16 No es como ella

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En cuánto se fue el doctor, una cosa llevó a la otra y tuvieron una pequeña discusión delante de Molly. Lamentablemente antes de poder seguir discutiendo, el ajetreo del trabajo les demandó atención, pero en cuanto tuvo la oportunidad, la castaña de ojos negros no perdió la oportunidad de enfrentar a Aly.

Astrid entra furiosa a los establos abriendo de manera violenta la puerta, sus empleados se sobresaltan, pero no Alyssa, la conoce desde niñas, sabe cómo es ella y sus reacciones, por eso conserva la calma y sigue con lo que está haciendo.

—Todo el mundo afuera y el último cierra la puerta.

No hace falta que se los digan dos veces todos salen en tropel haciendo lo que se les han demandado. Alyssa la mira y levanta una ceja, ella le quita de las manos lo que tiene y la increpa de pronto ambas tienen una discusión acalorada en los establos.

—¡Te empeñas en defenderla!

—Sí, porque te empeñas en atacarla y no quieres verla más allá de lo que ya decidiste juzgar en ella. No ves que se esfuerza igual que cualquiera de nosotros, que intenta aprender y que quiere salvar estás tierras también, porque seamos realistas y sé que lo has pensando, si hubiera querido tomarse unas vacaciones con el dinero que tiene hubiera elegido cualquier destino, menos un rancho para venir a trabajar prácticamente gratis, a ensuciarse de mierda, sangre de los partos y barro.

Pero alguien que estaba buscándolas se acercó al establo en cuanto escuchó los gritos de ambas, la rubia no se imaginaba que los gritos de la acalorada discusión se debieran a su causa.

—¡No es eso! ¡¿Acaso no lo entiendes, Alyssa?! ¡Ya nos pasó una vez!

—Amor —dice la de ojos café, lo que dejó helada a la rubia, presentía que tenían una relación, pero ellas nunca demostraron que estaban juntás, no delante de alguien más—, sé que tienes miedo.

—¿Miedo? Estoy aterrada, no tengo miedo, eso sería leve, siento terror de que lo perdamos todo, las tierras, los animales, los cultivos, nosotras —dijo lo último en un susurro lastimero— Estoy aterrada, pero siento más miedo de que...

—Ella no es Rose, no va a dejarnos.

Definitivamente no entiende a que se refieren con eso ¿Acaso Rose era parte de ellas?

—La amábamos, la amábamos y no solo nos traicionó, sino que vendió las tierras a nuestras espaldas.

—Lo sé, lo sé. Pero jamás se las podríamos haber comprado —Alyssa se acerca a ella y la besa.

—Dijiste que no podíamos besarnos fuera de la casa.

—Lo sé pero parecía que lo necesitabas —Acaricia su mejilla apoyando su frente en la de ella—. Amor mírame —pero la castaña tiene la mirada clavada en el suelo—, Astrid por favor —entonces levanta la mirada—. Sé que ella no va a lastimarnos, ha visto todo lo que hacemos aquí, ha sido parte de todo y es parte nuestra también, ambas lo sabemos —acaricia su rostro.

Leanne está petrificada, sabe que no debería estar escuchando, que esto está mal de muchas maneras, pero su cuerpo no le responde para irse, para alejarse de ahí y caminar en sentido opuesto. Es que al parecer el tema de conversación la incluye y no puede, ni quiere perderse nada de esto. Astrid siempre ha sido reacia con ella, inclusive cuándo ha mostrado cercanía y preocupación, pero lo que le llama la atención, no es solo eso, sino que al parecer lo que ella siente, ellas también lo sienten, esto re afirma su teoría, no está loca y ellas la quieren.

—No quiero quererla —dice Astrid secando sus lágrimas apartándose un poco—, no quiero pensar en ella como pienso en ti, todo el tiempo, no quiero preocuparme por ella, como por ti, no quiero.

Dejémoslo a la suerte  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora