4 Un descanso

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Leanne Everlake llega totalmente agotada a su hotel, de hecho se toma un momento para bajar de su camioneta ya que ni siquiera tiene fuerzas para abrir la puerta. Una vez que llega a su habitación luego de que varios huéspedes le hicieran mala cara por su nauseabundo olor, se mete con ropa y todo al baño, tira la ropa en una bolsa inclusive su ropa interior que tiene impregnado el olor a mierda. Toma una barra de jabón y se restriega la piel con mucho ahínco, se lava tres veces el cabello con shampoo y acondicionador mientras insulta a Astrid Shepard y espera que ella no pueda sacarse el olor a mierda de la piel. Cuando termina de bañarse se coloca crema, perfume y aceites para hidratar su piel.

Mira la cama y cae rendida, mirando el techo.

—Te odio Astrid Shepard y eres mi enemiga número uno.

Se levanta para comer a duras penas con las fuerzas que le quedan la comida que compró de camino al hotel, se olvidó de pedir cubiertos así que come con la mano, totalmente agotada, se mira a si misma en este estado deplorable y vuelve a pensar "Astrid Shepard te odio". Se chupa los dedos, se lava las manos y se mete en la cama, se duerme de manera casi instantánea y parece que solo fue un parpadeo, ya que la alarma suena y aunque han pasado casi 12 horas, durmiendo, siente que apenas se ha acostado.

—Au —se voltea a apagar la alarma— au, me duele respirar ¿por qué Dios? Ah sí, por la culpa de Shepard.

Se levanta para ir al baño, a duras penas, se suena los huesos y estira los músculos adoloridos, se toma dos ibuprofeno, y pronto el estómago que ruge le recuerda que no ha comido nada. Camina hasta el bufet del hotel y ve como dos trabajadores se quejan de que alguien parece que se cagó encima y tiró la ropa en el basurero, claro que fue ella y claro que fingió demencia.

—Buenos días —le dice a Alyssa.

Viene saliendo de la casa con una taza térmica entre los brazos, haciendo uso de toda fuerza y poder mental, camina y trata de actuar como si no le doliera todo.

—Buenos días, pensé que necesitarías dos horas más de descanso, no te esperaba tan tempano hoy.

«Yo más bien diría dos días, pero no le daré el gusto a Astrid, de verme derrotada»

—Estoy bien —«solo parece que me atropello un tren con 20 vagones»— ¿qué haremos hoy?

—Tú, nada, quiero que veas como domamos a los caballos que ya están listos. Astrid y los demás se están preparando. Hoy el trabajo pesado lo harán ellos, también me gustaría mostrarte las tierras de las granjas y que conozcas lo que plantamos y que hacemos aquí, no veremos todo hoy, es demasiado para un día, pero podemos comenzar por algo.

«Si logro que te enamores de estas tierra tanto como las amamos nosotras, tal vez nos des más tiempo»  piensa Aly.

—Claro.

Leanne le agradece tanto a Alyssa por ser tan buena con ella que podría abrazarla y llorar, le duele todo el cuerpo. Llegan al lugar donde están los demás y ve a Astrid seria, cargando y preparando la montura, no parece estar afectada por todo el exhaustivo trabajo de ayer. De pronto se acerca y le extiende una bolsa.

—Hola —le dice seria—, te la olvidaste ayer y me la llevé para lavar, está limpia y no tiene feo olor.

—¿Gracias? —mira adentro de la bolsa y hasta parece que la ha planchado. Aly le sonríe y asiente con la cabeza— Entonces ¿quiénes van a domar? —le pregunta a la de ojos marrones a su lado.

—As, Leo y Oliver. Ven podemos verlos desde aquella cerca más de cerca y seguras.

Se colocan en la cerca, Aly sube para sentarse sobre la misma, pero Leanne prefiere tomar un banquito y quedarse cerca del suelo, no confía en la fuerza de su cuerpo para reaccionar rápido si un caballo se descontrola. El primero en subir es uno de los jóvenes, que mira hacia dónde está la rubia, a las chicas no se les ha pasado por alto que sus empleados miran bastante a Leanne y es que si tiene su atractivo, piernas y trasero firmes, cabello dorado aunque claro que es teñido, piel blanca, que se ve tersa, y unos ojos miel que hace que la conjunción con su boca algo pequeña, pero con un arco de cupido bien marcado con el labio superior algo más carnoso que el inferior, den la combinación para una belleza espléndida. Ellos quieren impresionarla y Astrid quiere impresionar a Aly.

