¿Quién es la única que puede mantener quieta a Astrid Shepard?, Alyssa Parker, y solo por un tiempo no muy prolongado.
Ya han pasado dos semanas y las placas mostraban que su pierna está soldando bien, por ende ella lo tomó cómo un "puedes moverte", pero con cuidado. Al menos es lo que ella pensó, entonces espera que Aly se vaya y manda a Mateo a buscarla.
—Jefa, la patrona se va a enojar.
—Yo me encargo de Aly —tira las muletas atrás en la camioneta para subirse cojeando—, llévame a la granja, pero vamos a estar lo más lejos posible de ella.
Llegan a cargar los fardos de pasto para darle de comer a los caballos, ella se sube atrás en la camioneta y ayuda a descargar los fardos, cuando ven el peligro a lo lejos y sus dos empleados hacen lo que cualquiera con dos piernas funcionales haría en su lugar, correr lejos de Aly.
—¡Cobardes! —les grita Astrid—, les voy a bajar el sueldo —murmura para si misma—. Si tan solo yo pudiera correr los pasaría.
—¿¡Qué haces acá!?
—El doctor dijo que ya estoy bien y puedo moverme un poco más...
—El doctor dijo —se baja del caballo enojada—, que el hueso está soldando bien, que te tienes que cuidar, que puedes moverte un poco más, pero no forzar la pierna. Ven —Astrid se hace hacía atrás y se baja rápido de la camioneta, pero Alyssa da un salto se le pega a ella por la espalda sin dejarla abrir la puerta—. Que si quiera pienses que puedes huir, hasta me da ternura —cierra la puerta y le muerte el hombro—. Agradece que estamos trabajando, Shepard, subete a la camioneta ¡Muchachos ya vuelvo y hablamos unas cositas! —les grita a sus empleados a lo lejos.
Se sube a la camioneta dejando su caballo para que la castaña lo lleve de la correa mientras la camioneta avanza despacio, Astrid va callada a su lado.
—Yo ya puedo hacer cosas...
—Sin hablar, por favor, no te pregunté si puedes o no. No eres consciente de que puedes hacerte daño, nunca lo has sido, por eso yo tengo que cuidarte y si para hacerlo tengo que atarte a la casa y ponerte una correa —la mira directo a los ojos—, lo haré. Bájate de mi camioneta.
—¿No vas a ayudarme?
—No, ya que al parecer eres bastante hábil y puedes sola —pero aún así, le abre la puerta apareciendo del otro lado—. Astrid hay que trasquilar a las ovejas que quedan, lo hemos venido postergando porque el trasquilador ha tenido demasiado trabajo y tú eres quien sabe hacerlo. Si te asigno...
—Sí, lo haré —dice la castaña como un niño entusiasmada.
Aly le sonríe, la ama tanto que al verla así se le olvida el enojo y sonríe. Mira hacía todos lados y le regala un beso fugaz en la boca.
—Le llevaré la camioneta a los muchachos de vuelta, espérame aquí.
Se va, se demora un momento y vuelve con quién menos quería ver de copiloto, la recién llegada, Leanne. Aunque la relación entre ellas ha mejorado un poco, siguen habiendo asperezas, sobre todo aún por parte de Astrid. Alyssa y ella bajan de camioneta de Leanne.
—Hola —la saluda la rubia.
—No vas a mandarme a trasquilar con ella ¿O sí?
—Astrid, sinó quieres, puedo llevarte a tu casa. Ya traigo la camioneta.
Leanne no se fue en buenos términos con Astrid, la última vez hace una semana exacta. Discutieron cuando fueron a hacer algo tan simple como sacar los huevos del gallinero y Astrid estaba de mal humor... como lo está de manera habitual.
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Dejémoslo a la suerte
RomanceUna excéntrica mujer de negocios, dos vaqueras que intentan salvar su granja, una amistad con una, una rivalidad con la otra. A veces el amor está en quien menos te lo esperas, como en la mujer de negocios que llega a comprar sus tierras y Alyssa co...