Capítulo 78: Sangre y Olvido

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...

Caminaba junto a Armando, él tenía el pequeño cabrito atado a una cuerda mientras lo obligaba a seguirnos, parecía que el animal sabía cual era su destino pues no dejaba de pelear por el control.
El sol apenas se escondía, Armando hablaba por teléfono con su esposa mientras yo contemplaba la naturaleza que nos abrazaba, tres hombres frente a nosotros nos cuidaban y otros tres detrás; Armando pensaba que lo que haríamos es una locura y estar bien armado lo hacía sentir más tranquilo.

Nos invitaron a cenar -dijo guardando su teléfono- Pero dije que nos iba a llevar un rato aquí

Puedes sólo dejarme, no tengo problema

Te invitó mi esposa, le caes bien -sonrió-

Y ella a mi, de saber que era así de amable créeme que no te permitiría que siguieras de cabrón -lo vi y sonreí-

¿Ah si? -me empujó con delicadeza- Eso dices, luego te la enseño y hasta babeas

Debes de portarte bien Armando, es una buena mujer y está contigo porque te quiere

Lo sé, y yo la amo a ella. Pero así soy -se encogió de hombros- ¡cabrón! Ya quédate quieto -jaló al animal- Chingado

No seas tan rudo, vas a lastimarlo -me detuve-

No se calla el pinche hocico ¡BEE BEEE! Todo el pinche camino. Se parece a mis chamacos

-reí- Dámelo... -le extendí la mano y me puso la cuerda en ella- Extraño a mis niños

¿Hablaste con ellos?

Si, con Damiano por teléfono y con los otros dos por mensajes

¿Alguna novedad?

Ninguna, dicen que Joseph hace un buen trabajo -me encogí de hombros-

No queda de otra, no puedes ser malo en todo -sonrió-

Es lo que dijo Damiano -reí- Ves, ya se calmó conmigo... -vi al cabrito caminando a mi lado-

No es pendejo, ha de tener el espíritu del diablo por eso a ti si te quiere

-rodé los ojos- ¿Vas a quedarte?

¿Puedo?

Probablemente...

Que pendejada el hecho de que tengamos que llegar caminando, ¡está lejísimos!

Te hará bien caminar, además con estas vistas -señalé alrededor- Es un privilegio

¿Es él? -vio a un hombre caminando hacia nosotros-

Creo que si -apreté la cuerda en mi mano-

Bienvenida -me sonrió acercándose a mi- Al fin puedo verte

Un gusto -le sonreí nerviosa- Oh, él es...

Armando Zambada, lo sé -lo vio de abajo a arriba- ¿Que tal?

Lo adivinaste con tu magia -dijo en tono de burla-

« Nigromante »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora