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Creo que he subido de peso.

Lucifer se tocaba el estómago, sintiendo de piel a piel como algo se movía dentro de él. Lo extraño era que no lo sentía como una amenaza, simplemente pensó que su estómago no podía procesar correctamente la comida (que por cierto era mucha) en la última semana del celo de Alastor, había comido un par de demonios de baja categoría, algunos de los cazadores desechados que fueron encontrados, un par de ratas que eran mayormente sus aperitivos nocturnos. Y si lo piensa, sería raro que no engordará, se había comido casi a todas las lacras del subsuelo.

Lucifer se sentó, acariciando su estómago aún, viendo a la cosa que tenía dentro como asomaba las manos y daba un par de golpes desde adentro. Y él simplemente tocaba con cuidado su vientre, viendo con asombro ese gran parásito que vivía dentro de él.

¿Cómo lo llamó Bambi?

El rey giró el rostro hacia la puerta, viendo cómo Nifty iba a la cama para sentarse a su lado y acariciar su estómago. Y se sentía extraño la mayor parte del tiempo, se sentía raro, no sabía cómo expresarse. Así qué, solo se dejaba tocar y alzaba una ceja cuando la cosa que tenía dentro parecía responder a cada palabra con un golpe, y pensaría que lo quiere matar. Si no fuera porque su Bambi le dijo que solo iba a estar ahí por un tiempo, quizás unos nueve meses y que sería más grande con el pasar del tiempo.

Dudo mucho aguantar nueve meses, no quiero compartir mi cuerpo con otro cuerpo extraño.

Suspiró, acariciando su pequeño vientre.

— Majestad. ¿Tiene hambre?

Alastor entró con varios bocadillos, mayormente de carne. En sus manos tenía desde viseras, globos oculares hasta los sesos de un cordero.

El rey comenzó a salivar cuando vio los riñones de alguien a medio coser. ¡Punto intermedio! Tal y como le gustaba.

— ¿Lo hiciste tú? — sonrió, haciendo a un lado a Nifty para poner los platos sobre la cama.

Alastor le sonrió, besando sus labios.

— Por supuesto, no puedo confiar en nadie más estando en su estado, mi señor. — sus manos acariciaron la pálida piel del vientre del soberano, sintiendo un pequeño pero no tan suave movimiento.

Lucifer comió primero un globo ocular, soltando un suspiro cuando un sonido húmedo se escapó de sus labios. Parece que al rey le gustaba ese tipo de cosas, la carne y todo lo que tenía que ver con él canibalismo técnicamente.

— ¿Qué hay de malo en mi estado? — preguntó, viendo su vientre — ¿Tiene que ver con él parásito este?

Alastor forzó una sonrisa, sintiendo un pinchazo en el mero corazón. Pensando que el bebé que era suyo había sido insultado por su "madre" antes de nacer. ¡Ya hasta quería regañar a Lucifer por haber dicho algo tan a la ligera!

Suspiró.

— Cielo, esto es un bebé. — dijo, besando el vientre del rey — Es nuestro bebé.

Lucifer. — ...

El rubio parpadeó, incrédulo, alzando una ceja.

¿Casi un mes de sexo te afectó el cerebro? — dijo con burla.

Alastor se frotó las sienes, aguantando para no perder la poca paciencia que tenía.

"No sabe que está embarazado, lo cual es estúpido porque el mismo dijo que los hombres no pueden quedar encinta." Se convenció, tenía que tenerle paciencia.

Después de todo, él lo había puesto en ese estado.

Ya me llené.

Lucifer dejó a un lado el plato, viendo al ciervo que tocaba su vientre con una sonrisa. Alzó una ceja. ¿Qué tendrá su vientre que él no? El ciervo parecía más feliz con esa cosa que tenía dentro que con él. ¡Y parecía que la cosa estaba feliz con él también! ¡Genial! Los dos estaban felices con el otro y a él lo dejaban de lado.

Epifanía. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora