Capítulo 73: Estiaje

40 10 1
                                    


...

Llegamos a un lugar muy alejado de la casa de Armando; estaba en medio de la nada.
Muchos de sus hombres se quedaron cerca de la única entrada para poder cuidarnos desde ahí. Luego de varios minutos de andar sobre tierra aprecié una pequeña casa hecha de madera.

¿Todo bien? -pregunté al verlo tenso-

Ahorita vemos... -dijo abriendo la puerta- Te dije que te cambiaras de zapatos

No quería perder el estilo, no sabía que el suelo era así

¿En un rancho? ¿Que esperabas, madera importada? -dijo con sarcasmo-

-rodé los ojos- Puedo caminar, no te preocupes por mi

Señor Zambada... -un chico se acercó a él- No pensamos que volvería tan pronto

No puedo concentrarme en otra cosa muchacho, ¿cómo van?

Igual... -bajó la mirada- Yo creo que...

Ayuda a la señorita a bajar -lo interrumpió- ¿Dónde está Cristobal? -dijo caminando hacia la casa-

Señorita -me extendió la mano y la tomé-

Gracias -sonreí- No hay buenas noticias, ¿verdad?

Nos queda poco tiempo -me ayudó a bajar- Y nos va costar carísimo si no funciona

Mierda, si, lo noté en la actitud de Armando

¿Puede andar? O quiere que le busquemos algo para que no se canse

Estoy bien -reí- ¿Es algo de la naturaleza o algo planeado?

No se sabe señorita, pero ha decir verdad yo siento que solo es la sequía que nos ha pegado en todo el país

¡PUTA MADRE! -gritó Armando antes de lanzar un balde fuera de la casa-

Mando... -caminé hacia él- Hey, ¿que pasa?

NO SÉ CÓMO ARREGLAR ESTE PUTO CAGADERO ¡ME LLEVA LA CHINGADA! -gritó molesto-

Lo vamos a solucionar, esto se puede arreglar

Patrón, ya le dije que no hemos descansado -un hombre salió de la casa algo cohibido- Día y noche, nos turnamos pero no paramos

Sal de mi vista hijo de la chingada -dijo sin verlo-

Hey... -me acerqué y toqué su espalda- Necesitas estar tranquilo, ¿si? Estando enojado no vas a pensar bien

¿¡CÓMO VOY A ESTAR TRANQUILO ELVIRA?! ¿Crees que los colombianos me van a esperar?

Lo harán, y ¿sabes por qué? Porque eres el único capaz de lograr esta planta, nadie más, así que relájate y pongámonos a trabajar -dije con firmeza-

Ven a ver... -me vio con los ojos rojos-

-asentí con la cabeza- Vamos...

Caminamos entre la casa, hasta llegar a la puerta trasera; muchos de sus hombres tenían palas mientras nos veían con atención, pude ver el sembradío, era gigante y estaba todo cubierto, a su alrededor yacían muchos hoyos todos con el propósito de conseguir un poco de agua.

« Nigromante »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora