Capítulo 69: Fiesta

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...

Estuvimos un rato más en la casa de Armando, él peleaba con alguien por teléfono mientras yo exploraba el lugar. Era precioso apuesto a que Arabella le encantaría una casa como esta.
Pasadas las 6pm emprendimos camino a otro lugar, su mano tocaba la mía mientras él hablaba con alguien por teléfono pero esta vez más tranquilo, 30 minutos andando sobre terracería nos llevó a una enorme casa antigua, era preciosa y estaba demasiado protegida. El chofer nos dejó justo enfrente de la puerta, donde ya se escuchaba música.

¿Lista? -preguntó Armando al colgar el teléfono-

Algo nerviosa -dije riendo- Y ni sé por qué

Tú tranquila, les vas a caer bien -besó mi mejilla- Además, sabes hacer bien los negocios -tomó mi mano- Ven

Caminamos hasta la cocina, una señora muy bajita le daba ordenes a la gente que cocinaba.

Ama, ella es Elvira -me señaló-

Elvira -me vió y sonrió- Que gusto conocerte mija -se acercó a mi, besó mi mejilla y me dio un abrazo- Vieras lo mucho que me ha contado mi negrito de ti

Espero que cosas buenas -le sonreí-

Eso pienso yo -rió- Pero pasen a la fiesta, ¿ya comiste? ¡Que delgada estás! Necesitas comer

Lo mismo le digo yo jefa, pero apenas que se venga a México para que conozca la comida de verdad

¿De donde eres? -preguntó con amabilidad- Tu español suena muy raro -rió-

Soy de California, viví mucho tiempo ahí pero la verdad es que me gusta decir que soy de todos lados

¿Y te gusta aquí?

Es muy caluroso -dije riendo-

Bueno, nada que un aire acondicionado no arregle

¿Así señora? -se acercó un joven a ella dándole una cuchara-

A eso me refería, es que la gente de ahora no sabe hacer de comer -rodó los ojos-

Vamos a buscar donde sentarnos, ahorita te la presto -dijo Armando-

Si, hombre diviértanse -dijo sin mucha importancia-

Gracias señora -le sonreí y tomé la mano de Armando-

Caminamos juntos hasta el patio, estaba lleno de mesas alrededor de lo que ahora era una pista de baile. Todos bebían, bailaban, y algunos se drogaban; la vista de muchos se dirigió hacia mi, y después a nuestras manos entrelazadas. Sentí algo de nervios, pero caminé con seguridad.

Creo que vengo demasiado vestida -dije cerca del oído de Armando-

¡Uh que la chingada! Primero te me enojas porque te digo que venías muy casual, y ahora porque vienes muy vestida -dijo sonriendo-

Bueno, pero es que...

Pero es que nada, te ves bonita -besó mi mejilla-

Caminamos hasta una de las mesas, dejé mi bolsa sobre el respaldo de mi silla para después saludar a un chico que saludaba efusivamente a Aramando.

« Nigromante »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora