Era un domingo por la mañana, y la familia estaba disfrutando de un desayuno relajado en la terraza, donde el sol de Florida se filtraba a través de los árboles, creando una atmósfera cálida y acogedora. Emma, con sus cinco años, estaba entretenida con sus dibujos, mientras que Louis, el pequeño de dos años, jugueteaba con su coche de juguete en el suelo.
Ben, con una taza de café en la mano, observaba a su familia con una sonrisa en el rostro. Madison, que lucía radiante en su vestido de verano, estaba sirviendo más jugo de naranja para los niños. La vida, en ese momento, parecía perfecta.
Después de unos minutos de disfrutar del desayuno en silencio, Ben se levantó y llamó la atención de Madison y los niños.
—Chicos, tengo algo importante que decirles —anunció Ben con una emoción contenida.
Madison levantó la vista de su taza, notando la expresión seria pero feliz en el rostro de su esposo.
—¿Qué pasa, cariño? —preguntó con curiosidad, mientras Emma y Louis lo miraban con ojos expectantes.
Ben sonrió y caminó hacia Madison, tomándola de la mano y ayudándola a ponerse de pie.
—Sé que estamos viviendo momentos maravillosos como familia, pero creo que es el momento de añadir algo más a esta felicidad —dijo Ben, mirando a Madison a los ojos.
Madison lo miró, sintiendo que algo importante estaba a punto de suceder, pero sin saber exactamente qué. Ben, con cuidado, llevó la mano de Madison a su vientre y la dejó allí.
—Madi, estamos esperando otro bebé —anunció Ben con suavidad.
Madison se quedó en silencio por un segundo, procesando la noticia, antes de que una amplia sonrisa apareciera en su rostro. Sin poder contener la emoción, abrazó a Ben con fuerza.
—¡No puedo creerlo! —exclamó Madison con los ojos brillantes de felicidad—. ¡Otro bebé!
Emma, que había estado observando con atención, saltó de su silla y corrió hacia sus padres.
—¿Voy a tener otro hermanito o hermanita? —preguntó emocionada.
Ben se inclinó para abrazar a su hija y la levantó en el aire.
—Sí, Emma. Pronto tendrás un hermanito o hermanita —le confirmó Ben, mientras Emma gritaba de alegría.
Louis, todavía un poco pequeño para entender completamente la situación, se acercó tambaleándose a sus padres, sonriendo porque su hermana lo hacía.
Madison, con las lágrimas comenzando a acumularse en sus ojos, se inclinó y besó la frente de su pequeño Louis.
—Tendrás que ser un buen hermano mayor, ¿verdad, Louis? —le dijo Madison con ternura.
Louis, sin comprender del todo, asintió felizmente, contento por el ambiente de alegría a su alrededor.
Ben envolvió a su familia en un abrazo grupal, sintiendo que su corazón se llenaba de amor por cada uno de ellos.
—Estamos construyendo algo increíble juntos, Madi —le susurró Ben al oído, mientras la apretaba un poco más fuerte.
Madison se apoyó en su pecho, cerrando los ojos y disfrutando del momento.
—Sí, lo estamos —respondió, sintiendo que su vida no podía ser más perfecta.
La familia se quedó abrazada por un largo rato, disfrutando de la compañía y la promesa de un futuro aún más lleno de amor y felicidad. Con un nuevo bebé en camino, la familia de Ben y Madison estaba creciendo, y con ello, su felicidad también.
El sol de la tarde entraba suavemente por las ventanas del salón, bañando la habitación en una cálida luz dorada. El ambiente en la casa era tranquilo, con Emma y Louis profundamente dormidos en sus habitaciones, disfrutando de la siesta. En el sofá del salón, Ben y Madison compartían un momento de relajación. Ben estaba sumergido en la lectura de un libro mientras Madison, con su creciente vientre, estaba recostada a su lado, viendo una serie.
El murmullo de la televisión y el ocasional pasar de páginas del libro de Ben eran los únicos sonidos que llenaban la estancia. Sin embargo, el confort y la calma del momento comenzaron a transformarse cuando Ben, de repente, dejó su libro a un lado y miró a Madison con una sonrisa juguetona.
Madison lo notó y le devolvió la sonrisa, pero antes de que pudiera decir algo, Ben se inclinó hacia ella, colocándose a la altura de su vientre. Con una ternura infinita, comenzó a besar suavemente su barriga, que albergaba a su tercer hijo. Madison soltó una risita, acariciando el cabello de Ben mientras él continuaba con sus suaves besos.
—Hola, pequeñín —susurró Ben contra la piel de su vientre, hablando al bebé que crecía dentro de Madison—. Aquí papá. ¿Sabes cuánto te estamos esperando? Ya te queremos muchísimo.
Madison observaba a Ben, su corazón latiendo con calidez ante la escena. Ben siempre había sido un padre increíble, y verlo ya tan conectado con su bebé, incluso antes de nacer, la hacía sentir más enamorada de él.
—Tu mamá es increíble, ¿lo sabías? —continuó Ben, ahora apoyando su cabeza sobre la barriga de Madison, como si pudiera escuchar al bebé responder—. Nos ha dado una familia hermosa, y sé que tú vienes a hacerla aún más maravillosa.
Madison, sin poder resistirse, le acarició el rostro, moviendo suavemente su mano sobre la mejilla de Ben.
—No podemos esperar a conocerte —añadió Ben, dejando un último beso en el vientre antes de levantar la mirada hacia Madison—. ¿Crees que ya nos escucha?
Madison rió suavemente, sus ojos brillando con amor.
—Estoy segura de que sí. Y seguro también sabe cuánto lo amamos —respondió, sintiendo una pequeña patadita desde dentro, como si el bebé también estuviera participando en la conversación.
Ben sonrió ampliamente al sentir el movimiento bajo su mano.
—Ves, ya está respondiendo —dijo con orgullo, acariciando la barriga de Madison con más cariño—. Este niño va a ser tan increíble como sus hermanos, lo sé.
Madison lo atrajo hacia ella, besándolo suavemente en los labios.
—Y va a tener el mejor papá del mundo —susurró contra sus labios.
Ben sonrió, y sin decir nada más, volvió a apoyar su cabeza sobre el vientre de Madison, cerrando los ojos y disfrutando de la conexión silenciosa con su hijo.
Pasaron unos minutos así, en completo silencio, solo sintiendo la paz del momento, el latido del amor que compartían y la expectativa de una nueva vida que estaba por llegar.
Finalmente, Ben volvió a levantar la cabeza, observando a Madison con ojos llenos de ternura.
—Vamos a ser cinco en esta casa, ¿te das cuenta? —dijo, casi como si estuviera asimilando el hecho por primera vez.
Madison asintió, tomando su mano y entrelazando sus dedos.
—Sí, y no puedo esperar para que eso pase —respondió con una sonrisa—. Nuestra familia está creciendo, Ben, y no podría estar más feliz de vivir esta aventura contigo.
Se quedaron en el sofá, abrazados, hablando en voz baja sobre sus esperanzas y sueños para el futuro, mientras el sol comenzaba a bajar en el cielo, llenando la casa de una suave y cálida luz anaranjada. En ese momento, todo estaba perfecto, y ambos sabían que, con su nuevo bebé en camino, su felicidad solo continuaría creciendo.
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Líneas Cruzadas
RomantizmBen shelton y Maddison fritz,la hermana pequeña de Taylor fritz,se conocen en persona y eso cambia todo en su amistad.