18 Somos...

155 26 4
                                    

—¿Dónde vas a dormir? Esta casa es demasiado grande y fría, las habitaciones de arriba suelen ser algo heladas en invierno y noches como estás —Pregunta Astrid.

—Supongo que conocen el lugar mejor que yo —sonríe—, se debieron de quedar mucho a dormir cuando eran chicas ¿Cómo hacían para calentarse en ese entonces?

Ambas no pueden evitar ocultar su rubor, Aly da un trago a su vaso y Astrid sigue comiendo de su plato.

—Muchas frazadas —dice la de ojos cafés.

—Aparte de los cuerpos de las tres —Astrid sonríe y Leanne está seguro que esquivo una patada de Aly bajo la mesa—, ya sabes pijamadas de adolescentes.

—¿Y de grandes ya no hacían eso?

—¿Pijamadas no? Bueno si nos hemos quedado a dormir —"sin pijama" dice entre dientes y tomando de su vaso de agua esquivando otro golpe de Aly—. Entonces ¿Compraste toda la propiedad?

—En realidad no, solo el tramo que da al río, la casa y el terreno que se une al tuyo por tu lado. Las nuevas dueñas no querían deshacerse de todo, creo que quieren construir una casa.

—¿Quiénes son?

—Unas extranjeras. Que al parecer quieren formar su familia y criar a sus hijos aquí —ella mira a las dos castañas—. Son pareja, aunque yo creo que en realidad ellas son tres.

—¿Qué piensas sobre eso? —indaga Astrid seria.

—Sobre ellas, sobre su relación y sobre la homosexualidad —la de ojos negros asiente y ambas castañas aguantan la respiración.

—Honestamente lo que hagan o dejen de hacer con sus vidas es problema de ellas, después todo lo que pase de puertas para adentro con su intimidad y entre ellas, solo les compete a las involucradas, claro que si no lastiman a alguien más de manera deliberada, a propósito y de forma maliciosa. Aparte que te guste alguien de tu mismo sexo no tiene nada de malo ¿O si? —mira a ambas— ¿O tiene algo de malo ser gay? Digo ustedes... —las mira y ellas clavan su mirada en ella—, les parece que sea algo malo.

—No —responde Aly mirando su plato—, de hecho —exhala con fuerza buscando aprobación en Astrid, esto les compete a ambas y la otra asiente—, no nos parece algo malo, la gente es libre de elegir a quién quiere. Quizás en un futuro cuándo ambas nos casemos, no entre nosotras claro...—Astrid se levanta de golpe y toma su abrigo para salir.

A unos pasos de su camioneta Aly la alcanza y la toma del brazo, ya que ella no paró en ningún momento cuando ella la llamó varías veces. Astrid se sube a la camioneta y cierra de un portazo inténtando respirar para calmarse.

—Jamás le dirás a nadie sobre nosotras, jamás blanquearas lo nuestro —golpea el volante con rabia—, ni siquiera puedes admitir que te gustan las mujeres, Alyssa —sus ojos se llenan de lágrimas y la otra intenta tocarla pero le aparta la mano—. No —le dice con voz firme y autoritaria—. A veces pienso que quizás solo estás conmigo porque fui quién tenías a mano, y lo que sientes es... no lo sé que crees que sea.

—Astrid por favor —intenta tocarla y ella vuelve a apartarla.

—Soy más que tu "mejor amiga", pero no puedes admitirlo en voz alta ¿De verdad me amas, de la manera en la que yo lo hago o solo es lo que supones que es ese tipo de amor?

—Sí, te amo Astrid. Estoy segura de que te amo, de que quiero casarme contigo —la castaña niega y mira por la ventana a su lado izquierdo hacia afuera—. Es cierto, es verdad que te amo ¿Acaso no me crees?

—Bajate de la camioneta, pídele a Leanne que te lleve —pero la otra no se mueve—. Alyssa, bájate, lo digo en serio.

Alyssa abre la puerta y antes de bajar le arrebata las llaves del encendido, corriendo adentro de la casa con Astrid detrás de ella que no logra alcanzarla. Ahora ambas paradas frente a Leanne que las estuvo viendo por la ventana y las esperaba afirmada sobre la americana con una copa de vino entre sus dedos, ellas, bueno Aly va a confesarse.

—Estamos juntas —le escupe de inmediato a Leanne—, Astrid y yo estamos juntas como pareja.

—Alyssa no sean infantil y dame las llaves.

—Pero no es solo eso, la amo y no quiero perderte —voltea a ver a Astrid— y tengo miedo. De las tres siempre has sido la más valiente. También —traga—, Rose era parte nuestro —mira a Leanne—, la amábamos, la amábamos y nos traicionó, nos rompió el corazón a ambas. Y yo he tenido miedo de perder lo que me queda con Astrid —finalmente entrelaza sus manos y la de ojos negros se deja—, tengo miedo de que la gente nos señale, porque quiero casarme con ella —la mira—, quiero ser tu esposa y no sé cómo pero quiero que tengamos hijos juntas, quiero una casa llena de niños que nos digan mamá, que les enseñes a ser valientes y yo le enseñaré matemáticas, porque a ti no te gustan —la otra ríe—. No te amo porque es algo que deba hacer, o porque es una costumbre o eras quien tenía a mano, te amo, porque es lo que mejor me sale hacer, y elijo amarte cada día. Perdón —acaricia su mejilla—, fui y aveces sigo siendo una cobarde, pero quiero y voy a cambiar para ser mejor para ti. Te lo prometo.

Entonces se aproxima y la besa, y Astrid corresponde el beso, se dan cuenta de que Leanne también está presente cuando escuchan el ruido de la copa en contacto con el mármol.

—Gracias por contarme al fin, me alegra que me lo confirmaran —Aly abre los ojos sorprendida y Astrid frunce el ceño—. No son tan disimuladas como creen, y aparte escuché también a Archer cuchichear con tu mamá sobre que ya estaban las dos juntas, así que supongo que ellos también algo saben —se acerca y coloca una mano en los hombros de cada una—, quizás tal vez más gente sepa y ustedes solo creen que nadie las aceptaría —ve a Aly—, cuando en realidad todos algo saben y no les importa tanto como ustedes creen que estén juntas ¿Quieren postre?

—¿No te molesta o...?

—Astrid, lo que ustedes hagan entre ustedes, les compete solo a ustedes ¿Está bien? Entonces ¿Postre? No lo hice yo, no tenía dónde guardarlo, pero podemos tomar un café con la tarta de manzana y un café.

Ahora ambas asienten y se sientan al rededor de la mesa juntas, la rubia sonríe y no sabe el porque pero siente un tremendo gozo por ellas, porque al fin al parecer van a atreverse a vivir su amor.

Se ponen a conversar animadamente y es entonces cuando Leanne comprende que ellas no tienen secretos con ella, entonces quizás les pueda llegar a confesar esa verdad que bulle en su interior y que carga y cargará hasta el fin de sus días, sobre todo porque no se arrepiente. Tal vez ellas si logren entenderla... tal vez y solo tal vez también la acepten.

Dejémoslo a la suerte  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora