—Eso no lo puedes decir. Y menos tú el primero. Es de curso uno de relaciones. No se puede tomar la iniciativa. Está muy feo, cuñado. Que sea ella la que la cague, tú nunca, bro. Joder.
—Ya....
—¿Y qué te ha dicho ella? —pregunta Teo viendo que no añado nada.
—Es tan buena que yo creo que se lo ha tomado bien. De hecho, para mí que ni se acuerda. A ver, al principio se ha extrañado, pero luego ha quedado todo claro.
—Enhorabuena, Mateo —dice Teo.
—No te lo crees ni tú. Eso de que se ha olvidado es altamente imposible. Las tías tienen un disco duro en su cabeza que hace que se recuerden el más mínimo detalle y cuando menos te lo esperas, ¡zas!, te lo sueltan. Todas menos tu hermana, claro, que es una santa.
—Sé cómo es Naira, es la peor de todas, no hace falta que lo edulcores, pero no te pases. Solo yo puedo meterme con ella, ¿de acuerdo?
Veo que levanta el pulgar, así me gusta.
—Cuñado, era obvio que lo de ayer acabaría pasando. Esas miraditas que te echaba, estaba claro, hablaban por sí solas.
¡Lo que me faltaba por oír! Aquí Julián, el nuevo Doctor Amor de Logroño. El experto en relaciones. Si la más larga que ha tenido es la de mi hermana.
—¿Qué miraditas? No seas flipao. ¿Qué eres, el Doctor Amor?
—Así es, querido amigo —me dice haciendo un gesto como si estuviera subiendo el cuello de la corbata. Vamos, lo que en mi mundo y en el de cualquiera, es un fantasma en toda regla. Siete meses de relación, o los que lleven, ya le convierten en un experto en la materia. ¡Lo que hay que oír!
—Chicooos, haya paz —interrumpe Teo el pacificador—. Estamos en esta llamada para sentirnos feliz por nuestro amigo Mateo, no para que empiecen a saltar cuchillos de un lado para otro sin ton ni son. No tenéis medida.
Menos mal que en este grupo hay alguien que tiene abelia. Y ese es Teo. Con la tranquilidad y paciencia que desprende va a ser un gran veterinario, cuidará a las mascotas como si fueran suyas, sin perder los nervios.
—No pasa nada, colega. Ya sabes que Julián y yo estamos todo el día así. No te sorprendas. Llevamos casi una vida entera tratándonos de este modo. Son bromas.
—Me vais a perdonar, pero hay formas de tratarte que no se deben normalizar... —interviene Teo con gesto serio. Tiene razón.
—Para ser más concretos, Mat, nos conocemos desde que entramos en el colegio —puntualiza el petardo de mi mejor amigo interrumpiendo al bueno de Teo—. Cambiando de tema: ¿qué vamos a hacer hoy?
—Piscina, ¿no? —sugiere Teo.
—Por mí, sí. Además, le dije a Marta que lo pondríamos en el grupo de la cuadrilla.
—Bueno, colegas. Nos vemos luego. Además, habrá que hablar de tu cumpleaños. Mañana, dieciocho, bro. Ya puedes ir a la cárcel y votar.
—Joder, siempre lo mismo. Y conducir. No se te olvide que Patty y yo tenemos el teórico.
—Cuñado, siempre he pensado que Patty y tú sois siameses. Todo el día juntos. Aunque, si te soy sincero, también creíamos que acabarías con Junqui o con Patty. El año pasado había una porra en clase. Yo apostaba por Patty, no te voy a mentir, pero solo hasta que apareció Marta y empecé a verte esas caras de gilipollas que pones.
—No empecemos, por favor.
Estoy harto del temita. Nunca he podido entender que dos personas que se llevan tan bien sea sinónimo a tener algo. Conozco a las dos desde la guardería. Siempre las he visto como amigas, como iguales, nunca nada más. Y estoy convencido de que ellas lo mismo. La gente con tal de inventar...
—A ver, no quiero decir nada, pero ponte en mi lugar, bro. Patty estáis todo el día juntos. Ella repitió primero de Bachillerato para cambiar de modalidad y tú también en primero.
—¿Y eso tiene que implicar que estamos juntos? Joder, solo somos amigos y te puedo asegurar que nunca habrá nada más. La veo más como una hermana, no tengo ningún otro sentimiento. Por favor, dejadlo ya. Al final me va a cambiar el humor.
—Julián, Mateo tiene razón —interviene Teo—. Además, ahora está con Marta y le debe un respeto.
—Teo, a veces pareces un tío de la Edad Media. Uno, no estoy con Marta, solo nos hemos liado; y dos, no es por no respetarla a ella, lo hago por mí. Estoy hasta los cojones de que la gente esté siempre insinuando cosas y se saquen cosas de contexto, de donde no las hay. Menos mal que Patty piensa igual que yo.
—¿Estás seguro, Mat?
—¿Qué has dicho, tío?
—No, nada. Son cosas mías. Vamos a dejarlo. Que al final vamos a acabar mal y esta llamada, como decía Teo, era para alegrarnos por Mat.
—Creo que es la primera cosa coherente que has dicho, cuñado. Luego nos escribimos, ¿vale? —digo con ganas de dar por finalizada esta llamada. Siento que el humor se me está cambiando.
—Genial. Hasta luego, Julián. Ciao, Mateo.
—Bye, bye a los dos.
Cuelgo y, cuando justo dejo el móvil en mi escritorio, llaman a la puerta.
¡En esta casa no se puede descansar! Si estoy más estresado que cuando voy a clase. Qué puñetera mañana.
—Entra. Seas quien seas —contesto con tono enfadado. Es que estoy un poco cansado, joder. Como sea mi hermana otra vez la echo en un abrir y cerrar de ojos. ¡Qué pesadita! Que vaya a dar el coñazo a su novio, que hoy están tal para cual.
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Más allá del primer beso
Roman d'amourYo estaba acostumbrado a un rollo de dos semanas donde todo acababa dejando a la otra persona en visto o simplemente no llamando. Pero Marta es diferente. El primer beso de ayer fue distinto, pero las cosas se complican a pasos agigantados: mis padr...