- No, Sophie, tienes que poner los dedos de esta forma - puso mis dedos de la forma correcta y presionó las teclas -. Así. Suena mejor, ¿no lo crees?
- Suena igual papá - dije pulsando las teclas repetidas veces y concentrándome en buscar alguna diferencia -. Sí, definitivamente suena igual.
Mi padre comenzó a reír y comenzó a tocar las teclas de la forma errónea y la forma correcta. Me miraba sonriente esperando una respuesta de mi parte. Escuché repetidas veces el cambio de un acorde a otro.
Lo único que hacía estirar los labios en una fina línea y negar con la cabeza. Mi padre reía.
- ¿No ves que este acorde suena un poquito más agudo que este otro? - dijo cambiando los acordes - No es mucho, pero se nota la diferencia.
- No - negué rotundamente -. Puede que tú lo notes, pero yo no. Puede que te estés equivocando. ¿Seguro que se diferencian?
Sonreía como una tonta a mi padre. Con el dedo índice tocaba el hombro de mi padre repetidas veces. Él se reía de mi insistencia y mi testarudez. Tocar el piano no me parecía una cosa fácil.
Llevaba varios meses aprendiendo a tocar el piano con mi padre. Admiro su paciencia. Se necesita demasiada paciencia para aguantar mis tonterías, mis rectificaciones, mis berrinches... para resumir, para aguantarme a mí.