Los días pasan y ni Aly, ni su madre se hablan, si tiene que entrar a la casa lo hace directamente a la oficina o al baño. Sacó todas sus cosas al día siguiente y las llevó a lo de Leanne, de todas maneras pasan más tiempo allí que cada una en su propia casa, ya que ella tiene la cama más grande y el acceso al río dónde se saben perder a menudo.
—Aly ¿Podemos hablar?
—¿Sobre? —le pregunta a su hermano secando el sudor de su frente.
—Ya sabes sobre qué.
—No, gracias. Ella tomó una postura y yo tomé la mía.
—Se dijeron ambas cosas hirientes, Alyssa. Mamá no ha dormido en todos estos días, se la pasa llorando o deambula por la casa como un zombie.
—Aja y a mi qué ¿Crees que yo la estoy pasando muy bien? ¿Sugieres que yo bajé la guardia y vaya a pedir disculpas primero? No. Ya me cansé de ser siempre quien cede. No la necesito para hacer mi vida y si va a tener esa postura con respecto a nosotras, dudo mucho que quiera ser parte y tampoco la quiero así.
—Es imposible hablar contigo Alyssa Parker —su hermano se va frustrado.
—Por cierto niñato, toma —le tira unas llaves—, estoy cansada de que uses mi camioneta, feliz cumpleaños, es de parte de las tres —el joven dibuja una amplia sonrisa—, trata de no hacer bebés en tu nueva camioneta.
—¡Alyssa! —se pone rojo y ella se ríe.
Archer corre al garaje y ahí está su camioneta, usada, pero en buenas condiciones.
—Aly ¿De verdad es mía? —dice emocionado—, mira que una vez que me suba no hay vuelta atrás.
—Sí, de verdad es tuya, enano —aparece Astrid.
El joven abraza a sus cuñadas y hermana, se sube a la camioneta y toca el tablero, cierra la puerta despacio y arranca. Aly se sube a su lado y cierra la puerta bastante fuerte.
—Oye con cuidado.
—Claro el mismo cuidado que has tenido tú tantas veces con mi camioneta —se queda callado— ¿Vas a llevarnos una vuelta? —le hace seña a sus mujeres, Leanne sube a su lado y Astrid va atrás.
Archer más que feliz las lleva a dar una vuelta, las deja en la granja y luego pasa por sus hermano y madre que al llegar intercambian miradas con su hija, pero no se dicen nada. A la hora del almuerzo, ellas como siempre se van y vuelven para la segunda parte de la jornada.
Así están unas semanas, la casa se siente tensa, madre e hija están tensas, sus hermanos en medio, sobre todo Archer intenta convencer a cada lado para que hablen, pero pronto se cansa y desiste. Por su parte Leanne y Astrid también han intentado que Aly ceda o al menos escuche a su madre, pero la castaña está negada a hacerlo.
—¿Vendrán a mi cumpleaños mañana? —le pregunta su hermano.
—Claro ¿Qué necesitas que traigamos?
ESTÁS LEYENDO
Dejémoslo a la suerte
RomanceUna excéntrica mujer de negocios, dos vaqueras que intentan salvar su granja, una amistad con una, una rivalidad con la otra. A veces el amor está en quien menos te lo esperas, como en la mujer de negocios que llega a comprar sus tierras y Alyssa co...