En cuánto llegan de vuelta a la casa de Aly, bajan las bolsas de las compras y la rubia guarda lo suyo en su camioneta, saluda a los niños chocando las manos con un saludo especial, le dejá a Nora unos moldes nuevos para torta, ya que vió que los que tienen están algo mal trechos y viejos, la mujer se emocionó demasiado, y a los niños también les dió unos autitos de juguetes.
—Sí que sabes como caerle bien a la gente —le dice Aly acompañándola a la camioneta.
—Debe ser la parte empresarial de mi ADN —se sube—, por cierto esto es para tu hermano —pasa el brazo por atrás y saca una bolsa—, sé que hay un festival al cual quería ir con la chica que le gusta, y de seguro le vendría bien ropa nueva, si tiene que cambiarlo, está el ticket de cambio adentro.
—Gracias —recibe la bolsa—, por todo lo que haces. Podrías quedarte con las tierras y todo lo que haces es ayudarnos —la castaña traga y observándola con esa mirada hipnotizante, se anima a preguntarle— ¿Por qué lo haces?
—Honestamente, no lo sé, quizás porque son buenas personas, trabajan un montón y me caen bien, incluso el Grinch de Astrid, que solo es una gruñona a veces, hasta que muestra que le importas y es protectora y cuidadosa.
—Ya lo has notado —dice Aly con una gran sonrisa y sus ojos se iluminan—, me alegra que puedas ver más allá de su mal humor. Entonces nos vemos esta noche.
—Nos vemos esta noche.
Alyssa se aparta del vehículo y ella se va, al verla marchar suspira y se lleva una mano al pecho, hacía mucho que no suspiraba así por alguien más que no fuera Astrid o... Rose. Entra a la casa luego de que todos han terminado su jornada y ve a Astrid acostada en el sillón de su despacho esperándola, cierra despacio la puerta y se sienta a su lado acariciando su mejilla mientras la ve dormir.
—¿Estás muy cansada? —le pregunta en cuánto ella abre los ojos por sus caricias, y toma su mano besándola para acomodarse cerca de ella.
—Un poco ¿Nos vamos? Quiero que lleguemos a bañarnos y acostarme un ratito mientras me haces mimos, hasta que me duerma. Tengo antojo se tus caricias —Aly sonríe.
—Creo que aunque seamos viejitas me va a seguir causando ternura, como eres conmigo cuando estamos a solas. Porque delante de todos eres una gruñona y conmigo eres un osito cariñosito —Astrid se ríe.
—No me compares con esos osos melosos de mierda.
—¿Ah no puedo? —se acerca a besarla con una sonrisa, acostándose frente a ella— Te amo —le susurra—, quiero que luego veamos un día para contarle a mi madre y a tus abuelos de nosotras —el acaricia la mejilla.
—Bueno sobre eso —la mira con algo de miedo—, mis abuelos lo saben, pero —le dice antes de que Aly se enoje— yo no les dije ellos se dieron cuenta solos, resulta que andar muy melancólica por mi "amiga" no era algo muy común. Mi abuelo lo supo desde hace tiempo, años diría yo, pero hay algo más —acaricia su rostro—, nuestros padres lo sabían, tu papá iba a hablarlo con tu mamá antes de lo que pasó, para cuando decidiéramos decirles, que tú sintieras el apoyo, mientras ellos asimilaban todo antes con tiempo.
La reacción menos esperada, Alyssa se pone a llorar y Astrid la abraza, ambas se aferran con fuerza la una a la otra. El alivio recorre a la castaña de ojos marrones, al menos su padre lo sabía y la aceptaba.
—¿Estás bien? —la otra asiente— Si tu mamá te ve salir con los ojos así por haber llorado va a lincharme y darme el sermón de mi vida —Aly ríe.
—Siento alivio —la abraza quedando bajo su mentón pegada a su pecho—. Me siento más liviana. Espero que mi madre también lo acepte.
—Lo hará, tal vez le tome tiempo, pero lo hará. Eres su única hija.
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Dejémoslo a la suerte
RomanceUna excéntrica mujer de negocios, dos vaqueras que intentan salvar su granja, una amistad con una, una rivalidad con la otra. A veces el amor está en quien menos te lo esperas, como en la mujer de negocios que llega a comprar sus tierras y Alyssa co...