cap. 9: Descubiertos

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Era media mañana cuando Taylor llegó a casa. Cerró la puerta detrás de él, dejándose caer en el respaldo un momento mientras soltaba un suspiro. El entrenamiento había sido intenso, y lo único que quería ahora era descansar un poco antes de enfrentar el resto del día. Con ese pensamiento en mente, caminó hacia la cocina, esperando encontrar un poco de tranquilidad.

Sin embargo, cuando cruzó el umbral de la puerta, todo su cuerpo se quedó rígido. Ahí, de pie junto a la encimera, estaba Ben. Su mejor amigo. Sin camiseta, apenas vestido con unos pantalones de chándal grises que colgaban bajo en sus caderas. El ambiente en la cocina era extraño, como si el aire estuviera cargado de una electricidad palpable que Taylor no supo cómo interpretar de inmediato.

Ben levantó la vista al oír los pasos de Taylor y, al ver a su amigo, una sonrisa perezosa se dibujó en su rostro. "Buenos días, amigo," saludó Ben con una voz tranquila, casi despreocupada, como si la situación fuera de lo más normal.

Taylor no respondió al instante, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Su mirada recorrió la figura de Ben, notando el ligero brillo de sudor en su piel, y la manera en que sus músculos se tensaban al apoyarse en la encimera. Algo no estaba bien, y la sensación de incomodidad creció en el estómago de Taylor, extendiéndose como una sombra oscura.

Antes de que pudiera decir algo, el sonido de pasos ligeros bajando por las escaleras llamó su atención. Taylor giró la cabeza justo a tiempo para ver a Maddison entrar en la cocina. Su hermana llevaba puesta una camiseta que, claramente, no era suya. Era demasiado grande, le llegaba casi a la mitad de los muslos, y debajo de la camiseta... Taylor sintió que su corazón se detenía cuando se dio cuenta de que solo llevaba unas bragas.

Maddison se congeló al ver a su hermano. Sus ojos se abrieron con sorpresa y horror, y sus mejillas se encendieron en un rubor intenso. Estaba claro que no esperaba encontrarlo en casa tan pronto. La tensión en la habitación se volvió casi insoportable mientras el silencio se extendía, cargado de emociones que ninguno de los tres parecía dispuesto a enfrentar en ese momento.

Taylor parpadeó, su mente procesando lo que sus ojos veían: Ben, sin camiseta, en su cocina; Maddison, en la camiseta de Ben, apenas vestida. El desconcierto fue reemplazado rápidamente por una oleada de comprensión, una que golpeó a Taylor con la fuerza de un martillo. Su respiración se volvió pesada, su pecho subiendo y bajando mientras luchaba por mantener la calma.

Y entonces lo vio. Un pequeño detalle que lo hizo hervir de ira: una marca roja en el cuello de Maddison, claramente visible, claramente reciente. El color subió a la cara de Taylor, mezclándose con la furia que comenzaba a arder dentro de él. Esa marca era la confirmación que no necesitaba, la evidencia que lo hacía estallar.

"¿Qué demonios está pasando aquí?" La voz de Taylor salió más fuerte de lo que pretendía, resonando en la pequeña cocina como un trueno. Ben y Maddison lo miraron, ambos tensándose ante el estallido.

Maddison abrió la boca para decir algo, pero las palabras murieron en su garganta. Su mente estaba en blanco, y todo lo que podía hacer era mirar a su hermano con ojos llenos de culpa y miedo. Ben, por otro lado, levantó una mano en un gesto pacificador, tratando de calmar a Taylor antes de que las cosas se salieran de control.

"Taylor, cálmate," dijo Ben con una voz firme pero tranquila. "No es lo que parece..."

"¿No es lo que parece?" Taylor lo interrumpió, dando un paso adelante, su cuerpo tenso, cada músculo preparado para pelear. "¡Mi hermana está usando tu camiseta, Ben! ¿Y tiene... una maldita marca en el cuello? ¡¿Cómo quieres que me calme?!"

Maddison dio un paso atrás, encogiéndose involuntariamente ante el volumen de la voz de su hermano. Nunca lo había visto tan enojado, tan fuera de control. Sabía que tenía derecho a estar furioso, pero también sabía que la situación solo empeoraría si no intentaba explicarse.

"Taylor, por favor..." comenzó Maddison, pero su voz temblaba, apenas audible.

"No, Maddie," dijo Taylor, su voz más baja pero llena de una rabia contenida. "Tú no te metas. Quiero escuchar a Ben."

Ben mantuvo la calma a pesar de la tensión en el ambiente. Sabía que cualquier palabra equivocada podría empeorar la situación. Dio un paso hacia Taylor, levantando las manos en señal de rendición. "Taylor, tienes razón en estar molesto, pero te lo juro, no quise faltarte al respeto. Esto... Maddison y yo..."

"No me importa lo que ustedes dos sean," lo cortó Taylor, su voz goteando veneno. "Lo que me importa es que mi mejor amigo y mi hermana me ocultaron algo. Y luego, para rematar, me lo encuentro así, de esta manera... ¡en mi propia casa!"

La tensión en la habitación era tan espesa que parecía que el aire mismo estaba a punto de estallar. Maddison quería decir algo, hacer algo para calmar a su hermano, pero estaba atrapada entre su lealtad hacia él y lo que sentía por Ben.

"Taylor..." empezó Ben, sabiendo que tenía que decir algo para salvar la situación. Pero Taylor no estaba dispuesto a escucharlo.

"¡No! No me hables ahora, Ben," dijo Taylor, su voz llena de decepción. "Sal de mi vista. No quiero verte."

Ben sabía que era mejor no seguir presionando, así que dio un paso atrás, pero no antes de mirar a Maddison, su mirada transmitiendo todo lo que no podía decir en ese momento. Luego, salió de la cocina, dejándolos a ambos en un silencio que parecía ensordecedor.

Maddison miró a su hermano, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Quería explicarse, quería hacerle entender que lo que sentía por Ben era real, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

"Taylor, por favor, escúchame..." intentó nuevamente, pero su hermano ya no quería escuchar. Con un último vistazo lleno de dolor y traición, Taylor salió de la cocina, dejándola sola en medio de un remolino de emociones que no sabía cómo manejar.

Líneas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora