15

261 37 17
                                    

— Majestad...

Alastor jadeó mientras llevaba la cabeza hacia atrás. Sus manos apretaban la sábana mientras sentía una extraña y feroz corriente recorrer su cuerpo. Un sonrojo adornaba su rostro, extendiéndose mayormente por sus mejillas. El rey estaba sentado sobre la cama, y sobre él, dando suaves y castos besos mientras masajeaba la erección del ciervo, la que finalmente se escapó de sus pantalones y terminó en la mano del rey del subsuelo.

Lucifer sonrió, observando desde arriba como el ciervo se cubría el rostro para evitar que viera sus expresiones. Ellos estaban encerrados en la habitación, uno de ellos estaba en celo y el otro simplemente fue sacrificado para saciar y calmar los deseos del otro. Y ya que Alastor era vírgen, el soberano no iba a perder la oportunidad, aprovechando la oferta que le había sido dada. Su mano derecha bombeó con lentitud el miembro del ciervo, que por cierto era muy grande para ser de un bebé. Sus pálidas mejillas estaban igual que el cabello y el rostro del menor, con un carmín y una delgada capa de sudor.

Esto es... Inesperado.

El rey jadeó cuando sintió una mano grande apretar con fuerza su cintura mientras era empujado sobre el cuerpo del ciervo. Lucifer tragó grueso cuando se dio cuenta de una verdad agridulce, Alastor es malditamente más grande que él, su cuerpo es más grande, sus manos, su amigo lo era también. ¿De dónde demonios sacó la idea de ser el de arriba? Tragó grueso.

— Mi señor... ¿No se siente excluido? — besó los labios del rey con dulzura

Lucifer sonrió, sintiendo una breve reacción en su cuerpo.

— Para nada, tu placer es más importante que el mío. — soportó el impulso de soltar un suspiro cuando el menor se acercó a su oído, besando mientras lamía suavemente el lóbulo de su oreja. — Bambi... — regañó cuando sintió los dientes del ciervo morder esa zona.

— Jeje... — una pequeña risa se escapó de los labios del menor y un suave suspiro chocó con la piel de su cuello — Huele bien, majestad.

Lucifer esbozó una sonrisa.

— Por eso la higiene es importante. — susurró.

Alastor se alejó de su cuello, mirando sus ojos fijamente, su mano sostenía la cintura del rey mientras que la mano del rey seguía bombeando su erección. Espasmos recorrían su cuerpo, seguido de escalofríos que subían por su espina dorsal. Apretó los dientes cuando sintió que algo salía de su pene, sus ojos bajaron y notaron algo blanco entre los dedos del soberano.

Lucifer lo tocaba con los dedos mientras sonreía, viendo la vergüenza apoderarse del rostro del ciervo. Quién volvió a bajar sus orejas por lo mismo, en situaciones como está en la que su cuerpo se involucra, era mayormente tímido. Alzó la mano, acercando el semen en su mano a los labios del menor, quien era reacio a verlo.

Actuando tímido después de manchar mi mano.

Humedece sus labios mientras sujetaba la mandíbula del ciervo, acercando el líquido blanquecino y espeso a la boca del menor y untaba sus labios. Sonriendo con diversión al ver la expresión de asco que hizo el otro.

— ¿Oh? ¿Tienes asco? — bromeó.

— Esto es asqueroso, majestad. — dijo, queriendo quitarlo de su boca pero las manos del rey bloquearon su acción.

Lucifer posó las manos del ciervo en su cintura, indicando con una mirada severa que si las quitaba iba a recibir un castigo. Alastor tragó grueso, viendo cómo el rey lamía el semen restante en su mano mientras lo veía a los ojos...

No sabe tan mal.

El rey se acercó a los labios del ciervo, lamiendo con algo de placer el semen que había puesto en sus labios. Alastor, sorprendido, se quedó quieto. Observando cómo el rey no había quitado la mano de su miembro, el que estaba erecto nuevamente. Comenzando a bombear una segunda vez.

Epifanía. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora