¿Cuántas veces he dicho que tengo insomnio por culpa de Cinco?
No lo recuerdo, pero por mi aspecto físico era fácil notar que no fueron pocas veces. Mucho menos con la misión secreta y nocturna al espiarlo la noche anterior.
Lo que sí sé es que ahora me encontraba sentada con Klaus en el descanso de nuestros entrenamientos con Cinco de tutor.
—Y... No lo sé, Klaus. Lo que he visto no me hace ni puta gracia — le contaba a mi hermanito con la mirada centrada en el entrenador dando órdenes y hundiendo emocionalmente a mis demás hermanos que acataban mal sus indicaciones.
No le había contado nada desde ayer. Al parecer, aún no me sentía del todo lista para contárselo a alguien si aún no terminaba de asimilarlo yo misma primero.
—Relájate, mujer. Puede que sólo se haya reunido con su amor prohibido porque yo sí lo he hecho.
Lo miré con gesto de querer estamparle a la cara lo primero que se me cruzara.
—No, este no es el caso — traté de mantener la calma ante el hecho de que no estuviera tomándome enserio —. Escuché perfectamente que le dijo hermanito — me arrimé un poco más a él antes de susurrárselo al oído.
—¿Y qué? Yo le digo bebé al chico del Café cada que voy a comprarle y no necesariamente significa que sea mi bebé, ¡Puede que ese sea su apodo cursi!
—Hey, menos mal que el entreno de hoy a acabado para estar descansando — la silueta de Cinco apareció en un repentino momento frente a nosotros que tuve que ahogar un grito. Tanto Klaus como yo nos levantamos del piso en un santiamén.
Genial, otro susto más añadido a la lista.
—No, para nada, sólo hacíamos... Sentadillas, ¡Sí! ¡Sentadillas! Sucede que estamos algo planos de glúteos — improvisó Klaus.
Cinco rodó los ojos dando un suspiro cansado sin ocuparse en disimular.
—Vayan de una vez al cuadrilátero o les aseguro que los glúteos no serán lo único que les patearán.
Resentidos, comenzamos a caminar como unos cachorros regañados.
—Mierda, Klaus, te dije que vigilaras que el gruñón estuviese lo suficientemente ocupado para notar nuestra ausencia — me incliné un poco al oído de mi hermano.
—T/n, te juro que un segundo antes de que apareciera lo vi de espaldas regañando al pobre de Luther.
—Pues deja de imaginar a la próxima vez o nos pillará diciendo algo verdaderamente confidencial.
—¡No me he drogado, lo juro!
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Caminé por el vestíbulo echa un asco.
El entrenamiento había acabado apenas y moría por llegar a mi habitación en cuanto antes porque estaba claro que necesitaba relajar mi mente con una ducha de una hora como mínimo.
Y, ¿Que a qué se debía mi excelente humor? Pues me habían dado una buena paliza en combate, ¿Cómo sucedió? Ni idea... O tal vez sí. Posiblemente sea porque mi mente ha estado en otro lugar desde mi error al seguir a Cinco en plena madrugada.
¿Por qué tuve que ser yo la que se preocupa por la familia y por eso tuviera la insaciable necesidad de vigilar al sospechoso?
Suspiré cansada al momento de doblar una esquina y llegar a la sala principal de la mansión. Justo ahí me encontré con Vanya sacando su violín de su estuche.
Sin saber muy bien por qué me acerqué a ella.
—Hey, ¿Cómo va todo? — le sonreí sentándome cerca de ella.
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The Hargreeves
FanfictionUna academia. Una familia disfuncional. Seis raritos con superpoderes. Heroes de la ciudadania. ¿Que podria salir mal con una vida tan perfectamente falsa como la de ellos? Ah, si. Ese nuevo integrante a la academia que por meras coincidencias acab...