Ambos lo hacen muy bien, pero la rubia ni siquiera se inmuta ante eso, es que estaba tan cansada que de hecho se durmió un momento, es el turno de Astrid sale con el caballo relinchando y dando patadas al aire como loco, lo que hace difícil maniobrar con él en su lomo, pero ella se agarra firme, hasta que una mala maniobra la hace caer y él animal la patea en una pierna. Leanne corre sacándo fuerzas de no sabe dónde, solo sabe que antes de parpadear dos veces su cuerpo ya estaba corriendo camino a Astrid tirada en el suelo, llegando a su lado junto a Alyssa.

—Quedate quieta —le dice la rubia—, creo que te quebro, necesito revisarte.

Astrid se está aguantando el dolor, aprieta los labios en una delgada línea, respira de manera agitada y está pálida tomando fuerte la mano de Aly. El caballo sigue incontrolable, se desata y se acerca a ellas de manera peligrosa, por instinto Leanne tira a Alyssa al suelo, cubriendo a Aly y Astrid con su propio cuerpo, no se les quita encima hasta que el animal es sacado relinchando furioso del lugar.

—Trae la camioneta, Leo —le ordena Alyssa a uno de los jóvenes.

—Trae la mía —la rubia le tira las llaves—, tenemos que inmovilizar la pierna, sino le dolora mucho el ajetreo —le dice a la de ojos cafés—. Escúchame muy bien Astrid, estudie medicina 4 años, tienes una quebradura, tengo que inmovilizar tu pierna ¿Puedo hacerlo? —la de ojos negros asiente— Aly necesito que me traigas una tabla, madera, caño, o algo firme y recto de más o menos el tamaño de su pierna, entre más mejor, también cuerdas o telas para atarla —la castaña corre a buscar lo que le pidió—. Astrid sé que te duele, pero lo estás haciendo bien, iremos lo más rápido posible al hospital —le acaricia la frente— ¿Está bien? —la castaña asiente sin poder hablar del dolor.

Todos llegan al mismo tiempo, con ayuda y mucho cuidado la entablillan y luego la levantan, ella grita del dolor respirando de manera acelerada y la suben en los asientos de atrás de la camioneta, Leanne va de piloto, guiada por uno de los jóvenes, Alyssa va atrás junto a Astrid tomando su mano y acariciando su rostro, quiso besarla pero se contuvo mordiendo su labio inferior, ambas se miran. Al llegar al hospital, colocan una camilla y la bajan con cuidado, las mujeres esperan en la sala mientras le hacen placas.

—Vete, yo me quedo a esperar.

—No, quiero quedarme —dice la rubia—, quiero ver que te dice el médico o si es necesario llevarla a otro lado.

—No hay otro lado, este es el hospital más completo del pueblo.

—Hay otras opciones si es necesario, la llevaremos a otro lado si este lugar no me convence —ambas son interrumpidas cuando llega el abuelo de Astrid, un hombre muy parecido a ella.

—¿Dónde está mi niña?

—August ella está siendo atendida, el médico aún no nos dice na....—el doctor sale.

—Familiares de Astrid Shepard —todos se acercan—. La buena noticia es que no es para operación, no está astillado el hueso —les muestra la placa— y el corte de la quebradura fue limpio ¿Ven? —al menos Leanne está satisfecha—. Vamos a enyesar y tiene que estar inmovilizada un mes la pierna, por lo menos, sacaremos otra placa para control en 15 días. Me sorprende que ni siquiera se ha quejado.

—Astrid es así.

—¿Es el señor Shepard? —le pregunta al abuelo de As y él asiente—, sabía que el apellido se me hacía conocido, yo fui compañero de la secundaria de su hijo, él me ayudo mucho en aquéllos tiempos, haré lo mismo por su nieta. Era un gran hombre.

—Lo era y gracias doctor.

El hombre se retira, luego de estrecharles la mano. Alyssa le pide al hombre que vuelva a la granja con sus empleados, ya que Leanne se niega a irse, ellas llevarán a Astrid a su casa y Alyssa se quedará con ella es la única que puede lograr que ella esté quieta. Una vez que está lista para irse la ayudan a subir a la camioneta, ahora con los calmantes puestos, el dolor se hace soportable.

Dejémoslo a la suerte  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora