...Estuvimos un rato más en la casa de Armando, él peleaba con alguien por teléfono mientras yo exploraba el lugar. Era precioso apuesto a que Arabella le encantaría una casa como esta.
Pasadas las 6pm emprendimos camino a otro lugar, su mano tocaba la mía mientras él hablaba con alguien por teléfono pero esta vez más tranquilo, 30 minutos andando sobre terracería nos llevó a una enorme casa antigua, era preciosa y estaba demasiado protegida. El chofer nos dejó justo enfrente de la puerta, donde ya se escuchaba música.¿Lista? -preguntó Armando al colgar el teléfono-
Algo nerviosa -dije riendo- Y ni sé por qué
Tú tranquila, les vas a caer bien -besó mi mejilla- Además, sabes hacer bien los negocios -tomó mi mano- Ven
Caminamos hasta la cocina, una señora muy bajita le daba ordenes a la gente que cocinaba.
Ama, ella es Elvira -me señaló-
Elvira -me vió y sonrió- Que gusto conocerte mija -se acercó a mi, besó mi mejilla y me dio un abrazo- Vieras lo mucho que me ha contado mi negrito de ti
Espero que cosas buenas -le sonreí-
Eso pienso yo -rió- Pero pasen a la fiesta, ¿ya comiste? ¡Que delgada estás! Necesitas comer
Lo mismo le digo yo jefa, pero apenas que se venga a México para que conozca la comida de verdad
¿De donde eres? -preguntó con amabilidad- Tu español suena muy raro -rió-
Soy de California, viví mucho tiempo ahí pero la verdad es que me gusta decir que soy de todos lados
¿Y te gusta aquí?
Es muy caluroso -dije riendo-
Bueno, nada que un aire acondicionado no arregle
¿Así señora? -se acercó un joven a ella dándole una cuchara-
A eso me refería, es que la gente de ahora no sabe hacer de comer -rodó los ojos-
Vamos a buscar donde sentarnos, ahorita te la presto -dijo Armando-
Si, hombre diviértanse -dijo sin mucha importancia-
Gracias señora -le sonreí y tomé la mano de Armando-
Caminamos juntos hasta el patio, estaba lleno de mesas alrededor de lo que ahora era una pista de baile. Todos bebían, bailaban, y algunos se drogaban; la vista de muchos se dirigió hacia mi, y después a nuestras manos entrelazadas. Sentí algo de nervios, pero caminé con seguridad.
Creo que vengo demasiado vestida -dije cerca del oído de Armando-
¡Uh que la chingada! Primero te me enojas porque te digo que venías muy casual, y ahora porque vienes muy vestida -dijo sonriendo-
Bueno, pero es que...
Pero es que nada, te ves bonita -besó mi mejilla-
Caminamos hasta una de las mesas, dejé mi bolsa sobre el respaldo de mi silla para después saludar a un chico que saludaba efusivamente a Aramando.
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« Nigromante »
RomancePt. 1: Un trato con el diablo Pt. 2: Bienvenido al infierno ¿Qué tan rápido puedes ser cuando se trata de huir del pasado?