cap. 39: 2 años después

61 0 0
                                    

Una mañana soleada y tranquila en la casa de Ben y Madison. Los primeros rayos de sol entraban por las ventanas, anunciando el comienzo de un nuevo día. Madison, con una expresión de cansancio y determinación, estaba en la habitación principal intentando despertar a Ben.

Ben, acostado en la cama, se aferraba a la almohada mientras murmullaba a través de un sueño ligero.

—Cinco minutos más, por favor —murmuró Ben, sin abrir los ojos.

Madison suspiró con una sonrisa que reflejaba su amor y paciencia por él. Se inclinó sobre la cama y le acarició la mejilla.

—Vamos, Ben, ya es hora de levantarse. Emma y Louis están esperando. Emma tiene que ir al colegio y Louis a la guardería —le recordó con suavidad.

Ben se estiró lentamente, abriendo los ojos con una sonrisa perezosa. Giró su cabeza hacia Madison y, aún medio dormido, trató de atraerla hacia él.

—Sabes que siempre puedes contar conmigo, pero hoy me siento como si necesitara una pequeña siesta matutina —bromeó Ben, frotándose los ojos.

Madison se rió y le dio un suave empujón.

—No te hagas el dormilón. Son los primeros días de la semana y necesitamos salir de casa antes de que el tráfico se vuelva una pesadilla. Además, no es justo que yo haga todo el trabajo mientras tú disfrutas de la cama.

Ben se sentó en la cama, estirando los brazos y bostezando.

—Está bien, está bien —dijo Ben—. Me levanto. No quiero que Emma y Louis piensen que su papá es un perezoso.

Mientras Ben se levantaba, Madison se dirigió a la cocina para preparar el desayuno de los niños. Emma, con sus cinco años, ya estaba vestida y lista para el día, con su mochila a cuestas y una sonrisa radiante en su rostro.

—¡Buenos días, mamá! —dijo Emma con entusiasmo, mientras se acercaba a la mesa del desayuno.

—¡Buenos días, cariño! —respondió Madison—. ¿Listos para otro día de colegio y guardería?

Louis, con sus dos años, estaba sentado en su trona, mirando a su hermana con curiosidad. Madison le puso un biberón en la mano y le sonrió.

Ben, aún en pijama, se dirigió a la cocina y se unió a ellos, comenzando a preparar un desayuno rápido. Mientras lo hacía, Madison lo observaba con cariño.

—Gracias por levantarte —dijo Madison—. Sabes que no podría hacer todo esto sola.

Ben le dio un beso en la mejilla.

—Lo haría con gusto, solo que me cuesta dejar la cama a veces —dijo Ben con una sonrisa—. ¿Listos para empezar el día, pequeños?

Emma y Louis asintieron, mostrando su entusiasmo por el día que les esperaba. Ben se encargó de llevar a Louis a la guardería y Madison llevó a Emma al colegio. La rutina familiar, aunque ajetreada, estaba llena de amor y alegría.

Después de dejar a los niños en sus respectivos lugares, Ben y Madison regresaron a casa. A pesar de lo que había sido una mañana agitada, ambos se sintieron satisfechos al ver que todo había salido bien.

—Otra mañana exitosa —dijo Madison, sentándose en el sofá con una taza de café.

Ben se dejó caer a su lado, estirándose y suspirando.

—Sí, y no hay nada mejor que ver sus caritas felices al comenzar el día —dijo Ben—. Pero me pregunto qué nos deparará el resto del día.

Madison le sonrió, apoyando su cabeza en el hombro de Ben.

—Lo descubriremos juntos —dijo Madison—. Lo importante es que lo hacemos como familia.

Con esa nota de optimismo, ambos se relajaron por un momento, listos para enfrentar el resto del día con la misma determinación y amor que siempre los había guiado.

Líneas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora