La suite del hotel en Londres era elegante y espaciosa, con una vista impresionante de la ciudad desde las ventanas. La luz del atardecer entraba suavemente en la habitación, iluminando el espacio con un brillo dorado. Madison y Ben habían llegado al hotel después de un largo día en Wimbledon, aún emocionados por la gran victoria de Ben.
Ben dejó su bolsa en un rincón de la habitación y se estiró, aliviado de finalmente estar en un lugar tranquilo. “No puedo creer que realmente haya ganado,” dijo con una sonrisa, dirigiéndose hacia la ventana para mirar la vista.
Madison lo observaba con una sonrisa tierna desde la cama, donde estaba sentada con las piernas cruzadas. “Sabía que lo harías,” respondió, llena de orgullo. “Lo diste todo ahí fuera.”
Ben se giró para mirarla, sus ojos brillando con gratitud y amor. Caminó hacia ella y se sentó en el borde de la cama, tomando su mano y entrelazando sus dedos. “Tenerte allí, animándome, lo hizo aún más especial.”
Madison apretó su mano suavemente, sintiendo una mezcla de emociones intensas. “Tengo algo para ti,” dijo, con un toque de timidez en su voz. Se inclinó hacia un pequeño bolso a su lado y sacó una pequeña caja envuelta con cuidado. “Es solo un pequeño regalo, para celebrar tu victoria.”
Ben arqueó una ceja, claramente intrigado. “¿Un regalo? Madi, no tenías que hacer eso.”
“Quería hacerlo,” insistió ella, ofreciéndole la caja con una sonrisa nerviosa. “Ábrelo.”
Ben tomó la caja y, con cuidado, deshizo el lazo. Al abrirla, encontró un reloj elegante, de diseño clásico, con su nombre grabado en la parte posterior. Era sofisticado y claramente seleccionado con mucho cariño.
“Madison…” comenzó Ben, visiblemente conmovido mientras levantaba el reloj para verlo más de cerca. “Es increíble. Me encanta. Gracias.”
Madison sonrió, sintiendo un calor agradable en su pecho al ver la reacción de Ben. “Sabía que te gustaría. Pensé que sería un buen recordatorio de este día tan especial, para que siempre recuerdes cuánto significas para mí.”
Ben dejó la caja a un lado y se inclinó hacia Madison, tomando su rostro entre sus manos. “No sé cómo agradecerte por esto… por todo,” dijo suavemente antes de inclinarse para besarla.
El beso fue dulce y lento, pero pronto la pasión que había entre ellos comenzó a crecer. Ben la acercó más, sus labios moviéndose con más intensidad contra los de ella. Madison respondió con igual fervor, deslizando sus brazos alrededor de su cuello y profundizando el beso.
Cuando finalmente se separaron para tomar aliento, Ben sonrió contra sus labios. “Esto es mucho mejor que cualquier trofeo,” murmuró, su voz ronca por la emoción.
Madison sonrió, pero en lugar de responder, empezó a besar suavemente la mandíbula de Ben, descendiendo lentamente hasta su cuello. Ben cerró los ojos, disfrutando de las sensaciones que los labios de Madison despertaban en él. La sintió moverse, sus manos explorando su pecho, su abdomen, mientras sus labios dejaban un rastro de besos cálidos y provocativos.
Ben no pudo evitar gemir suavemente cuando Madison continuó bajando por su cuello, sus labios y manos trabajando en perfecta sincronía para encender cada fibra de su ser. La pasión entre ellos se intensificó rápidamente, y Ben la tomó de la cintura, levantándola para colocarla sobre su regazo, manteniéndola cerca mientras sus labios se encontraban nuevamente en un beso apasionado.
Madison no podía pensar en nada más que en Ben, en cómo la hacía sentir cada vez que estaban juntos. La necesidad de estar más cerca de él era abrumadora, y sentía cómo el deseo los envolvía a ambos, llevándolos más allá de las palabras, hacia un entendimiento íntimo que solo ellos podían compartir.
Sus manos comenzaron a explorar el cuerpo del otro con una familiaridad urgente, deslizándose sobre la piel desnuda mientras las prendas caían al suelo, olvidadas. Cada beso, cada caricia, era una promesa silenciosa de amor y devoción.
El ambiente en la habitación cambió, volviéndose cargado de una electricidad que solo ellos podían sentir. Sus movimientos se volvieron más lentos pero más intensos, saboreando cada segundo juntos mientras el mundo exterior desaparecía, dejándolos a solas en su pequeño universo.
La intimidad que compartieron esa noche fue más que física; fue una conexión profunda, un encuentro de almas que se entendían a un nivel que iba más allá de las palabras. Cuando finalmente se quedaron quietos, aún abrazados, sus respiraciones se sincronizaron mientras el sudor en sus cuerpos comenzaba a enfriarse.
Madison estaba acurrucada contra el pecho de Ben, su cabeza descansando en su hombro mientras él acariciaba suavemente su cabello. Sentía una paz absoluta, como si todo en su vida encajara perfectamente en ese momento.
Ben rompió el silencio, inclinándose para susurrar en su oído. “Madi… ese fue el mejor regalo que alguien me ha dado,” dijo con una sonrisa que ella no podía ver, pero que sentía en su tono de voz. “Eres todo lo que necesito.”
Madison sonrió, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos. “Me alegra que te haya gustado… porque yo también siento que recibí el mejor regalo al estar contigo.”
Ben la besó nuevamente, esta vez de manera suave y llena de ternura. “Te amo, Madison. No sé cómo lo hice sin ti todo este tiempo.”
Madison sintió sus ojos llenarse de lágrimas de felicidad. “Yo también te amo, Ben. Y estaré aquí para ti, siempre.”
Con esas palabras, se abrazaron más fuerte, sabiendo que lo que tenían era más fuerte de lo que creían.
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Líneas Cruzadas
RomanceBen shelton y Maddison fritz,la hermana pequeña de Taylor fritz,se conocen en persona y eso cambia todo en su amistad.