Llevo un par de días sin hablar con Luke. ¿Me duele? Bastante. Pero me dolió más que me dijese que me fuese de aquí. Comprendo que en parte es mi culpa porque yo fui la que dijo que en España no tenía esta clase de problemas. Supongo que todo esto sería como una novatada por ser nueva. Vaya novatada...
Cuando estoy sentada en el salón, normalmente suelo hablar con Luke sobre algo del instituto o formas de mejorar sus lanzamientos en rugby. Ahora no hablamos de nada, es más yo siempre me siento en una esquina del sofá y él se sienta en la otra.
No solo yo estoy enfadada con él, si no que él está enfadado conmigo. Yo estoy enfadada por la contestación del otro día, y él está enfadado porque cree que no confío en él como para decir quién es. Confío en él, pero no me cansaré de repetirle que no se preocupe por mí.
No me gusta que se preocupen tanto por mí, me hace sentirme débil e indefensa cuando no soy tan débil e indefensa como la gente piensa.
Trato de ser la típica chica de notas sobresaliente con una vida perfecta, padres perfectos y sin problemas de ninguna clase. Pero no es así. La realidad es que soy una alumna con notas notables y sobresalientes, con problemas anormales y lo más triste, sin padres porque la vida se los arrebató.
Para resumir, mi vida es más interesante y tiene más problemas que una revista del corazón donde se meten con toda las personas que pueden, y eso les hace vender mucho. Si contasen mi vida en una revista, esa revista se vendería más al ser una vida ajena que ha salido en portada y nadie sabe quién es esa chica, no por el contenido del artículo donde cuenten mi vida. Creo que al final les terminaría encantando el artículo.
El profesor me llamó la atención haciendo que la clase soltase una pequeña carcajada al ver que estaba en la Luna. Aunque no era la única. Dos mesas por detrás había un chico utilizando su mochila como almohada. Supongo que no habría pasado una buena noche o lo típico, estaría tan aburrido que le entró sueño.
Me centré en mi clase de Matemáticas y en mi querido profesor escribiendo miles de fórmulas en la pizarra. No entendía nada, sólo sabía que había muchos números y letras en la pizarra verde. Siempre he pensado que las letras en Matemáticas es una errata. Las letras deberían estar por un lado y los números por otro, no juntos.
Para resumir, odio a todo aquel que ayudó a crear las matemáticas. Odio a todos empezando por Pitágoras y terminando por John von Neumann.
Apunté las fórmulas en mi cuaderno. Ya pediré el resto de los apuntes, por lo menos que haya hecho algo que no sea morir de aburrimiento.
Recogí todos los bolígrafos que tenía sobre la mesa junto a la libreta y mi estuche para meterlos en la mochila.
Salí tranquilamente de la clase y me dirigí hacia mi taquilla para dejar allí mi libro de matemáticas, solo me llevaría a casa la libreta. Camine por los pasillos sola y en silencio mientras veía como algunos grupos de gente hablaba animadamente. Continué mi camino hasta llegar. Metí la combinación de la taquilla y abrí la puerta para dejar mi libro de matemáticas.
Volví a caminar por los pasillos inmersa en mis pensamientos y sin mirar al rededor. No quería ver a nadie señalándome. En realidad no me importaba, siempre hay que mirar al frente con la cabeza bien alta, y eso es lo que hago siempre. Olvidarme del mundo.
Entré en la cafetería y eché un vistazo rápido. Insegura de mis pasos, avance hacia la mesa donde estaba Kate. Como era normal, estaría Steeve, Luke y... Harry. Tenía miedo de las reacciones.
- Hola - dije tímida cuando llegué a la mesa.
Todos pararon de reír cuando llegué. Una calurosa bienvenida. Kate me sonrió, Steeve levantó la mano en forma de saludo, Luke continuó comiendo y Harry miró en una dirección opuesta a la mía.