El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando Ben y Madison se despertaron en su habitación del hotel. La luz suave se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación con un resplandor cálido y tranquilo. Madison se estiró perezosamente, sintiendo la calidez de la cama y el confort del cuerpo de Ben a su lado.
Ben la observaba con una sonrisa, sus ojos llenos de ternura. “Buenos días, hermosa,” susurró, dejando un beso en su frente.
Madison abrió los ojos lentamente y le devolvió la sonrisa. “Buenos días,” respondió, sintiendo una sensación de paz que sólo Ben lograba darle.
“¿Lista para comenzar el día?” preguntó Ben, su tono animado. “Pensé que podríamos hacer un poco de ejercicio juntos antes de que el resto del mundo despierte.”
Madison asintió, a pesar de que el sueño todavía pesaba en sus párpados. “Suena bien. Pero vas a tener que ir despacio conmigo, campeón,” bromeó, dándole un suave empujón en el pecho.
Ben rió, levantándose de la cama y estirando su cuerpo tonificado. “Prometo ser amable,” dijo mientras comenzaba a vestirse con ropa deportiva. Madison lo siguió, eligiendo un conjunto cómodo de leggings y una camiseta ajustada.
Minutos después, estaban fuera del hotel, caminando hacia el pequeño gimnasio privado que Ben había reservado para ellos. A esa hora de la mañana, todo estaba tranquilo, casi como si el mundo fuera solo de ellos dos.
Al llegar al gimnasio, Ben encendió las luces, revelando un espacio moderno y bien equipado. Madison observó con curiosidad las máquinas y pesas, preguntándose qué tipo de tortura amable le esperaba.
“Empezaremos con un poco de estiramiento,” dijo Ben, guiándola hacia una colchoneta en el suelo. “No quiero que te lastimes.”
Madison se dejó guiar, imitando los movimientos de Ben mientras estiraban brazos, piernas y espalda. Ben, como siempre, se aseguraba de que ella estuviera haciendo los ejercicios correctamente, pero esta vez había algo más en su toque, algo protector y afectuoso.
Mientras realizaban una serie de estiramientos, Ben se acercaba a Madison para corregir su postura, colocándose detrás de ella y ajustando suavemente sus brazos y espalda. Cada vez que lo hacía, Madison sentía su respiración contra su cuello, lo que le provocaba una ligera risa nerviosa.
“Así está mejor,” susurró Ben, apoyando las manos en sus caderas para ayudarla a mantener la posición correcta. “No quiero que te lastimes.”
Madison asintió, concentrándose en seguir las instrucciones de Ben, aunque el hecho de tenerlo tan cerca hacía que su corazón latiera un poco más rápido.
Después de los estiramientos, pasaron a una serie de ejercicios de fortalecimiento. Madison trataba de seguir el ritmo, pero Ben era un profesional, y aunque intentaba no sobrepasarse, su nivel de energía y destreza eran notables.
En un momento, mientras Madison intentaba hacer una serie de sentadillas con pesas ligeras, Ben se colocó detrás de ella, corrigiendo la posición de sus piernas y bajando sus caderas con suavidad.
“Así, baja un poco más,” dijo en voz baja, sus manos apoyadas firmemente en sus caderas para guiarla. Madison hizo lo que él le pedía, sintiendo su cuerpo alinearse mejor con el ejercicio, pero también sintiendo la cercanía de Ben, lo que le provocó un leve rubor.
A medida que el entrenamiento avanzaba, Ben no dejaba de acercarse a ella, siempre con el pretexto de corregir su forma o de animarla. Su presencia era constante, envolvente, y Madison se daba cuenta de cuánto disfrutaba esos momentos.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad (y a la vez, un suspiro), Ben decidió que ya era suficiente por esa mañana.
“Creo que es hora de que tomemos un respiro,” dijo, ofreciéndole una botella de agua mientras ambos se sentaban en el suelo, respirando con esfuerzo pero sintiéndose bien.
Madison bebió un sorbo de agua, sonriendo. “Gracias por ser mi entrenador personal,” dijo, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y cariño.
“Siempre que lo necesites,” respondió Ben, inclinándose para besarla suavemente en los labios. “Aunque creo que hoy fui un poco más estricto de lo habitual.”
Madison rió, devolviéndole el beso. “No te preocupes, me encantó. Además, me gusta cuando te pones en plan protector.”
Ben la miró con una sonrisa cómplice, pasando su brazo por encima de sus hombros y atrayéndola hacia él. “Siempre estaré aquí para cuidarte, Madi. Tanto en el gimnasio como fuera de él.”
Madison apoyó la cabeza en su hombro, sintiéndose completamente segura y feliz. “Lo sé, Ben. Y yo estaré aquí para ti.”
Se quedaron un rato más así, disfrutando de la tranquilidad y la cercanía, sabiendo que en esos pequeños momentos residía la verdadera esencia de su relación.
ESTÁS LEYENDO
Líneas Cruzadas
RomanceBen shelton y Maddison fritz,la hermana pequeña de Taylor fritz,se conocen en persona y eso cambia todo en su amistad.