20 Normalidad

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Leanne logra calmarse luego de un rato y habla con sollozo, sentada en la orilla de la cama, con la cara roja, ojos labios y nariz. Parece que se agarró a pelear con tres luchadores profesionales de boxeo, en un ring callejero.

—Iba a decirles, quería contarles —mira al suelo—. Pero cómo se hace para hablar de algo así, fue más fácil contarlo cómo sino no hubiera conocido al desgraciado y como si yo no le hubiera dejado a mi hija en sus manos.

—Majestad —Astrid se sienta a su lado y acariciar su espalda, a lo que la rubia se deja caer sobre su pecho—, no es necesario que sigas diciendo nada, no te juzgamos, te entendemos y te aseguro que yo hubiera sido capaz de ayudarte a torturarlo.

—Ni siquiera recuerdo bien que le hice, solo cuando vi las fotos comprendí la magnitud de mis actos —le da el vaso vacío a Aly del otro lado, que agarra su mano.

—¿Quieres dormir? —le pregunta besando su mano.

—Sí, pero ¿Se quedan conmigo?

—Claro.

Astrid a su espalda, ella en medio y Aly frente a ella, que le acaricia el rostro, mientras sostiene una de sus manos, ya que la otra la tiene Astrid abrazando su cintura. Alyssa besa su frente, pegándose más a ella para que quede en su pecho, una vez que se relaja y logra dormirse ve a Astrid del otro lado, que besa el hombro de la rubia y se pega aún más a ella.

—Nos quedaremos con ella —dice la de ojos negros y Aly ríe.

—Solo si le limpias tú, el pis y la caca.

—¡Alyssa! —la reprende en un susurro— no es una mascota.

—Lo hiciste sonar así, amor.

—Sabes a lo que me refiero.

—Sí, lo sé —acaricia el brazo de Leanne—. Se quedará con nosotras.

Ambas durmieron un rato largo y Leanne despertó tapada, creyendo que quizás todo había sido un sueño, hasta que vió su ropa aún tirada en el suelo, el vaso de agua vacío en la mesita de luz, la campera de Astrid en una punta de la cama y el murmullo de ellas que se escuchaba en la cocina.

—¿Qué le falta? —le pregunta Aly dándole en la boca un loco de lo que cocina a Astrid.

—Sabor.

—Ay que tonta, tú no vas a comer.

—Gracias a Dios.

Astrid se ríe y se gana un golpe en el estómago, pero toma a Aly y la abraza besándola, a lo que ella se deja. Leanne suspira y las observa interactuar desde lejos, le encanta que ellas sientan confianza con ella para ser ellas mismas cuándo están las tres a solas, lo que no dice y a veces piensa, es que le gustaría ser parte de ellas.

—¿Descansaste? —le pregunta Astrid acercándose y le toma la mano, mientras Leanne asiente— ¿Tienes hambre? Aly está haciendo de comer algo riquísimo —niega con la cabeza—, ya verás lo delicioso que hace de comer Aly —hace el gesto de vomitar y la rubia ríe. Entonces la cocinera le encesta a su novia una nalgada.

—No te preocupes en ponerte plato, que no vas a comer de esta porquería que he cocinado, Shepard.

—Ay amor, no seas así.

—¿Cómo te sientes Lea? —le coloca una mano en la boca a Astrid que sigue hablando y quejándose, en cuanto quita su mano—, ignorala se cansará pronto —toma su mano— ¿Lograste descansar?

—Sí, gracias por quedarse.

—Lo hicimos de corazón —acaricia su mejilla—, siéntate que ya noa sirvo a ambas un plato de comida, ya que Astrid comerá un huevo revuelto.

Dejémoslo a la suerte  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora