4. Primera cercanía fracasada

62 11 0
                                    

Dejé fluir una sonrisa para mis hermanos como agradecimiento a sus felicitaciones y me permití disfrutar del momento. Al parecer no la cagué del todo, creo que hoy pude compensar mi falla de hace tres días porque Reginald se encontraba satisfecho con mi actuación, y con eso, yo estaba satisfecha.

Pero, ya que estamos hablando de Reginald... Tengo que hablar con él sobre algo que no me ha dejado dormir. Quizá también hable con el desquiciado. Tengo muchas preguntas por saciar.

Mi sonrisa se va apagando poco a poco a medida que me concentro en buscar a papá con la mirada. Pido disculpas a mis hermanos para irme y me encamino a la salida del área de entrenamiento para buscarlo, ya que había desaparecido en cuanto terminó de escribir y ver lo que tenía que ver de los enfrentamientos en combate. Recuerdo que antes de cruzar las dobles puertas de la salida, vi a Pogo y a Cinco hablando sobre algo que no presté atención, pero que por cierto, el último me dirigió una de sus tantas miradas arrogantes que ya se me estaban comenzando hacer costumbre. Aparté la mirada, no tenía tiempo para él ahora, pero más tarde lo haría hablar.

Llamé al nombre de papá en cuanto me acercaba a él a pasos rápidos. Por suerte me escuchó y se detuvo volteándome a ver en esa forma elegante suya de moverse, siendo en su lenguaje una manera de decir que tenía mi atención porque normalmente no se detenía a escuchar las opiniones de sus hijos, siempre su trabajo era más importante que nosotros. Pero probablemente estaba de buenas conmigo y por eso me otorgó la oportunidad de escucharme.

—Padre, ¿Puedo hablar contigo un momento? — pedí ansiosa.

—¿Hablar? No creo tener el tiempo necesario para eso, número ocho. Asumí que eso ya lo sabía.

—Será rápido — supliqué —. Y también es importante.

El viejo suspiró y revisó detenidamente su reloj que sacó de algún bolsillo de su traje. Tal reloj venía sujeto a una cadenita de oro y una tapita. Papá seguía siendo de gustos antiguos aunque ya estuviéramos en pleno siglo XXI.

—Tienes diez minutos, más vale que sea importante — aceptó finalmente.

Nos encaminamos hasta su oficina. Ese era el lugar donde papá nos citaba formalmente para hablar sobre cosas mayormente relacionadas en misiones o sobre progresos personales.

—Muy bien, ¿Qué era eso de lo que necesitabas hablar? — dijo mientras se situaba en su silla detrás del escritorio. Yo me senté en la silla frente a él.

—Tengo... Dudas respecto al nuevo integrante y quisiera saber un par de cosas.

Reginald entrelazó sus manos en la mesa apoyándose ahí para analizarme.

—¿Y cuáles son esas dudas exactamente?

Vaya, me sorprende que esté dispuesto a responderme, siendo franca pensé que me batearía como siempre diciéndome que debo dejar de meterme en asuntos en los que no me llaman.

Bueno, no así pero eso es lo que quiere darme a entender.

Raspo mi garganta y abro mi boca para comenzar con la primera pregunta. Sin embargo, no puedo hallar la forma de organizar las palabras para decirla de tantas preguntas que quiero lanzar a la vez. Finalmente, luego de unos segundos dudando, por fin logro encontrar mi habla.

—¿C-Cómo... fue que encontraste a Cinco?

—Bueno, pues luego de que reuniera a tus hermanos para retirarnos del área del crimen, que si puedo recalcar, fallamos por tu ausencia a pesar de que una de las primeras reglas es no abandonar tu puesto, mi detector de energía me avisó de una nueva presencia extraordinaria. Di aviso a Pogo para que tomáramos las medidas necesarias e ir tras la señal de mi detector. Número uno, dos y seis nos acompañaron para volver a entrar al territorio enemigo. Una vez dentro, tus hermanos cubrieron y vigilaron el entorno mientras entraba al pasillo donde según mi detector, decía que se hallaba la energía. Pero en su lugar estabas tú, estabas muy desorientada. Fue un alivio encontrarte porque si no hubiese sido por que el detector que me guio contigo, no hubiera habido manera de regresar por tí.

The HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora