cap. 12: Un amanecer

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La luz suave del amanecer se colaba a través de las cortinas, iluminando lentamente la habitación donde Ben y Madison dormían profundamente. Era temprano, alrededor de las 8 a.m., y la casa aún estaba en silencio, sumida en la paz que trae el inicio de un nuevo día.

Ben fue el primero en despertar, sintiendo la calidez de Madison a su lado. Abrió los ojos lentamente, sonriendo al ver su rostro relajado mientras dormía. Durante un momento, se quedó ahí, disfrutando de la tranquilidad del momento, antes de decidir que era hora de comenzar el día.

Se inclinó suavemente sobre ella, acariciando su cabello con ternura antes de susurrar en su oído: "Madi, despierta."

Madison murmuró algo inaudible, girando un poco hacia él, pero sin abrir los ojos. Ben sonrió, inclinándose un poco más para besarla en la frente, luego en la mejilla.

"Vamos, cariño," insistió en voz baja, "tengo una idea. Vamos a correr un rato, solo tú y yo."

Madison abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras su mente empezaba a despejarse. "¿Correr?" preguntó, su voz aún cargada de sueño. "¿A esta hora?"

Ben asintió, su sonrisa se hizo más amplia. "Sí, es el mejor momento. Está fresco y no hay nadie más alrededor. Solo nosotros dos."

Madison suspiró, estirándose un poco antes de asentir con una pequeña sonrisa. "Está bien, me convenciste."

Con eso, ambos se levantaron de la cama, todavía adormilados pero animados por la perspectiva de pasar un tiempo juntos. Se vistieron con ropa cómoda para correr, intentando no hacer demasiado ruido para no despertar a nadie más en la casa.

Una vez listos, Ben tomó la mano de Madison y juntos salieron al aire libre, sintiendo la brisa fresca de la mañana que les daba la bienvenida. Comenzaron a correr a un ritmo suave, disfrutando del silencio y la tranquilidad que solo la mañana podía ofrecer.

El camino los llevó hasta la playa, donde las olas rompían suavemente contra la orilla, y la arena fría bajo sus pies hacía que cada paso se sintiera aún más revitalizante. No había nadie más a la vista, solo ellos dos, el mar, y el cielo que comenzaba a teñirse con los colores del amanecer.

Corrían lado a lado, a veces en silencio, otras veces riendo por pequeñas bromas que Ben hacía para mantener el ánimo ligero. De repente, Madison, con una sonrisa traviesa, aumentó un poco su velocidad, adelantándose unos pasos a Ben.

"¡Oye, espera!" exclamó él, riendo mientras intentaba alcanzarla.

Pero justo cuando Ben se acercaba, Madison lo llamó: "¡Ben!"

Ben giró la cabeza, esperando que Madison quisiera decirle algo, pero en lugar de eso, ella se detuvo en seco, dio un rápido giro y, antes de que Ben pudiera reaccionar, lo atrapó con un beso suave pero lleno de intención.

El tiempo pareció detenerse por un instante. La brisa marina, el sonido de las olas y el suave calor del sol matutino se desvanecieron, dejando solo el dulce momento que compartían. Ben, sorprendido al principio, respondió al beso con una sonrisa en los labios, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza en el pecho.

Cuando finalmente se separaron, Madison le lanzó una mirada llena de complicidad, mientras Ben la miraba con una mezcla de asombro y adoración.

"No podía dejar pasar la oportunidad," dijo Madison, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el esfuerzo y el atrevimiento.

Ben rió, tomando suavemente su rostro entre sus manos y acercándose para darle otro beso, esta vez más lento, disfrutando del momento.

"Si esto es lo que pasa cuando corremos juntos," dijo Ben en un susurro contra sus labios, "deberíamos hacerlo más seguido."

Madison rió suavemente, apoyando su frente contra la de él. "Tal vez deberíamos."

Con el corazón ligero y una sonrisa en los labios, ambos retomaron su camino, disfrutando del tiempo juntos mientras el sol continuaba su ascenso en el horizonte, prometiendo un día lleno de nuevas posibilidades.

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