20. El despertar

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Dolor.

Es mi primer sentimiento cuando recobro la consciencia. Abro los ojos con dificultad puesto a que el mundo real me resulta demasiado brillante como para que no quede ciega en mi intento de saber qué pasó y dónde estoy.

Joder, ¿Por qué me duele tanto la cabeza y me cuesta tanto asimilarme a la luz solar?

Como quiera me he incorporado en la cama y he tratado de aclarar mi vista, por lo que hasta ahora puedo percatarme de que me encuentro en mi habitación, en casa. ¿Cómo..? Si no me he jodido la memoria, juraría que el último lugar en el que estuve fue en ese... Tren.

¡El tren! ¡La misión!

Y justo en este momento, distingo voces por fuera de la puerta acercándose.

—¡Ya se los dije! ¡No está despierta! Si estando consciente duerme igual que un oso en hibernación, ¿Por qué lo estaría ahora que se supone que está incons...?

Mi ceño confundido y perezoso se sorprende al ver a mi hermano Klaus entrar por esa puerta, quien al notarme despierta —en lo que cabe—, alza una ceja, mucho más sorprendido.

—Vaya, vaya, ahora sí que me has sorprendido — dijo tranquilamente yendo a sentarse conmigo a una orilla de la cama dando un rebote —. Creí que despertarías hasta el apocalipsis.

—¿Qué?

—Joder, sí que estás bastante ida, hermanita.

—¿Podrías ahorrártelo? Me siento fatal — le supliqué con un ojo medio dormido y una voz ronca, como si no hubiese hablado durante un tiempo —. Klaus, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo están los demás? ¿La misión..?

Debió ver la necesidad en mi rostro porque se apresuró a tranquilizarme.

—De acuerdo, hay mucho por contar y mucho qué asimilar, pero deberíamos notificar primero a los pesados de nuestros hermanos que estás viva. Los últimos días nos hemos turnado para revisar que no hayas pasado a mejor vida sin que lo sepamos, pero al verte igual estaba claro que no despertarías pronto, menos sabiendo lo mucho que disfrutas dormir, así que les dije que no nos molestaramos en esperarte para la cena pero... Wow — me miró divertido —. Hoy resusitaste en tiempo récord.

—¿De qué hablas? ¿Morí? — lo miré horrorizada, puesto a que así me sentía: un zombie vuelto a la vida.

—No, tontita, ese sólo soy yo — me giño un ojo —. Aunque si así lo fuera, no sería la primera vez... — se quedó pensativo un instante pero después recobró la compostura y sacudió la cabeza —. Lo que quise decir es que sólo estuviste inconsciente. A lo que nos explicó el gruñón de Cinco, es que estuvieron jugando con la magia y eso les ocasionó un severo síncope que te dejó inconsciente por seis días.

—¡¿Qué?!

—Hey, no te apresures que Vanya aún no despierta, pero quien les ganó fue Cinco, que despertó apenas ayer. Ja, mala suerte para él porque fue a quien aporreamos de preguntas y... ¡Oye!

No le dejé terminar cuando ya me había desvanecido para reaparecer en el pasillo, pero fue un grave error. Lo comprobé yo misma cuando el dolor de cabeza se incrementó tanto que tuve que detenerme a sujetarme la pared mientras apretaba los párpados y el dolor se apoderaba cada vez más de mí. Tal era el grado que tuve que enconrvar la espalda a punto de caerme de no ser porque alguien llegó rápido y me sujetó de los hombros.

—¡Agh! ¡Duele! — chillé del dolor, un dolor tan fuerte como el que experimenté en la sala de entrenamiento donde me desmayé al recibir aquella visión.

—Te tengo — habló una voz que no reconocí debido al zumbido de mi cabeza —. T/n, intenta relajarte, ¿Me oyes? Entre más te resistas más dolerá. Sólo respira.

The HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora