cap. 1: La hermana de Taylor

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Maddison Fritz siempre había sido la “hermanita pequeña” a los ojos de su hermano mayor, Taylor. Con apenas veinte años, se había acostumbrado a ser la sombra de uno de los tenistas más famosos del mundo. Desde que Taylor había alcanzado la fama, la vida de Maddison había cambiado drásticamente. Su familia era conocida, admirada, y cada movimiento de su hermano era seguido por millones de fanáticos. Sin embargo, a pesar de todo, ella había logrado mantener un perfil bajo, disfrutando de su propia independencia en la medida de lo posible.

Pero había un lado de la fama que era inevitable: la constante presencia de los amigos de Taylor en la casa. La gran mansión familiar en California siempre estaba llena de gente. Taylor solía invitar a sus amigos del circuito, jóvenes promesas del tenis como Ben Shelton, su mejor amigo. Aunque Maddison había oído mucho sobre Ben, no lo había conocido en persona. Él era una figura frecuente en las historias de Taylor, pero siempre había estado fuera de la ciudad cuando Ben visitaba.

Una tarde calurosa de verano, mientras Maddison estaba en su habitación leyendo un libro, escuchó el bullicio de risas y voces masculinas en el piso de abajo. Otro día más en la “cueva de Taylor”, pensó, refiriéndose al apodo que le había dado al salón donde su hermano y sus amigos solían pasar horas jugando videojuegos y charlando.

Esa tarde, sin embargo, fue diferente. Había algo en el tono de las voces que la intrigaba. Dejó su libro y salió de su habitación, bajando las escaleras con curiosidad. Al llegar al salón, se encontró con la pandilla habitual: Taylor, un par de chicos que conocía de visitas anteriores, y uno que nunca había visto en persona. Él estaba de espaldas, pero cuando se giró, Maddison reconoció inmediatamente el rostro que había visto en fotos y en la televisión. Ben Shelton, en carne y hueso.

La reacción en la habitación fue inmediata. Uno de los amigos de Taylor, James, la saludó con un silbido juguetón.

— Maddison! Finalmente te dignas a salir de tu cueva.—

Taylor, que estaba demasiado acostumbrado a estas bromas, se rió y le lanzó una almohada.

—Deja en paz a mi hermana, James.—

Pero Ben permaneció en silencio, observándola con una mezcla de sorpresa y algo más que Maddison no pudo identificar. Era como si estuviera viendo un fantasma, alguien que conocía de lejos pero que ahora estaba de pie frente a él, real y tangible. Las fotos que había visto de Maddison cuando era pequeña no le habían hecho justicia a la joven mujer que tenía frente a él. Ella era hermosa, con una belleza natural que no necesitaba artificios. Su cabello castaño caía en suaves ondas, y sus ojos verdes eran tan profundos como un bosque al amanecer.

Maddison, él es Ben,” dijo Taylor, rompiendo el silencio incómodo. “Aunque probablemente ya lo sepas. Y Ben, esta es mi hermana pequeña, Maddie.”

“Es un placer conocerte, Maddison,” dijo Ben, acercándose para estrechar su mano. Su tono era educado, pero sus ojos revelaban algo más. “Taylor me ha hablado mucho de ti.”

“Todo bueno, espero,” respondió Maddison con una sonrisa. Su voz era suave, pero tenía un toque de humor que Ben encontró encantador.

“Solo cosas buenas,” dijo Ben, devolviéndole la sonrisa. “Aunque creo que dejó fuera la parte de que eres tan… impresionante.”

Maddison se sintió ruborizarse ligeramente ante el cumplido, pero mantuvo su compostura. “Gracias, pero no creo que Taylor tenga una opinión objetiva sobre mí.”

El ambiente en la sala se relajó después de eso. Maddison se sentó con ellos, inicialmente con la intención de quedarse solo unos minutos, pero la conversación fue tan amena que terminó pasando toda la tarde en compañía de los chicos. Se sorprendió al descubrir lo bien que se llevaba con los amigos de Taylor, y en particular, con Ben. Él era carismático, divertido y mucho más relajado de lo que ella esperaba para alguien con su nivel de fama.

Ben, por su parte, no podía evitar sentirse cada vez más atraído por Maddison. Había algo en ella que lo intrigaba, una mezcla de inteligencia, dulzura y una ligera rebeldía que lo desarmaba. No era solo su belleza; era la forma en que parecía ajena a su propio atractivo, y cómo su presencia llenaba la habitación sin esfuerzo.

Mientras la noche avanzaba, y los demás empezaban a dispersarse, Maddison y Ben se encontraron charlando solos en la cocina. Ella preparaba un café, mientras él se apoyaba en la encimera, observándola con una sonrisa.

“¿Y por qué no te había visto antes?” preguntó Ben, rompiendo el silencio. “Taylor nunca mencionó que tenía una hermana tan... interesante.”

Maddison se rió. “Probablemente porque soy buena manteniéndome fuera del radar. Y también porque mi hermano es un poco sobreprotector. Le gusta mantener a sus amigos alejados de mí.”

“Eso explica por qué me he quedado tan atrás,” bromeó Ben. “Pero me alegra haberte conocido hoy. Ha sido… inesperado.”

“¿Inesperado?” repitió Maddison, arqueando una ceja.

“Sí, en el buen sentido,” respondió Ben, dando un paso más cerca. Sus ojos la miraron con una intensidad que hizo que el corazón de Maddison latiera un poco más rápido. “No pensé que me encontraría con alguien como tú hoy.”

Maddison sintió que sus mejillas se calentaban, pero mantuvo la compostura. “Bueno, me alegra haberte sorprendido, entonces.”

Ben sonrió, inclinándose un poco más cerca, como si estuviera a punto de decir algo importante. Pero justo en ese momento, Taylor apareció en la puerta, rompiendo el momento con su usual energía.

“¡Ben! ¿Vienes o qué? Vamos a jugar otra ronda,” dijo Taylor, sin darse cuenta de la tensión en el aire.

Ben retrocedió, sonriendo levemente a Maddison. “Nos vemos luego, Maddison.”

Ella asintió, tratando de no mostrar la decepción en su rostro. “Sí, nos vemos.”

Cuando Ben se fue con Taylor, Maddison se quedó en la cocina, sintiendo que algo había cambiado. No estaba segura de qué era, pero sabía que esa noche había marcado el comienzo de algo nuevo, algo que no podría ignorar tan fácilmente. Mientras subía las escaleras para regresar a su habitación, su mente seguía llena de pensamientos sobre Ben, preguntándose qué depararía el futuro ahora que lo había conocido.

Líneas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora