te voy a dejar que te escaquees.
—Hablo la profesional. Pero si tú eres la primera en desaparecer con alguna excusa tonta para no hacer lo que tienes que hacer.
—Hombre, ahora que lo dices, te diré, ¿de quién lo habré aprendido? Porque de papá y mamá lo dudo.
Hala, ya la tenemos otra vez. Si es que no podemos estar más de treinta segundos tranquilos.
No me da opción a contestar. Sale toda digna de mi habitación. Siempre tiene que quedar por encima. Va, por hoy, no voy a contestarle. Estoy de muy buen humor. Que saboree su minúscula victoria. La venganza se sirve en plato frío.
Además, en el fondo que sea así me encanta. Es genial. Aunque no me gusta que lo sepa y que se lo crea...
Dejo el móvil en mi escritorio y voy al baño. Noquiero darle motivos a mi madre a venir a buscarme. Menuda mañanita. ¿Qué será lo siguiente?
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Más allá del primer beso
RomansaYo estaba acostumbrado a un rollo de dos semanas donde todo acababa dejando a la otra persona en visto o simplemente no llamando. Pero Marta es diferente. El primer beso de ayer fue distinto, pero las cosas se complican a pasos agigantados: mis padr...