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Esto debe ser una puta broma.

— ¿Dónde está Nifty?

Alastor salió de su habitación ya cambiado, observando el desorden que había en la sala. Los libros estaban por toda la sala y parte de la cocina, algunos estaban abiertos sobre la mesa. Pero no sé veía a la cierva pequeña por ningún lado, solamente el caos que habían dejado (esto es a lo que Lucifer llama desastre). Todos sus escritos estaban en mal estado, y viendo sus creaciones esparcidas y siendo maltratadas... Hace que le duela el corazón.

¿Dónde está esa mocosa del demonio?

Lucifer se dio la vuelta, encontrando a Alastor con una de las camisas más grandes que tenía (que usualmente usaba para dormír) en el cuerpo del otro, y pese a ser grande aún le quedaba holgada. Tragó grueso, olvidando por un par de segundos que estaba molesto con la cierva pequeña.

— Lo mismo me preguntó yo. — señaló sus libros — ¿Así tratas lo que te dí? ¿Sabés que si esos libros se rompen, tendré que escribirlos nuevamente?

Alastor observó todo e hizo una mueca.

"Comprendo su molestia... ¿Pero no está exagerando?" se acercó al rey, parándose delante de él.

— ¿Qué? — dijo bruscamente.

— Se encuentra bonito el día de hoy también, mi señor.

Lucifer. — ...

¿Qué mierda fue eso?

Parpadeó, viendo la sonrisa del otro. Sintiendo que sus palpitaciones se aceleraban con cada segundo que pasaba y tenía contacto visual con el pelirrojo, bajó el rostro para que no viera su vergüenza. Solía ponerse tímido cuando el otro decía cosas de ese tipo, lo hacía sentir vulnerable.

— ¿Tratas de desviar mi atención hacia tí?

Alastor sonrió, agachándose un poco para juntar sus frentes.

— ¿Está funcionando? — olió el aroma del rey, hundiendo su nariz en el cabello rubio del soberano.

Observando cómo las orejas de Lucifer se pintaban de un pálido color carmín. Qué se extendía hasta sus mejillas y parte de su cuello.

Lucifer frunció el ceño.

— Casi.

Empujó su rostro, yendo a su habitación para verificar qué la niña no estuviera ahí y rompiera sus cosas nuevamente, está vez no tendría piedad si rompe algo más de sus reliquias. Poco después salió, observando cómo el ciervo comenzaba a preparar el desayuno para los tres. Incluso llegó a preguntarse... ¿Por qué no busca a la niña? Ósea, eso no es responsabilidad según Lucifer.

¿No actúa despreocupado?

Incluso él se consideraba más responsable que el ciervo.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estuvimos en tu habitación? — el rey se acercó a la cocina, mirando debajo de la mesa, buscando a la niña.

Alastor hecho leña mientras se giró para ver al soberano en una postura... prometedora, provocando la reacción de sus más salvajes instintos. Tragó grueso, viendo cómo el rey se cruzaba de brazos, mirando alrededor. Parecía molesto y preocupado por la pelirroja. Ya que ella sí era un bebé, el ciervo más grande tiene que cuidar correctamente de ella.

¿Por qué no habla?

Lucifer se giró, alzando una ceja cuando vio a Alastor ver sus piernas.

— ¿Dónde estás mirando? — se cruzó de brazos.

Alastor sonrió, cerrando los ojos mientras ladeaba el rostro.

Epifanía. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora