CAPÍTULO 33

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Veo que mi padre está bañándose. Me siento al lado de mi madre. Nai, que sabe lo que voy a hacer, se mete de un salto a la piscina y va nadando a donde se encuentra mi padre.

—Hola, hijo. ¿Qué tal están los chicos? —me pregunta mi madre.

—La verdad, es que no estaba hablando con ellos. Estaba... hablando con... Marta. Estamos juntos.

Así, sin paños calientes. Mucho mejor. Sin rodeos.

—Ya lo sabía.

—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué no me has dicho nada?

—Esa última pregunta te la podría hacer yo también. ¿Por qué no me lo contaste? —Bajo la mirada. Tiene razón—. Creo que tu padre y yo hemos demostrado que tanto tú como tu hermana podéis confiar en nosotros. Pero bueno, ya está. No es momento de reproches.

—Perdón. Es que no sabía cómo os lo ibais a tomar y no quería un tercer grado.

—Vale. No hay nada que perdonar. Sobre las otras dos preguntas. ¿Cómo me enteré? —Asiento—. Una madre lo sabe, pero me lo confirmo el día de la picadura, cuando os vimos de la mano. Pero, yo, como madre, ya lo sospechaba. La forma de hablar de ella. Tu entusiasmo. Cuando negaste tan enérgicamente que no había pasado nada en la fiesta de fin de curso, cuando tu mirada decía otra cosa. Eso a una madre no se le escapa.

Joder yo con tanto miedo y ya lo sabía, no era tan difícil. Y sin tercer grado. Me ha dado mi espacio, no me ha agobiado.

—Eres la mejor, mamá—le digo dándole un beso en la mejilla.

—Solo te voy a pedir una cosa, Mat.

—Ya lo sé. Que tenga cuidado. Mamá, ya soy mayorcito. Ya me has dado esa charla de sexo antes.

—No me refiero a eso, que también. Quiero decirte que no dejes de lado a tu hermana. Te tiene en un pedestal. Eres su referente. Aunque a veces te saque de quicio, lo hace para llamar tu atención, ¿vale?

—Por supuesto. Eso no lo dudéis por un momento. Creo que he dejado muy claro con mi comportamiento que mi hermana es muy valiosa para mí. Aunque como muy bien dices a veces me la cargaría, sobre todo cuando se pone en plan enterada.

—Lo sabemos, pero esta vez hablamos de emociones y relaciones. Ahora Marta es tu centro. Solo piénsalo.

—Lo haré. Gracias —le digo dándole un beso. Yo creo que ya que estamos le debería contar lo de Patty. Se va a llevar una sorpresa. Yo creo que pensaba que acabaríamos juntos.

—¿Hay algo más que me quieras decir? —me pregunta al ver que no me voy a la piscina.

—Sí, bueno, es que, no sé cómo decirlo.

—¿Es por Patty?

¿En serio? También ella. Al final va resultar que sí que he sido el último.

—¡¿Cómo lo sabes?!

—Hijo, soy tu madre. Tengo ojos y estaba muy claro.

—He sido el último en enterarme.

—Normal, Mateo. Ahora lo importante es que le des su espacio. Ella se ha distanciado porque tiene el corazón herido. Eso lo sé por su madre. A veces las madres hablamos para proteger a los hijos. No nos metemos, pero estamos ahí. Mateo, ahora estás en un momento importante. No es una encrucijada, pero sí que vas a tener que aprender a lidiar con los sentimientos de dos personas que te importan mucho, sin hacer daño a ninguna de las dos. Cualquier duda, puedes contar con tu padre y conmigo.

La verdad es que soy afortunado. Tengo una familia que es maravillosa. Siempre a mi lado.

A las doce nos subimos a la habitación, nos cambiamos y vamos a dar una vuelta para conocer la zona. Estar cerca del mar hace que todo el paseo esté inundado con ese olor tan característico que me encanta.

Más allá del primer besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora