Alyssa cada vez ve a Leanne con mucha más hambre y necesidad de adentrarse en ella, de probarla, de tocar cada retazo de su cuerpo. Astrid no está muy lejos de Aly, ya es verano y las visitas al río son más frecuentes, la poca ropa, el cuerpo de Leanne bajo el sol, y encerrado en diminutos pedazos de tela que es ese bikini no deja mucho a la imaginación.
La pregunta es ¿Cuándo ella estará lo suficientemente lista para estar en ese nivel con ellas?
—¿Cerramos?
—Sí.
Astrid coloca llave y da vuelta el cartel de cerrado, luego vuelve atrás de ellas, me corre el cabello del costado de su cuello y deja pequeños besos esparcidos, Leanne sonríe y se aclara la garganta.
—Si hacen esto cada vez que vienen, no puedo concentrarme en acabar.
—Tranquila que de que acabes nos encargaremos muy bien nosotras.
—Amor —suelta un gemido cuando la besa, apretando su cabeza contra su cuello—, Astrid por favor.
—Dime.
Se separa apenas de ella para cambiar de lugar al otro lado de su cuello y Leanne se levanta, para besarla, la de ojos oscuros la sube sobre el escritorio.
—No puedo concentrarme si te pones así.
—¿Así cómo? ¿Así? —la trae más a su cuerpo colocándose entre sus piernas y metiendo sus manos entre medio de su ropa subiendo la parte de arriba de su ambo— ¿Cuándo? ¿Cuándo nos dejarás complacerte? —baja por su cuello a la clavícula—. Tocarte como queremos. Te deseamos Lea, te deseamos desde hace tiempo. Ya cumplimos tres meses juntas y solo los besos se me hacen escasos.
—Lo sé, a mí también, pero no sé como hacerlo —se separa— ¿Cómo estar con ustedes? No sé cómo estar con una, menos con dos mujeres.
—¿Era eso lo que te preocupaba? —Astrid sonríe— Lo que haremos, lo haremos juntas y siempre respetaremos hasta dónde puedas y decidas llegar. Vamos Aly nos espera para nuestra cita y sabes como se pone si llegamos tarde.
Ayuda a bajar a Leanne del escritorio y ambas salen de la mano, llegan a la casa de veterinaria, para entrar y ver a Aly silbando mientras apaga el fuego de la olla dándoles la espalda muy concentrada, se dividen para acercarse a ella por ambos lados.
—Llegan tarde —ambas se ríen—, lo dejaré pasar por ser nuestro aniversario. Lavense las manos y a comer.
Ambas se toman las manos para ir al baño, Astrid que es la más afectuosa la llena de besos en ese corto camino de ida y vuelta. Al sentarse en la mesa mientras Aly deja la olla, As le aprieta el trasero y la otra le sonríe para sentarse, Leanne se ve tentada a hacer lo mismo, pero no lo hace.
—Arreglé algunas cosas en mi casa, hablé con el Dom Herrero, estará a cargo estos días —dice Aly y las otras dos se miran dejando sus vasos en la mesa—, llevamos tres meses juntas y quiero que sea un aniversario diferente.
—¿A dónde iremos?
—Es sorpresa, pero ya empaque y subí todo a tu camioneta amor —le dice a Leanne—, espero que no te moleste, es la más nueva de las tres y el viaje es un poco largo. Que antes de que vuelvan a preguntarme les reitero que es sorpresa, así que solo queda bañarnos e irnos, estaremos ahí 4 días.
Mientras Leanne lava los platos las otras dos se meten a bañar juntas, para ahorrar tiempo y agua, luego lo hace ella y antes de que siquiera lo piensen las tres están subidas en la camioneta. Leanne va con el corazón algo acelerado, y pensando en demasiadas cosas, sabe que quizás en estoa días ellas tres estén juntas, hace tiempo las caricias van subiendo se nivel, al igual que los besos y Astrid se lo ha dicho de manera directa, quieren estar con ellas y no es que no lo sepa, porque aunque Aly no lo diga directamente sus miradas, toques y caricias hablan por ella.
El lugar es una casa a la cual se llega por una huella, dejan la camioneta en el estacionamiento para bajar los bolsos y antes de que lleguen con la última maleta adentro de la casa, la lluvia moja a Leanne. Aly mira por la ventana sus planes frustrados, pero recuerdan la primera vez que se quedaron ambas en la cabaña mientras una lluvia torrencial azotaba afuera.
—No tenía planeado el mal clima —dice Aly frustrada, sentándose en el sillón—, lo lamento, de haberlo sabido nos quedamos en casa, quería que esté aniversario fuera especial.
Leanne se agacha frente a ella mojada con la ropa pegada al cuerpo, Aly y Astrid no pueden evitar ver como se le pega la ropa y suspirar.
—Amor, es espacial, estamos las tres juntas, ya veremos que hacer.
—Como jugar a twist sin ropa —Astrid se ríe y se gana un almohadazo.
—Debería ir a ponerme algo seco, ya vuelvo.
Leanne se levanta para ir por algo seco, deja la puerta la puerta abierta de la habitación no hay necesidad de cerrarla si no es la primera vez que está en ropa interior delante de ellas. Va hacía la cocina solo en bragas y brasier a buscar su maleta, la mirada de las otras dos y la conversación que tenían se corta al verla pasar así, ambas suspiran sin quitarles los ojos de encima, ella toma el bolso tratando de obviar eso y se mete a bañar, sabe que esta noche, será la noche.
—Deberíamos traer los colchones para el living, es más romántico dormir frente a la chimenea ¿No les parece? —dice Lea y las tres traen los colchones corriendo los sillones— ¿Qué tenías pensado hacer? —se acerca a Aly, besando cuello por atrás—. Aún podemos improvisar sobre la marcha, también tenemos que entregarnos nuestros regalo antes de que acabe el día.
Se sientan a cenar y antes de que acabe la noche Astrid enciende la leña, mientras las chicas traen la caja con los regalos se sientan en los colchones. Una vez que están las tres juntas y con el vino más las tres copas llenas comparten se comienzan a entregar los regalos. Astrid les entrega en suyo unas correas de cuero para sus caballos con sus nombres marcados en ellas, el de las tres, ella también tiene un juego, llegando el turno de Aly saca una caja que tiene un dije de una corazón de plata dividido en tres con las iniciales de las tres talladas en el reverso, al llegar el turno de Leanne el corazón le late muy fuerte y sus respiración es agitada, solo tienen la luz que sale de las llamas de los maderos, ya q decidieron apagar la luz, se para y deja caer la bata de seda negra, mostrando su conjunto interior color rojo.
—Yo les tengo un regalo, pero parte de lo que voy a darles es a mí misma esta noche, entregándome a ustedes y pidiéndoles a ambas si quieren ser mis novias —extiende una caja con dos anillos de plata—, para hacerlo oficial.
—Yo si quiero —dice ansiosamente Astrid—, ser y hacerte todo hoy —entonces miran a Aly.
—Tambien acepto, pero antes de que lo que va a pasar ahora —deja las copas y la botella de vino lejos—, tienes que saber que me gusta tener el control —se coloca el anillo—, no me gusta repetir las cosas —la besa—, seremos amables —vuelva a besarla y luego a Astrid—, pero si me desobedeces, habrá un castigo —entonces entre ambas se van deshaciendo de su ropa.
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Dejémoslo a la suerte
RomanceUna excéntrica mujer de negocios, dos vaqueras que intentan salvar su granja, una amistad con una, una rivalidad con la otra. A veces el amor está en quien menos te lo esperas, como en la mujer de negocios que llega a comprar sus tierras y Alyssa co...