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El resto de días festivos fueron pasando con una lentitud exasperante. Entretanto, Yeosang me llamó para contarme cómo le había ido en Navidad. Su ex se había presentado con su nueva novia, y a él le había sentado como un tiro. O sea, que no era yo el único que se había sentido miserable.

Ese mismo día regresaba a Seúl y me moría de ganas de volver a verlo. Me había hartado de pasar todos los días en la cama y se me estaban acabando las series con las que intentaba distraerme.

San y yo habíamos evitado coincidir. Ni siquiera compartíamos el café por la mañana. Cada cual se preparaba su cafetera, lo que supuso un verdadero retroceso. En todos estos días llegué a verle la cara en tan solo dos ocasiones, y siempre en el momento en que estaba a punto de salir de casa.

Tanto silencio me resultaba doloroso. La primera noche me había costado mucho contener las ganas de levantarme y meterme en su cama, tanto si el lo deseaba como si no. Lo echaba de menos y anhelaba tenerlo cerca. Sin embargo, sabía que la abstinencia total era la única vía posible para nosotros.
Teníamos que distanciarnos como fuera.

Por eso sentía la necesidad de salir de casa, aunque solo fuese durante un par de horas. Cuando Yeosang me escribió para avisarme de que ya estaba en la residencia y que podía pasar a verlo cuando quisiera, me despreocupé de mi aspecto físico y me limité a ponerme algo cómodo para salir cuanto antes.

Pasaríamos un buen rato contándonos cómo habían ido esos días de fiesta y zampando chucherías. En esos momentos no era capaz de imaginar un plan mejor que ése.

San y Seonghwa estaban sentados en la sala de estar, jugando a la Play. Fruncí la frente al verlos. Ni siquiera me había enterado de que Seonghwa estaba en casa.

— Hola, Wooyoung— exclamó moviendo el mando hacia mí para saludarme.

— Hola, Seonghwa. ¿Cómo va eso?— repliqué mientras pescaba mis llaves de la encimera de la cocina.

— No puedo quejarme... ¡Mierda! ¡Joder!

— Quien hace tonterías con el mando pierde— se limitó a decir San, reclinándose en el sofá.

"Qué bien, todo fantástico. Gilipollas." Intenté que no se me notara lo mucho que me dolía su comportamiento. Al menos podría haberme saludado. O burlarse un poco sobre la ropa que llevaba. Joder, si incluso echaba de menos los comentarios mordaces de San, es que había llegado el momento de acudir al médico para que comprobará si me faltaban neuronas. Era evidente que algo no funcionaba bien dentro de mi cerebro.

— ¿Vas a ver a Yeosang?— preguntó Seonghwa, dejando el mando a un lado para mirarme. Si no hubiera estado tan enfadado con San, me habría partido de risa al ver aquel brillo esperanzado en los ojos de Seonghwa—. ¿Ya ha vuelto?

— Sí. Tenemos que ponernos al día.

— Salúdalo de mi parte.

— Lo haré— dije, y me di media vuelta para marcharme.

— Que lo paséis bien, Wooyoung.

Me detuve en seco y le eché un vistazo a San por encima del hombro. Tenía la mirada fija en el televisor y no me dedicó más que un breve parpadeó.

— Igualmente— contesté con un suspiro.










Aunque la residencia ya no estaba despierta, sí reinaba bastante más calma que de costumbre. Incluso pude moverme por los pasillos estrechos y llenos de recovecos sin toparme con alguien a cada paso. Toda una novedad.

Llamé un par de veces a la habitación de Yeosang y, al cabo de unos segundos se abrió la puerta.

Me quedé de piedra y no pude más que parpadear al ver que quien me había abierto la puerta no había sido Yeosang, sino Han. El chico al que San había rechazado como novio, con el que había discutido durante mi primer fin de semana en Seúl. No había vuelto a acercarse al piso desde entoces.

Empezar (Woosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora