Sentí las frías manos de Josh por dentro de mi camiseta. Me manejaba a su antojo. Trataba de alejarme de él, pero no era capaz. Quería llorar, pero no podía. Tenía miedo, pero no podía reflejarlo. Deseaba salir corriendo de aquí y estar lo más lejos posible de Josh, pero estaba entre su cuerpo y la pared. Le clavé las uñas en los bíceps con la intención de hacerle daño y separarme de él, pero como cada cosa que hacía, no sirvió para nada.
Josh no paraba de besarme el cuello y yo no podía hacer nada. Tiraba de él hacia atrás, pero el empujaba hacia delante y me apresaba más contra la pared. Gritaba, pero Josh besaba mis labios haciendo que me callara. La muerte es más indolora que esto. Esto era una tortura.
- Josh, por favor déjame – dije en un hilo de voz tratando de entrar en razón con él mientras quitaba sus manos del interior de mi camiseta. Estaban en mis caderas, pero no quería que me tocase.
- Te has portado mal Sophie – dijo pasándome su mano por la mejilla – Y tendrás que ser castigada.
- ¡Josh para! – ordené, o más bien intenté de ordenar.
-¿Cuántas veces has hecho algo que no debías y te he perdonado? – preguntó con cierto enfado en su voz.
No quería responder. Los ojos de Josh estaban llenos de lujuria en su interior y se volvieron más oscuros de lo común. Normalmente sus ojos eran de un gris tan oscuro que se podía confundir fácilmente con negro.
- Josh…
- ¡Responde! – me gritó impidiéndome decir lo que iba a decir. Cerré los ojos fuertemente y agaché la cabeza con miedo.
- Muchas – dije en un susurro con la cabeza aún hacia abajo.
- Repite – ordenó cogiéndome del mentón y haciendo que lo mirara a los ojos.
- Muchas – repetí cerrando los ojos a la vez que lo decía.
- Bien, y ¿no crees que es hora de recibir un castigo? – respondió mientras me besaba. – Dios, he deseado esto desde que te vi en el instituto por primera vez, y hoy por fin lo conseguiré.
Traté de empujarlo par que no me besara, pero me cogió de las manos y no pude hacer nada. No le correspondí el beso. Le mordí fuertemente el labio descargando parte de la rabia contenida en mi interior.
- No, no lo creo – dije orgullosa por lograr que se separara.
En mi interior me reía de Josh. Tenía una de sus manos puesta en su labio mientras me maldecía por lo que acababa de hacer.
- Para mí eso significa un sí – dijo con una sonrisa de oreja a oreja pero con la mano puesta en el labio.
- Te equivocabas – dije con una sonrisa.
Me di cuenta de que solo me agarraba con una sola mano, así que aproveché para empujarlo cuando menos se lo esperase para huir. Sorprendentemente, funcionó. Él se alejó de mí y yo pude huir.
Corrí hacia las escaleras y las subí todo lo rápido que pude. Josh se incorporó con velocidad y vino tras mí. Corrí por el pasillo de la última planta a toda velocidad. Mi frecuencia cardiaca podría ser unas ciento ochenta pulsaciones por minuto.
Me entré en una habitación que vi con la puerta abierta y la cerré con el cerrojo. A los segundos pude escuchar los golpes en la puerta.
- ¡Sophie, abre la puerta! – decía mientras daba golpes sin cesar en la puerta.
- No – me negué.
- Sabes Sophie, eres la chica a la que más me ha costado llevar a la cama – dijo mientras reía.