7 Una charla sobre el pasado

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La cena se lleva a cabo tranquilamente, cuando le comentan que visitaron el lugar donde las tres jugaban cuando eran niñas, Astrid extrañamente se abre con nostalgia y le cuenta a la rubia las aventuras en la casita del árbol, omite la parte en la que las tres se dieron entre ellas su primer beso, también omite como fue ahí que ella y Alyssa perdieron su virginidad y luego se sumó Rose, para ser las tres como siempre habían sido, una tríada, y tener su primera vez.

—Vaya eran muy unidas —exclama Leanne.

—No sabes cuánto —se ríe Astrid y da un trago a su vaso, Aly la patea debajo de la mesa.

—Creo que es hora de irme, necesito llegar a bañarme y acostarme, ustedes se levantan muy temprano. Gracias por la cena.

Se despide de ambas, Alyssa la acompaña a la puerta y entra cuando la ve partir, algo en Leanne se siente raro, ya que se sintió demasiado cómodas con ellas, hace tanto que no se sentía así de cómoda entre la gente y no es porque ella sea una desconocida, para esta gente es porque extrañamente siente todo muy familiar, y se siente cómoda. Pese a que Alyssa y Astrid tengan 28 años y ella les lleve 5 años con 33 años, no parece haber mucha diferencia de edad entre ellas, en cuestión de apariencias.

En cuanto llega al hotel pide información de Rose Clearwater y el estado en el que se encuentran sus tierras y a quién se las han vendido, sabe que si pudiera comprar una franja de tierra de la propiedad que da al río, les ayudaría a Astrid y Aly, enormemente, aunque no es su problema, quiere ayudar.

En la casa de Astrid donde ellas se han quedado a solas, la de ojos negros abraza a la otra castaña colocando la pierna enyesada en una silla y le besa el cuello mientras lava.

—Rose fue por mi casa hoy, se enteró de tu accidente —la otra se tensa y suspira—. Sabes que es un pueblo chico y entre todos nos conocemos.

—No quiero verla y en cuanto se asome...

—Ya se lo deje bien en claro —suspira y acaricia los brazos enlazados al rededor de su cintura—. Solo para corroborar, no vamos a volver con ella.

—No, al menos yo no quiero. Tampoco tengo nada de que hablar, ni quiero o debo escuchar lo que tenga para decir. No confío en nosotras, actuó a nuestras espaldas y no fue capaz de hablarnos de frente antes, durante y después de que su familia tomó la decisión de vender, ni siquiera fue capaz de advertirnos de no endeudarnos, sino fuese por ella no estaríamos en la situación en la que estamos. No quiero volver con ella y menos aún volverla a ver.

—Entonces estamos de acuerdo —voltea a verla, y ambas tienen lágrimas en los ojos—. Está bien amor, si la extrañas —la abraza fuerte.

—No quiero hacerlo, nos lastimó y traicionó a ambas, pensé que nos amaba como la amábamos a ella. La amaba Aly, tanto como te amo a ti, y me rompió el corazón —dice en un sollozo—, nos destrozó a amabas.

—Lo sé y por eso no se merece una segunda oportunidad, pero tenía que verificar que ambas estamos de acuerdo en esto —unen sus frentes—. Te amo As y pase lo que pase, te prometo que seguiré a tu lado, que no me iré y que si las cosas se complican seguiré en este barco contigo, junto a ti, hasta que no hayas más opciones que saltar y aún así, si eso pasa, seguiré aquí para que ambas salgamos a flote.

Se toman de las manos y van a acostarse, Astrid camina despacio con las muletas y Aly a su lado, se acuestan para terminar viéndose de frente mientras están ambas volteadas sobre su costado. Astrid se refugia en el pecho de Alyssa que acaricia su cabello suavemente y su cuello, la escucha bostezar pero antes de dormirse, necesita hacerle una pregunta de vital importancia.

—¿Hasta cuándo me vas a tener a pan y agua? Soy humana ¿Sabes? Me cuesta tenerte cerca y no besarte, pero tenerte cerca, así de cerca y no tocarte, me va a terminar de volver loca —Aly se ríe—. No me causa gracia, Parker.

—No quiero que te duela.

—Tengo quebrada la pierna, te aseguro que mi agujerito y botón de placer está intacto, esperándote.

—Bien, pero mañana ¿Quieres? Vengo más temprano a casa, cerramos bien todo y aprovechando que es sábado al otro día nos quedamos en cama hasta tarde. Te daré tiempo para que hagas esos papeles que tienes que entregarme, porque sinó no habrá sexo.

—Oye estoy lisiada, ten un poco de piedad —la aprieta abrazándola—. Odio hacer tarea administrativa, si la rubia no fuera quién es y viera nuestros números en rojo, le daría a ella la tarea de sacar cuentas y hacer números, prefiero mil veces levantar mierda que hacer eso cada mes.

—Eres muy exagerada, no es tan malo.

—Sabes que siempre fui terrible en matemáticas y nunca me gustó sacar cuentas —le dice cada vez más en un susurro. Las caricias de Aly, siempre la relajan.

Astrid se duerme profundamente, y Aly se escabulle en la cama hacía el living, específicamente al cajón de un mueble que tienen en el living, saca de una agenda y una foto dónde salen las tres sonriendo, la tomaron la primera vacaciones que se tomaron las tres juntas como tríada, y festejaron su primer aniversario, toma unas tijeras y corta a Rose de ella. Era la única foto que les quedaba de las tres, las demás, Astrid las había tomado y destrozado en un arrebato de enojo, dolor y tristeza. Cortó la imagen de Rose en varios pedazos y volvió a guardar el pedazo estante en la agenda, besando la imagen de Astrid antes de dejarla en el cajón.

Entra de nuevo y la ve dormir, se acomoda en la cama y los brazos de As no tardan en envolverla por la cintura pegándose a ella, siempre la busca de manera instintiva cuando duerme.

Dejémoslo a la suerte  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora