Citan a toda la familia a cenar, las tres están nerviosas, a Leanne le transpiran las manos como a Astrid, sus abuelos algo sabían por lo de Rose y vieron como estaban ellas con la veterinaria, era cuestión de tiempo la confirmación. La madre de Alyssa ha estado seria y algo enojada, estos días con ellas fuera le llegó un rumor y no ha tenido la oportunidad de hablar con su hija ya que al llegar se puso a trabajar y luego organizó una cena para en la casa.
Todos están en el hogar, Parker, Alyssa cocina y Astrid le ayuda, Leanne se mantiene al márgen, sacan la carne del horno y sirven las ensaladas, su madre ayuda a preparar todo en silencio, limitándose a observar a las tres, mira a la doctora como observa a las mujeres a su espalda, como se le ilumina el rostro cuando cualquiera de ellas le habla con una gran sonrisa. Terminan de cenar, lo que su madre casi no come y les piden reunirse en el living de la casa como la vez anterior, pero esta vez Nora las observa a las tres enojada.
—Mamá y familia —dice Aly.
—Abuelos —agrega Astrid.
—Queriamos decirles que —le extienden la mano a Leanne, ella se levanta y las toma—, Leanne es nuestra...
—Entonces es verdad —interrumpe su madre—, todo lo que cuentan en el pueblo es verdad, a mi hija no solo le gustan las mujeres, sino que ahora también es promiscua y tiene dos parejas. Menos mal que casi no comí —se levanta Nora—. Te acepté a Astrid, acepté que te gustaran las mujeres, acepté que ya ni siquiera comas con nosotros y casi no duermas aquí, pero esto —las señala— ¿Las tres? ¿En un año tendrás un harem? Es lo que te falta. Espero que no piensen casarse y si lo hacen, que jamás tengan hijos...
—¡Cállate! —le dice Aly enojada levantando la voz— ¡Cállate de una puta vez! ¡¿Crees que te estoy pidiendo permiso?! ¿Crees que las voy a dejar porque a ti no guste? Esto es una mera formalidad, y para tu información, Rose no era solo nuestra "amiga" —su madre abre los ojos grandes—. Llevo 10 años haciéndome cargo de esta familia, de estás tierras, de ti —la señala— porque estabas tan deprimida que ni siquiera podías críar a mis hermanos y tuve que también hacer de mamá para ellos con 19 años. Ellas me hacen feliz y me importa poco lo que digan estos pueblerinos desagradecidos, cínicos y chismosos. Si no quieres ser parte de mi vida, está bien, no lo seas. Una cosa más, Nora —le dice enojada señalandola—, no solo son mis parejas, voy a casarme con ambas y vamos a tener hijos. No estás invitada a la boda, ni a formar parte de la vida de tus nietos, sino quieres hacerlo, la verdad que no me interesa tener a una persona como tú, que se cree mejor que nosotras, y es igual a esos pueblerinos.
—¡Está mal Alyssa! Una cosa es tu elección, que no lo entiendo, porque Dios hizo al hombre y a la mujer por algo, pero tener dos parejas. No solo eres una degenerada, eres promiscua, son las tres...
—¡Qué te calles! —le grita.
—Nora —el abuelo de Astrid intenta poner paños fríos—, mejor nos calmemos y hablamos bien las cosas, las chicas no le hacen daño a nadie...
—Se irán al infierno ¡¿De qué me hablas?! —le dice al hombre— ¿Cree que quiero que mi hija esté condenada el resto de la eternidad por esto? —las vuelve a mirar— Si sigues con esto, no te quiero aquí, no quiero que vuelvas a pisar estás tierras.
—Mamá... —le dice Archer, entonces Alyssa siente un fuego nacer en su interior y un enojo que jamás había sentido antes.
—Tú y cuántos más van a evitar que pise mis tierras, nuestras —señala a sus hermanos—, estás tierras eran de la familia de mi padre, por ende por línea de sangre tenemos más derecho nosotros de estar acá que tú, que eras una muerta de hambre y mi padre te sacó del pozo de miseria y hambruna y piojos, dónde vivías —sus palabras son filosas y largadas como flechas para dar golpes precisos hacia su madre, Astrid y Leanne intentan frenarla, pero su verborragia es incontenible por la ira que siente—. Te repito me vale ¡Una mierda tu permiso y aceptación! Disculpa si pareció que te estaba consultando sobre las desiciónes que tomo con mi vida adulta y privada con casi 30 años, Nora —toma su abrigo a sus mujeres de la mano más las llaves de la camioneta y la casa—. Una cosa más el infierno con ellas, va a ser mejor que ir al cielo contigo, mujer santa, correcta y pura, de paso también cuando baje le mando saludos a tu hermano y tu padre, que intentaron ambos manosearme cuando era una niña de 14 años ¿O te olvidas de cómo papá y el padre de Astrid le rompieron la cara a ambos y por eso nadie de tu familia piso nuestras tierras de nuevo? —su madre baja la mirada al suelo— Veo que tu moral y memoria es selectiva. A mí dime lo que quieras, pero no te permito, ni voy a permitir que hables de mis mujeres ¿Me escuchaste? Di algo más en contra de ellas y tendrás que buscarte un lugar dónde vivir, y te aseguro que no va a temblarme el pulso para sacarte de patitas a la calle.
La mujer se larga a llorar y Alyssa sale enfurecida, Leanne le saca las llaves de las manos y maneja ella, en este estado no puede manejar, Alyssa opta por subirse atrás, cortan camino por el interior de las tierras donde no hay divisiones de las propiedades y van directo a la casa de Leanne. Alyssa llora de manera desconsolada en el asiento de atrás mientras Astrid intenta contenerla, al llegar a casa la veterinaria estaciona y baja rápidamente para subirse atrás del otro lado, entre ambas intentan contener a Aly.
—¿Quieres que bajemos para entrar a casa? —pregunta la doc y ella asiente. Tomando sus manos ingresan a su hogar—. Aly, cariño...
—No tenía derecho a decir nada de lo que dijo, no pensé que seria fácil, pero tampoco me esperaba esa reacción de ella —dice secándose las lágrimas que aún salen—. Lo peor es que me arrepiento de todo lo que le dije enojada, la lastimé cuándo me sentí herida, cuando dijo eso de ustedes —acaricia el rostro de ambas—, no voy a permitirle ni a ella, ni a nadie que hablen mal de ustedes, las mujeres que amo -ambas besan las palmas de sus manos.
—Ya estamos en casa y estás con nosotras, tratemos de descansar —dice Astrid—, mañana será otro días y resolveremos que hacer —escuchan una camioneta estacionarse afuera y Astrid ve que es Archer—. Ya vuelvo —se levanta besando su frente—, vayan acostándose.
Leanne le ayuda a Aly a vestirse para dormir, abre la cama y sus brazos para que se acurruque con ella hasta que llegue Astrid, que demora más de lo que esperaban, entre caricias Alyssa logra dormirse aunque también lo hace llorando.
—¿Cómo te fue? —le pregunta susurrando Lea a Astrid que se acuesta a espaldas de Aly.
—La verdad que no sé —suspira—. Nora se quedó mal y mis abuelos se quedaron hablando con ella, Archer vino a ver cómo estaba Aly, mas que a confrontarla, pero por las dudas no quise que la viera. Mañana veremos cómo resolverlo.
—Las amo As —acaricia por encima de Aly a Astrid— y me duele ver así Aly y no poder hacer nada. Yo no quería que esto pasara, el pueblo entero está en contra de nosotras —suspira mientras piensa y besa su frente— ¿Lo sabías? —mira a Astrid—, lo de su tío y su abuelo.
—No, pero sabía que algo había pasado, aunque ella nunca me lo quiso decir. Si supe que su padre los había golpeado y hasta mi padre se unió a pegarles, los empleados se los sacaron de las manos, pero jamás supe el porqué, quizás por eso siempre quiera mantener el control —suspira y besa su cabeza—. Su madre lo sabía y jamás dijo nada.
—No es algo fácil de hablar, amor, démosle su tiempo. Al menos ahora lo sabemos y podemos estar para ella —ambas se acercan más a Alyssa en medio y la besan acariciándola despacio.
—Gracias —mira Astrid a Leanne—, por seguir a nuestro lado, aunque no es fácil.
—No sé, si eso les conviene, Astrid —frunce el ceño al escuchar su nombre—, mi presencia les has traído solo problemas —suspira.
—Pensé que ya habíamos superado la etapa de los nombres y de que eres lo mejor que nos ha pasado...
—Yo también lo pensé —habla Aly que no estaba tan dormida—. Si están cuchicheando no puedo dormir —se pega a Astrid para ver a Leanne a los ojos—. A ti te hablo y te digo esto antes de que siquiera andes considerando dejarnos por lo que dicen en el pueblo, te marchas, Everlake, y dónde te encuentre te castigo en público. No puedes dejar a tus novias —Lea está a punto de hablar—, sin peros, nos pediste ser tus parejas, y accedimos sabiendo lo que eso conlleva, ni Astrid ni yo nos arrepentimos de ser las tres, aunque si me arrepiento de haber sido tan buena, con tantos mal agradecidos chismosos. Lo único interesante que ha pasado en este pueblo somos nosotras y las "misteriosas" muertes de las gallinas de las iglesia. Vamos a resolverlo, en alguno momento hablaré más tranquila con mi madre, pero no hoy, ni quizás tampoco mañana. Ahora solo quiero estar entre ustedes y tratar de dormir —besa a cada una y se acomoda para conciliar el sueño.
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Dejémoslo a la suerte
RomanceUna excéntrica mujer de negocios, dos vaqueras que intentan salvar su granja, una amistad con una, una rivalidad con la otra. A veces el amor está en quien menos te lo esperas, como en la mujer de negocios que llega a comprar sus tierras y Alyssa co...