13 ¿Qué me ocultan?

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Astrid está en el estacionamiento con la camioneta en marcha, esperando a Aly seria. En cuánto la castaña se sube la discusión comienza.

—Te digo que nos está usando, la escuché hablar por teléfono diciendo que quiere nuestras tierra que ya confiamos en ella.

—Astrid lo mejor será que hablemos con ella, las tres como adultas y evitar malos entendidos.

—Lo mejor sería sacarla de nuestras tierras, tenerla a una distancia prudencial y no confiarnos. Bajamos la guardia.

Llegan a la estancia y la castaña de ojos negros baja cerrando de un portazo, toma las herramientas cargandola en la parte de atrás de la camioneta y se va a arar un pedazo de tierra donde tienen que sembrar verduras. Deja su camisa y comienza con su labor, centrada en su trabajo remueve la tierra con demasiada fuerza, pensando en todo, en que quizás Leanne es igual o peor que su familia, hasta duda de su pasado triste, de si tal vez estudió médicina, desde que escuchó es conversación, toda y cada una de las acciones se pone en duda.

—Astrid ¡Astrid! —se endereza para ver a Aly, toma la botella que ella le extiende fresca, está totalmente sudada y llena de tierra, el agua fresca se siente espectacular y logra calmar su sed—. Leanne viene en camino para hablar con ella.

—¿Qué tenemos que hablar con ella?

—Yo hablaré —la castaña deja la botella vacía en la camioneta—. Eres muy temperamental, y necesito escuchar lo que tenga que decir.

—Mentiras, seguramente.

—As.

—Has lo que quieras, Alyssa —le dice enojada y Aly tiembla al oir su nombre completo cuando están solo ellas dos a solas—. Después de todo soy temperamental y puro instinto, seguro estoy a la altura de un animalito de la pradera.

—Astrid, yo no dije o insinúe nada de eso —se acerca a ella colocando una mano en su brazo que logra que pare con lo que está haciendo—. No eres un animal, no creo eso, pero si eres temperamental e impulsiva ¿Recuerdas cuándo le quebraste la naríz de un puñetazo a Kenny Roblinsky? Todo porque andaba circulando una foto que según los rumores le había tomado él por debajo de la falda a Rose.

—La foto era real.

—Sí, pero él no la había tomado, aunque si lo habían hecho con su teléfono y se la habían mandado a todo el colegio. Primero lo golpeaste y luego preguntaste —la otra sonríe—. Sé que intentabas protegernos, siempre has sido la más protectora, yo también quiero hacer lo mismo, déjame ahora esto a mí, puedo ser más diplomática.

—Está bien, pero no quiero que te fies mucho de ella. En verdad creo que bajamos la guardia, a fin de cuentas ¿Por qué le deberían importar estás tierras, si está forrada en dinero?

«Quizas por la misma razón que viene a ver lo que hacemos, y lo hace sin recibir algún tipo de pago. Porque quiere, y porque me dijo que nos quiere ayudar a conservarlas».

Aly toma Astrid llevándola a rastras a la puerta de atrás de los asientos de la camioneta, As se enjuaga el rostro con agua caliente de un bidón, y se seca con un trapo para luego traer hacía ella a Aly del cuello de la camiseta y besarla con ímpetu, y hambre de probar sus labios.

—Hueles fatal —le dice Aly.

—Ya iré a bañarme a tu casa ¿Me dejas ropa para ponerme? O mejor aún me vistes o ¿te bañas conmigo? —vuelve a besarla.

—Las dos propuestas son tentadoras, pero no podemos salir ambas duchadas, es demasiado obvio que nos bañamos juntas.

Astrid suspira y cierra los ojos, ella de verdad que odia esto de la relación en secreto, cuándo eran las tres lo entendía, porque la gente no vería bien una relación homosexual y menos aún con tres involucradas, pero ahora son ellas dos, y desde hace un tiempo le sabe demasiado mal no poder besarla en público o siquiera tomar su mano. Su relación blanqueada, evitaría los pretendientes para ambas, esos que su abuela y la madre de Aly, siempre les han presentado, aunque desde hace año esa insistencia se quedó en una sugerencia alguna veces.

—¿Qué pasa? —le dice la castaña entre sus piernas con ambos brazos a los lados de su cabeza.

—¿Por qué tenemos que seguir manteniendo nuestra relación en secreto? Sí, entiendo que ahora tenemos el problema que tenemos que solucionar y todo el tema de la gente. Pero es necesario seguir haciendo todo de esta manera ¿Tan importante es con quién nos acostamos?

—A mí no me importa sacar lo nuestro a la luz —lo ojos de Astrid brilla—, pero la mayoría de la gente con la que tratamos son hombres, de campo, machistas y retrógrados. No podemos arriesgarnos a perder su apoyo o los negocios, no ahora, solo te pido que aguantemos un poco más, solo un poco.

—¿Y que tal de decirles a nuestras familias? ¿A tu mamá y a mis abuelos? —mira sus manos juntas— ¿Qué tiene de malo amarte como lo hago, si no lastimamos a nadie?

—No tiene nada de malo, y si quieres podemos decirles, solo que quizás no estén muy de acuerdo, tienes que estar lista para eso también. Nos aman, pero ellos vienen de otra crianza y época, aunque espero que el amor que nos tienen pesen más que sus creencias, y que tengan la capacidad de ver un poco más allá ¿Cuándo quieres que les digamos?

—El jueves en la tarde en mi casa. No quiero que sea después de almuerzo, o de una comida así no les cae mal.

Aly asiente y le sonríe acariciando su mejilla, para acercarse de nuevo a ella y besarla lentamente, en un beso delicado. Se separa de ella y toma su caballo para ir de vuelta hacia la casa, donde seguro la espera o ya ha llegado Leanne. Astrid guarda las herramientas, ya aro la mitad de la tierra y se siente agotada, entra a la casa y ve a su suegra de espaldas hablando por teléfono mientras cocina así que no la interrumpe, besa a sus cuñaditos en la cabeza y a punto de subir las escaleras, ve la puerta del estudio un poco abierta y sabe que no debería pero escucha lo que ellas están hablando.

—Mi abogado armó el contrato y creo que está bastante bien, que la oferta es demasiado buena.

—Sí, yo creo que está bien —dice seca Aly— ¿Qué necesitas que haga?

—Que hables con ella y la convenzas de firmar, otra oportunidad así no va a presentarse. La verdad es que he visto todo el trabajo que ustedes hacen y estoy segura de que quiero las tierras, aunque aún quedan un par de meses más por delante —Astrid se queda congelada, ella tuvo razón todo este tiempo— ¿Crees que ella acceda?

—Yo sé que sí, aunque tendré que usar mis métodos, pero es seguro que es un sí, ella confía en mí.

«Pero que mierda pasa ¿Alyssa estás de acuerdo con esto? Acaso harás lo mismo que Rose a mis espaldas, venderás las tierras y luego me dirás. Yo no pienso firmar nada, ni yo, ni mis abuelos»

Está a punto de abrir e interrumpir, toma la manija de una de las puertas, cuándo, Archer, el hermano de quince años de Aly entra corriendo, pidiendo ayuda, se cortó la mano con un cuchillo, del enorme tajo de su mano le chorrea la sangre a borbotones, Astrid lo toma cuando él se está por desmayar así no pega de lleno contra el suelo, Aly y Lea salen a escucharlo y su madre se acerca también, con una expresión de pánico.

—Alyssa, trae vendas limpias es un corte profundo, también agua, tenemos que lavar la herida antes de envolverla en gasas —Astrid sostiene sobre ella al chico desmayado, mientras la rubia lo revisa, limpia y envuelve la mano en la herida—. Tenemos que llevarlo al hospital ¿Lo puedes cargar?

—Sí —intenta levantarlo, pero es peso muerto—. No.

—Necesito una colcha gruesa —Aly se la trae—, Nora puede llamar a dos de los hombres más fuertes, vamo a tener que levantarlo entre cuatro.

Se suben con el chico a la parte de atrás de la camioneta, Astrid va con los tres hombres en la caja, y el chico desmayado, ve a Alyssa sentada de copiloto y a la rubia a su lado. Pensamientos de ira la corroen, la marcan y la llenan de dudas, de bronca y de resentimiento.

«¿Aly serías capaz de hacerme algo así? ¿Me darías la espalda aún sabiendo que cuando Rose lo hizo, sufrimos ambas demasiado? ¿Me dejarías sola en la adversidad, aunque me juraste que seguiríamos juntas?
Desde que llegaste Leanne, todo entre nosotras se ha vuelto complicado y ahora ella me oculta cosas».

Dejémoslo a la suerte  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora