cap. 15: Barbacoa y piscina

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El sol estaba alto en el cielo, marcando el inicio de otra calurosa tarde de verano en California. En la casa de los Fritz, una atmósfera vibrante comenzaba a formarse, como de costumbre, con la llegada del grupo de amigos que consideraban esta casa su segundo hogar. Las barbacoas eran una tradición en ese grupo, y hoy no sería diferente.

Taylor estaba ocupado encendiendo la parrilla en el patio trasero, con la ayuda de Ben, quien bromeaba y reía mientras colocaba las hamburguesas y las salchichas sobre la parrilla caliente. El sonido del chisporroteo de la carne al contacto con el fuego se mezclaba con las risas y la música que sonaba desde un altavoz cercano.

Morgan, siempre tan organizada, se encargaba de preparar los aperitivos en la mesa de la terraza. Madison, mientras tanto, había subido a su habitación para cambiarse, eligiendo un bikini que no había usado en mucho tiempo. Sentía un ligero nerviosismo, sabiendo que sería la primera vez que Ben la vería así.

Cuando Madison bajó las escaleras y salió al patio, el bullicio de las conversaciones se redujo por un momento. Ben, que estaba hablando con uno de los amigos de Taylor, se quedó en silencio al verla. La vista de Madison en su bikini, con su cabello suelto y un brillo natural por el sol, lo dejó sin palabras por un segundo.

“Wow, Madi…” fue todo lo que Ben pudo decir mientras la observaba caminar hacia la piscina. “Estás… estás preciosa.”

Madison sintió que sus mejillas se sonrojaban ligeramente, pero sonrió, sintiendo un calor agradable en el pecho al ver la expresión de admiración en el rostro de Ben. “Gracias,” dijo ella, un poco tímida, pero complacida por la reacción de él.

Morgan, que había notado la escena, sonrió de manera cómplice mientras pasaba junto a Ben y le dio un codazo juguetón. “Cuidado, Ben, no te vayas a desmayar,” bromeó, haciendo que ambos rieran.

El ambiente era perfecto para una tarde de relajación. Después de que todo estuvo listo, todos se reunieron en torno a la parrilla para disfrutar de la comida. La charla era animada, llena de bromas y anécdotas. Sin embargo, con el calor del día, la piscina se volvió la gran atracción.

Taylor fue el primero en lanzarse al agua, seguido rápidamente por algunos de sus amigos. Morgan se unió a él, riendo mientras salpicaba agua en su dirección. Madison y Ben los observaron por un momento desde el borde de la piscina, antes de que Ben la tomara de la mano y le preguntara, “¿Lista para un chapuzón?”

Madison asintió con una sonrisa, y juntos se sumergieron en el agua fresca. La sensación fue un alivio inmediato, y pronto estaban nadando y jugando como el resto del grupo. El sol brillaba sobre ellos, y la piscina se convirtió en el centro de la diversión de la tarde.

En un momento dado, Ben se acercó a Madison mientras ambos estaban en el agua, sus cuerpos cercanos bajo la superficie. “No puedo dejar de mirarte,” susurró Ben, sus ojos fijos en los de ella. “Te ves increíble, Madi.”

Madison se rió suavemente, sintiendo un cosquilleo en su estómago. “Tú tampoco estás nada mal, sabes,” respondió, dándole un suave empujón en el pecho.

“¿Ah, sí?” Ben sonrió travieso, acercándose más a ella hasta que sus labios se encontraron en un beso dulce, pero lleno de pasión. Fue un momento privado, rodeados por la risa y la diversión de los demás, pero en su pequeño mundo, solo existían ellos dos.

Mientras tanto, en el otro extremo de la piscina, Morgan y Taylor disfrutaban de un momento romántico por su cuenta. Estaban apoyados en el borde de la piscina, con los brazos de Taylor rodeando la cintura de Morgan. Los dos parecían estar en su propio universo, conversando en voz baja y compartiendo sonrisas.

La tarde transcurrió entre baños en la piscina, descansos bajo la sombra, y mordiscos de hamburguesas y ensaladas. La música seguía sonando, y las risas eran la banda sonora constante de un día que ninguno de ellos quería que terminara.

Con el sol comenzando a descender en el horizonte, creando reflejos dorados sobre el agua, Ben y Madison se recostaron en una tumbona compartida, envueltos en una toalla. Ben la tenía abrazada, con su brazo alrededor de sus hombros, mientras ambos miraban cómo el cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados.

“Hoy ha sido perfecto,” dijo Madison, su voz tranquila y contenta.

“Lo ha sido,” coincidió Ben, inclinándose para darle un beso en la frente. “Cada día contigo es perfecto, Madi.”

Madison se acurrucó más cerca de él, cerrando los ojos mientras disfrutaba del calor de su abrazo. A su alrededor, la vida continuaba, pero para ellos, ese momento era todo lo que importaba.

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